Mineral de Santa Ana y Mineral de La Luz quedan como testigos de los inicios de Guanajuato
Guanajuato, México.- Entre los distintos pueblos mineros de la ciudad de Guanajuato, algunos sobresalen por su historia, otros por la riqueza que generaron, y en algunos casos por las edificaciones que se construyeron en ellos, pero hay algunos de ellos que conjuntan todos estos elementos, como Mineral de Santa Ana, hermoso pueblo minero, el cual se encuentra enmarcado en el espejo de la Presa de La Soledad, que cuando luce llena de agua, ofrece un espectáculo sin igual a los sentidos. Los días de verano, cuando el sol se pone y los reflejos de sus rayos, iluminan las aguas alrededor de la península en la que se convirtió el poblado es todo un espectáculo.
Este poblado tiene además tres construcciones relevantísimas, las cuales son tesoros históricos y culturales de Guanajuato: En primer lugar, el panteón de la comunidad el cual se cree, pudo haber sido el primer templo construido en todo Guanajuato, allá por el año de 1556; En segundo lugar, la Capilla del Calvario, o De La Preciosa Sangre de Cristo. La cual data de los años 1600, y sobresale entre cualquier otra edificación religiosa en la entidad por su fachada, donde se puede ver la crucifixión de Cristo, con los ladrones Dimas y Gestas a sus costados, y bajo la cruz, una calavera y dos tibias cruzadas, símbolo de Adán, el primer hombre que murió sobre la Tierra. La gente cuenta que, durante la restauración de la explanada de la Capilla, hace poco más de 12 años, se encontraron muchos restos humanos, testimonio de un antiguo cementerio que se encontraba en la zona.
Y en último lugar, pero no menos importante, el Templo de Santa Ana, hoy por hoy la principal edificación religiosa de la comunidad. Data de los años 1800 y al igual que las dos anteriores, también tiene sus particularidades, como las estatuas de las Ánimas del Purgatorio, instaladas a los lados de una de sus entradas laterales. Se trata de esculturas no muy comunes hoy en día, y que representan a esas almas que, por sus errores o faltas en vida, no alcanzaron a entrar al paraíso y se quedaron en el purgatorio, pagando o purificando sus pecados, por eso su gesto de lamento y arrepentimiento cubriéndose el rostro. Aunque muchos en Santa Ana aseguran que en realidad se tapan los ojos para no ver los rostros poco agraciados de algunos.
Y eso no es todo, según el cronista Eduardo Vidaurri Aréchiga, Mineral de Santa Ana, es uno de los pueblos mineros más antiguos de todo el estado de Guanajuato y habría siendo fundado a la par de la construcción de su templo en el año de 1554.
“Santa Ana es probablemente uno de los minerales más antiguos, porque hay que recordar que ahí se construye entre 1554 y 1560 uno de los cuatro fortines que sirvieron para defender el territorio, para detener los ataques de los indios, que ellos llamaban genéricamente Chichimecas, porque ya se había encontrado el yacimiento de plata y de oro, ya se habían encontrado algunas vetas, hay que recordar la beta de San Bernabé muy cerca de ahí, que es de 1548, las otras vetas se encontraron en 1550 y son las que dan origen a la Mina de San Juan de Rayas y Mellado. Entonces ya en 1554 están pensando en poner estos fortines estratégicamente ubicados para proteger un área perimetral bastante amplia, y es uno de los más antiguos poblados junto con el Real de Santiago que luego lo vamos a conocer nosotros como Marfil, junto con otro que estuvo en lo que hoy es el Barrio de Tepetapa, y junto con otro que fue el Real de Santa Fe, que se ubicó en Las faldas de lo que llamamos actualmente Cerro del Cuarto”.
Según el historiador Luis Fernando Díaz Sánchez, Santa Ana será el primer poblamiento importante, y funge por algunos años como la cabecera del distrito minero de lo que más tarde se convertiría en Guanajuato, estatus de importancia que conservó al menos hasta el siglo 18.
¿Cómo era Mineral de Santa Ana en el pasado?
En el libro 'Pueblos Mineros, Memorias', podemos leer que en el siglo XIX el obispo de Michoacán, don Antonio Morales de Medina describía a Mineral de Santa Ana, como un barrio con 50 casas de mineros y mercaderes a los que se llegaban muchos españoles e indios. Se sabe que la población estaba compuesta por indígenas y al menos una parte de ella eran Náhuatles o Mexicas, quienes eran contratados para trabajar en las minas de los españoles y en sus haciendas. También se sabe que para finales de los años 1600 en Santa Ana se estableció un hospital que brindaba servicios de salud y espirituales, aunque no se sabe dónde estaba ubicado.
Sin embargo, según Las crónicas del bachiller José Francisco Barbosa, ya para 1778 a pesar de que en sus minas todavía había mucha plata y oro, Mineral de Santa Ana estaba en decadencia. Los terrenos blandos y los ríos que abundaban en la zona provocaban que las labores de minería fueran muy costosas, pues se requerían grandes cantidades de soportes de madera para evitar los derrumbes y la contratación de muchas personas que sacaran el agua que constantemente se acumulaba en las excavaciones. Ya para esos años Barbosa describía Santa Ana como un lugar casi abandonado en el que solo se encontraban vestigios de la antigüedad.
Otro dato espectacular sobre Santa Ana que describe el bachiller Barbosa es que en los años 1700 se podía encontrar en sus tierras leones (Dato que no se puede verificar), además de los venados cola blanca que aún hoy la habitan. También había faisanes, gatos monteses y coyotes, además de una abundante presencia de árboles de durazno que eran la única fruta en toda la Sierra.
