Sábado, 25 Enero, 2025

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Ante la confusión, serenidad

Opinión

Tomás Bustos - Reflexión ciudadana

El común de los seres humanos, vivimos experiencias nuevas derivadas de los progresos científicos y tecnológicos; así como a causa de las variables generadas por las condiciones materiales que esos avances traen consigo. Cuando la velocidad de los cambios aumenta, como es el caso, las nuevas realidades generan manifestaciones a las que hay necesidad de adaptarse o; sucumbir, si las modalidades emergentes resultan letales para muchos congéneres, como podemos apreciarlo en el desarrollo de la evolución de los seres vivos, en nuestro planeta.

Quienes participamos de los cambios vertiginosos que nos agobian, tenemos el deber de encontrar soluciones para que la adaptación a las nuevas realidades, redunden en procesos evolutivos para el género humano. Los avances científicos deben traducirse en normas que ayuden a conservar en el planeta, condiciones óptimas para la sobre vivencia, en primer lugar, y luego, en la posibilidad de adaptar la conducta a las condiciones capaces de producir cambios en nuestro comportamiento frente a los valores.

Cada día encontramos noticias que manifiestan relaciones conflictivas en el seno de los grupos humanos o entre ellos; muchos, capaces de sumirnos en problemas ahí donde no se presentan con la gravedad que agobia por ahora, a otros. Los organismos internacionales, se ven impotentes para desempeñar el roll que tienen asignado y se nos presentan como esfuerzos estériles de la humanidad para vivir dentro de los parámetros que reclaman la justicia y la equidad.

Quienes por ahora vivimos alejados de conflictos gravísimos en donde la muerte asecha y se manifiesta súbitamente, debemos incrementar las precauciones para que no llegue la confrontación al techo o a la puerta de nuestros hogares. Ello requiere de conducta y actitud serena ante situaciones graves que sufren otros pueblos, durante años. De inmediato debemos abatir los rezagos que en materia de justicia social padecemos, mediante la acción prudente y solidaria de quienes encabezan los gobiernos de jure y de facto, en los distintos ámbitos de la sociedad.

Para que prive la serenidad ante la confusión, es necesario el trabajo de dirigentes sociales, con sabiduría regida por la solidaridad y la empatía. Es indudable que nuestras sociedades sufren por falta de esos dos valores. No es necesario trocar el valor del progreso material por el bien del prójimo, si llegamos a la conclusión de que la paz social se finca en la conducta de mujeres y hombres justos, especialmente de quienes tienen a su cargo la dirección de la familia, la escuela, la empresa y el gobierno.

Reeducarnos con nuestras élites, para llegar de común acuerdo a la cordura, es imperativo para detener la destrucción emocional, física y espiritual, de la que somos víctimas a sabiendas o por encontrarnos lejos de la vida consciente.

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