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‘Viven‘ en los bulevares de León para compartir su talento y ganar unas monedas

La pandemia los orilló a dejar los espectáculos en donde estaban acostumbrados a trabajar, debido a que todos estos espacios cerraron y tardaron meses en abrir
León

Editor Web

‘Viven‘ en los bulevares de León para compartir su talento y ganar unas monedas ‘Viven‘ en los bulevares de León para compartir su talento y ganar unas monedas

Jessica de la Cruz

León.- En el bulevar Adolfo López Mateos de la ciudad de León, en cada uno de sus cruceros importantes, se encuentran vendedores de todo tipo, pero solo en algunos puntos de la ciudad los malabaristas que viven de eso; de su arte, de su magia, y de entretener al automovilista o ciclista con su talento. 

La pandemia de la COVID-19 orilló a muchos artistas a dejar los espectáculos en hoteles e incluso teatros, bares, o en cualquier lugar en donde estaban acostumbrados a trabajar, debido a que todos estos espacios cerraron y tardaron meses en abrir. Tal es el caso de Enrique Peligrinni, quien estudió Artes Plásticas.

“Empezó como una necesidad artística, una búsqueda. Yo estudié Artes Plásticas y una cosa me fue llevando a la otra. Primero hice performance, estudié un poco de teatro, de danza”, dijo el hombre de fuego de 41 años, quien estudió la carrera universitaria en el estado de Veracruz. 

Peligrinni trabaja normalmente en lugares más turísticos como Los Cabos, Puerto Vallarta, Cancún, en hoteles, pero la pandemia de la COVID lo obligó a salir a las calles. Al día invierte dos o tres horas y con eso se mantiene para comer o vivir. 

Peligrinni no es el único que vive del arte en las calles, hay otros colegas o personas que trabajaban en el arte y ahora cada semáforo es su escenario, en donde solo algunos cuántos aprecian su trabajo, principalmente los niños que se sorprenden con los malabares que hace con el fuego. 

Ana Heinecke es otra artista de la calle que también le gusta hacer acrobacias con fuego. Comentó que no siempre acude al mismo crucero, porque la gente se acostumbra a ver las mismas caras, y  que el billete más grande que le han dado por sus acrobacias es uno de 50 pesos, pero la satisfacción más grande es ver a las personas que aprecian su trabajo. 

Javier comparte crucero 

Javier nació en el año de 1971, tiene 50 años, no tiene documentos, padece de diabetes, y apenas puede caminar ya que, por su misma enfermedad, tiene problemas en las piernas.

Durante muchos años trabajó en la basura hasta que lo despidieron. Con los años, y por la diabetes, fue perdiendo poco a poco la movilidad en sus manos. Ahora, se gana la vida con lo que la gente le da en el crucero de López Mateos y el bulevar Campestre.

EZM/ac

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