Lunes, 13 Enero, 2025

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Crear condiciones para que cese suicidio colectivo

Opinión

Tomás Bustos - Reflexión ciudadana

Como en los desiertos hay oasis, en el mundo entero hay necesidad de generar lugares en los que prive la paz, para que los humanos nos demos cuenta de la obligación que como seres racionales tenemos, de generar espacios para que la calidad racional tenga punto de sustentación y nos empeñemos en lograr oasis extensos en donde se pueda vivir conforme al proyecto cósmico que debe prevalecer.

No debemos incrementar con nuestro concurso, la inseguridad en ninguna de sus formas. La tarea de generar espacios para vivir en paz, debe convertirse en responsabilidad de todos y cada uno, mediante la creación de una cultura de la paz, que comience por la conciencia de cada uno.

La violencia propicia la enajenación creciente de individuos que van resignándose a vivir en la zozobra, con la esperanza de que a ellos no les alcanzará la agresión mortal. Es frecuente suponer que a quien se expresa, no le alcanzarán los efectos terribles de la violencia que le afectaría en su persona, bienes, familiares o gentes cercanas a su afecto. Sin embargo, día con día aumentan las víctimas de la violencia, con la secuela de daños que alejan de la posibilidad de disfrutar de los beneficios de vivir en armonía y en convivencia pacífica.

La inestabilidad parece haberse convertido en “normalidad” y muchos nos preparamos para vivir en la angustia de saber del destino trágico de familiares, amigos o conocidos, sin reparar en la necesidad de hacer algún aporte, para aminorar las consecuencias desastrosas que los acontecimientos nefastos.

La pandemia y la violencia nos han enfrentado a escenarios que jamás imaginamos ni en la peor de nuestras pesadillas. ¿Aceptaremos mansamente las condiciones que nos impone la realidad que presumimos temporal, sin prepararnos para acontecimientos igualmente destructivos de nuestra personalidad? La “nueva realidad” parece haber tomado carta de naturalización en la cruz de la humanidad. A cada paso, parece presente la sentencia de RUBEN DARÍO a nuestra fragilidad, pues nuestro patrimonio racional no da, para impugnar el “ y, no saber a dónde vamos, ni de dónde venimos.”

Nuestra sociedad se apresta a incursionar en una etapa que debe ser de optimismo en la que nos haríamos cargo de nuestra fragilidad y tomaríamos fortaleza en la unidad. Empero, parece distante el día que nos ocupemos de la sobre vivencia de la especie, cuando cada día nos matamos con mayor ferocidad y como dijo el poeta humanista “ cuando nada está seguro de sí mismo: ni en la roca el diamante; ni en la aurora la alondra; ni en la compacta oscuridad la estrella, cuando hay hombres que amasan el pan de su victoria, con el polvo sangriento de otros hombres”  

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