Recuerdan la labor social del traquero Cipriano Santos en Acámbaro
Cipriano Santos salió de Acámbaro en 1908 como un simple traquero, pero volvería 30 años después como un importante empresario
Onofre Lujano
Acámbaro.- Cipriano Santos fue un destacado ciudadano acambarense que se adentró poco a poco en la industria ferrocarrilera de México y los Estados Unidos antes de regresar a Acámbaro y emprender su propio negocio, con el que creo empleos e impulsó a su ciudad natal.
Es por eso que ahora, para celebrar su figura, se inauguró la exposición y proyección “Cipriano Santos, un traquero acambarense: la tragicomedia de un rielero en la construcción de los caminos de acero norteamericanos” en la antigua estación del ferrocarril.
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Una historia de vida
La vida de Cipriano Santos se desenvolvió entre Acámbaro y el sur de los Estados unidos. Fue hijo de Hipólito Santos, un reconocido arenero de la comunidad de Tócuaro, y de Rosalía Vega, una lavandera descendiente de purépechas del barrio de La Soledad.
Cipriano Santos fue arenero como su padre y sus hermanos Ramón, Silvano, Artemio y Gregorio, y su trabajo consistía en obtener arena de los brazos del manantial de Tócuaro, para después venderla a la gente de Acámbaro. Entre sus clientes se encontraban los frailes franciscanos.
En el barrio de La Soledad, en casa de Arturo Sánchez, familiar de su esposa Josefina y descendiente de antiguos purépechas, Cipriano conoce para fines del siglo XIX al contratista norteamericano Benjamín Lloyd Singley, fundador de la “Keystone View Co”, y posteriormente en el trabajo de las vías entablaría relación con el contratista John G. Dean, que venía a México en busca de traqueros para trabajar en las vías de Estados Unidos para la compañía la “Dean Railroad Contractor Co”, ambas derivadas de la “Denver & Rio Grande Co” y la “Pacific Western Co”.
Era tanto el esmero de Cipriano Santos en el andar de los rieles, que Dean le ofreció trabajo en el país vecino, y así llegó a Galesburg, Illinois, donde viviría hasta 1908, para mudarse después a la ciudad de Kansas y aproximadamente en 1920 a Ottawa.
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Al puesto que desempeñó durante los primeros años de su estancia en E. U. se le llamaba “railroad track man“, que se traduciría como “hombre de las vías del tren” en español, aunque los trabajadores mexicanos decidieron simplicar esta denominación hasta “traqueros”.
En 1940, Cipriano Santos volvió a Acámbaro ya no como trabajador de vía, sino como el dueño de la “Santos Railroad Contractor Co”, compañía fundada por él mismo que se dedicó al trabajo de minas, y dando acompañamiento a los magnates de las compañías rieleras y personal del gobierno norteamericano, quienes intentaban americanizar la industria mexicana en un momento donde la historia nacional y local tenía fuerte presencia de la labor mexicana.
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La investigación para montar la exposición estuvo a cargo de Jesús J. Cervantes Guzmán, presidente de la asociación “Amigos de Ferrocarril”, y contó con la curaduría del museógrafo Daniel Pérez García de León.
En la inauguración también estuvieron presentes la regidora perteneciente a la Comisión de Cultura, Elena Sánchez Camacho, el director del Instituto Municipal de Cultura, Leonardo Amezcua Ornelas, y la diputada federal Esther Mandujano Tinajero, además de ferrocarrileros y familiares.
Dentro de la exposición participó el señor Refugio Gutiérrez Miranda, quien fue trabajador de vía en Acámbaro y explicó a los asistentes sobre el uso de las herramientas en el trabajo de la reparación de vías, donde utilizan barras de diferentes formas y pesos.
JRP