Sería finales del siglo 19 principios del siglo XX que el poblado de Mineral de Santa Ana volvería a la vida y poco a poco fue aumentando su población hasta llegar a lo que conocemos hoy en día, un poblado que se yergue orgulloso sobre su legado e historia.
El municipio que se volvió comunidad: Mineral de La Luz
Sobre todo, entre los jóvenes, es muy fácil creer que el estado de las cosas actual, ha sido el que siempre ha sido. Sin embargo, como solía decir Heráclito: "La única constante es el cambio". Esta máxima se ve materializada en la cambiante división territorial que han tenido nuestro país y nuestro estado. Pero poca gente sabe que en el municipio de Guanajuato capital, hay una comunidad que una vez fue un municipio independiente, pero que cuenta la leyenda, fue corrompido por la codicia y la ambición, lo que terminó por casi destruirlo por completo. Se trata de pueblo minero de Mineral de La Luz, nada más y nada menos, que el lugar donde cuenta la leyenda, se descubrió la primera mina de Guanajuato, en el año de 1548. Así lo relata el cronista de la ciudad Eduardo Vidaurri Aréchiga.
“Muy cerca del Mineral de La Luz, es donde ocurrió el primer descubrimiento de una Mina en Guanajuato, eso ocurrió el 11 de junio de 1548, y le llamaron La Mina de San Bernabé. ¿Cómo ocurrió?, no lo tenemos muy preciso, y eso ha permitido que la historia y la leyenda se fusionen. Un supuesto arriero, que caminaba con rumbo a Zacatecas, se detuvo ahí en el cerro para descansar, prende una fogata para proveerse de calor, para calentar sus alimentos, y al día siguiente observó que de una de las rocas que puso a un costado de la fogata, escurría un hilillo de plata y entonces empezó a buscar y encontró esa mina. Como era costumbre la dedicó al santo del día, y como era 11 de junio, pues le correspondió a San Bernabé, por eso es que se dice que ahí empezó todo porque la mina más antigua del distrito minero de Guanajuato fue descubierta ahí”, comenta el Cronista.
Sin embargo, Vidaurri Aréchiga relata que esta primera mina descubierta en Mineral de la Luz no fue muy exitosa, y el poblado miraría de lejos el esplendor que tuvieron durante los siglos 17 y 18 las minas de Rayas, Valenciana y Mellado, ubicadas cerca de lo que hoy es el centro de la ciudad. No sería sino hasta principios del siglo XIX con el descubrimiento de nuevas vetas con altas cantidades de plata y oro en las minas de la zona, que Mineral de la Luz alcanzaría su momento de mayor esplendor.
“Mineral de la Luz tiene una bonanza muy grande que comienza alrededor de 1829. Es entonces que el poblado va a tener un florecimiento enorme y eso provocó que la población se incrementara, ya que la gente siempre va hacia los lugares donde hay bonanza, esto permitió que La Luz tuviera su plaza de toros, su plaza de gallos, su parroquia, su registro civil, su escuela, su hospital, su plaza. Guanajuato en ese momento estaba atravesando una mala situación, no había minas muy importantes en activo aquí en la ciudad y esto permitió que La Luz se separara de alguna manera, y conformara su ayuntamiento independiente, y se convirtiera así en un municipio por su cuenta, eso va a funcionar mientras dura la bonanza”.
Cuenta la leyenda que tanta abundancia degeneró en libertinaje y depravación, y como una Sodoma y Gomorra guanajuatense el poblado fue castigado por Dios.
La historia dice que el padre de la parroquia veía con pesar como semana con semana, el poblado entero se arremolinaba en las plazas de toros y la de gallos, a emborracharse y despilfarrar el dinero, mientras que al templo ya nadie acudía, todos se habían olvidado de Dios. En una ocasión que nadie acudió a la misa del domingo el padre hecho una furia, se fue a la plaza de toros y frente a todo el pueblo, se metió al ruedo con el Toro. Cuando la bestia lo embistió el padre levantó su rosario frente a él, y el animal se apaciguó. En ese momento el padre maldijo al poblado pues aseguró una bestia había tenido más respeto por Dios que todos ellos. Y esa habría sido la razón por la cual el poblado habría caído en el abandono a finales del siglo XIX y principios del XX cuando volvió a formar parte del municipio de Guanajuato, según lo relata el cronista de la ciudad.
“Ya para finales del siglo XIX y principios del XX la bonanza no es buena, La Luz ya está empobrecida y eso provoca que muchos negocios que estaban ahí se empezarán a venir a la ciudad, porque en Guanajuato, a fines del siglo XIX, hubo una fuerte inversión norteamericana que permitió la reactivación de la minería, así que mientras en La Luz se estaba acabando la bonanza, acá estaba una inversión impulsando el renacimiento de la industria minera, se vinieron ferreterías como una que se llamaba El Toro, y acá se llamó El Nuevo Mundo, vino otra tienda que se llamaba El Ancla de Oro, y otros muchos negocios. Ya para 1926 se disolvió el municipio de Mineral de la Luz porque ya no tenía habitantes, ni fuerza económica para sostenerse”.
Con esto queda claro que, en Mineral de La Luz, la realidad se fusiona con la leyenda una y otra vez. Hoy en día el pueblo aún se conserva; como una joya entre las montañas de la Sierra guanajuatense. sus calles empedradas con cuarzos y sus antiguos edificios y minas, tienen reminiscencias de sus siglos de historia, y guarda entre sus muros de piedra labrada y sus antiguos cerros, un pedazo del alma de Guanajuato capital.
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