Viernes, 10 Enero, 2025

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De pipa y guante

Opinión

Jorge Luis Ramos Perez

De pipa y guante

Por Juana Adriana Rocha

Utilizar a sectores menos favorecidos para dar realce a su imagen, es el pan de cada día entre la clase política. Estamos lejos de ver una verdadera representación, más allá de la propaganda.

En los primeros años del siglo XX, durante el gobierno de Porfirio Díaz, los periódicos mostraban a la afrancesada corte del presidente en todo su esplendor. Sombreros, abrigos, bastones, corsés, guantes y abanicos envolvían a la clase política, marcando las diferencias sociales que estaban a punto de detonar la Revolución.

Los tiempos cambian. En la actualidad, existe un afán de empatizar con el pueblo, de hacerle creer que no existe distancia entre gobernantes y gobernados. Y así, no sólo los eventos públicos, sino hasta las sesiones en el Congreso local y hasta la Cámara de Diputados, se convierten en verdaderas fiestas de disfraces.

De pipa y guante

Mis raíces”

El pasado miércoles 13 de octubre, la legisladora del PAN, Briseida Magdaleno, subió a tribuna a proponer una iniciativa de reforma a la Ley de Fomento a la Agricultura Familiar del Estado de Guanajuato. El pretexto: la cercana celebración del Día Internacional de las Mujeres Rurales.

La diputada invitó al Congreso a un grupo de trabajadoras del sector primario, y eso no le bastó para homenajearlas; Briseida llevaba un sombrero que dijo “representa mis raíces”.

Cabe preguntarse si ‘La China’ usará un accesorio alusivo a cada iniciativa que presente de ahora en adelante.

Por lo pronto, con el sombrero ya comprometió ante las mujeres rurales a todo su partido al manifestar: “representa que todos los días las diputadas y diputados de Acción Nacional trabajaremos por ustedes”.

Este reciente episodio recuerda a la reunión de lideresas a la que convocó la secretaria de Gobierno, Libia Denisse García, en septiembre de 2021. La anunciada presencia de representantes de comunidades indígenas no se apreciaba en la foto que alcaldesas, directoras de área, regidoras y demás funcionarias de todo el estado, se tomaron en las escalinatas de la Alhóndiga de Granaditas.

Al interior del edificio, las mujeres indígenas por fin aparecieron. Entre los impecables trajes sastre del resto de las asistentes, ataviadas con vestidos tradicionales, llevaron a cabo un pequeño ritual en su honor.

Utilizar a sectores menos favorecidos para dar realce a su imagen, es el pan de cada día entre la clase política. Estamos lejos de ver una verdadera inclusión, más allá de la propaganda.

mujeres rurales
La diputada Briseida Magdaleno con su sombrero. Foto: Archivo

Lee también: Impulsa GPPAN iniciativa en favor de las mujeres rurales de Guanajuato

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Reyes del disfraz

Un ‘performance’ semejante al de Briseida Magdaleno lo protagonizó el legislador de Morena, Emmanuel Reyes Carmona. En abril, el representante de Guanajuato en la Cámara de Diputados se apersonó en la discusión sobre la Reforma Energética con la indumentaria de los trabajadores de la CFE.

Reyes no sólo se arriesgó a una sanción por uso indebido de un uniforme, sino que llevó al límite del ridículo su papel de “soldado de la Cuarta Transformación”.

Si alguien lleva al extremo su indumentaria es el alcalde de Guanajuato, Alejandro Navarro. Durante el desfile conmemorativo de la toma de la Alhóndiga de Granaditas, apareció con traje de charro, mientras su esposa, Samantha Smith, lucía la indumentaria de las escaramuzas. ¿Qué tiene que ver la charrería con una batalla que se libró 70 años antes de su aparición? Todos nos lo preguntamos.

Al presidente municipal de la capital lo hemos visto con uniforme de policía, de beisbolista, como rapero, obrero, y ya advirtió que no parará, porque su misión es ponerse en los zapatos de la gente.

En el caso de Reyes y Navarro, sus intentos por ‘encajar’ quedan en burda caricatura, en un meme, casi bufonada.

Alejandro Navarro y su esposa. Foto: Especial

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Entre austeridad y opulencia

Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, la gente buscaba en Internet los atuendos con que aparecía en todo evento la primera dama, Angélica Rivera. De inmediato surgía la indignación por los costosos vestidos de diseñador que pagaban nuestros impuestos.

El gobierno actual, que promueve la austeridad, está lleno de contrastes. Mientras unos critican los trajes no hechos a la medida y los zapatos sin lustre de Andrés Manuel López Obrador, otros condenan que su hijo menor use unos tenis de más de 150 mil pesos.

Se exige al presidente humildad, se le exige una indumentaria a la altura de su cargo, se le exige no derrochar, todo al mismo tiempo.

Pero hay que reconocer los riesgos de estar todo el tiempo bajo el escrutinio público.

Esta semana, con motivo de la inauguración del Festival Internacional Cervantino, visitó la capital la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.

La presidenciable de Morena vistió pantalones negros, y sobre una blusa del mismo tono llevaba otra en color rojo, con bordados artesanales. Siempre parece debatirse entre la sobriedad y la búsqueda de la empatía con las raíces de nuestra gente.

Sheinbaum estuvo acompañada en varios eventos protocolarios por el gobernador, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo y el alcalde Alejandro Navarro (que por fortuna no apareció disfrazado de Quijote). En las fotografías se aprecia una audiencia variopinta, que sólo coincide en la incomodidad de sus rostros.

La presión de la vida pública rige lo que nuestros funcionarios visten, aunque parezca una banalidad, la ropa habla, significa, y lo más importante, representa.

Cultura
Claudia Sheinbaum y Diego Sinhue. Foto: Especial

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LO SUPERFLUO

Los políticos creen que usando un sombrero la gente del campo va a sentir que en ellos tienen un aliado.

LO PROFUNDO

¿Con qué personaje que lleva las riendas de este estado, o de este país, nos sentimos identificados? En realidad, con ninguno.

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