Sábado, 25 Enero, 2025

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El invierno… viene

Opinión

Héctor Andrade Chacón - Sociedad y economía

En los tres órdenes de gobierno debieran extremarse consideraciones en torno a lo que sufrirá la planta productiva nacional y en consecuencia la población en los próximos meses, por el encarecimiento de los energéticos -gas y electricidad- y una muy probable escasez del gas que importamos de los Estados Unidos.

Sin una visión estratégica que ligue el accionar gubernamental con el privado, desde Palacio Nacional no se observan medidas que indiquen garantía de abasto de gas, esencial en múltiples industrias y para consumo familiar. Los precios están ahogando la economía de empresas y hogares, mientras que el gobierno federal no ha podido cumplir su promesa de bajos costos ni una rápida operación, y sin problemas, de su empresa Gas Bienestar, que al momento resulta de muy bajo impacto en el mercado. A nivel industrial no han respuestas, simplemente.

Ayer, la armadora japonesa Honda, asentada en Celaya, dio a conocer que inició un nuevo paro técnico en su planta, el tercero del año, regresando a sus actividades hasta el próximo martes. De acuerdo las versiones dadas por el personal de la trasnacional nipona, la causa del paro es la carencia de gas natural. Aunque también se señala que no se ha podido tener continuidad en el abasto de otros suministros, sobre todo microcomponentes, otra de las grandes carencias en el año.

Aquí la preocupación es que apenas estamos llegando a octubre, inicio del otoño, y comienzan los problemas por desabasto de gas en el sector privado. Gas que viene del exterior, sobre todo de Estados Unidos, el mayor exportador del mundo, pero que enfrenta una gran demanda del combustible tanto de Europa como de Asia y hasta de Sudamérica, lo que además tiene saturado el sistema de transporte marítimo.

Para el caso de México, tenemos abasto por gasoductos y también por mar, en el Golfo de México. Pero, a lo largo de este verano, tanto la producción de gas, su almacenamiento y distribución, se han visto afectados también por la fuerte temporada de huracanes, ya que se produjeron daños en varias plantas del sector y eso ha limitado la producción gasera. Así que eso, sumado a la gran demanda internacional, que llevó los precios a los cielos (enviándose al gas a donde más pagan) está causando severos problemas en la cadena productiva internacional y, necesariamente, en México.

Por ello es importante mirar hacia fuera y observar lo que pasa con el mayor productor de gas y sus clientes en Asia y Europa, donde el mercado eléctrico, por ejemplo, ha generado hasta crisis políticas por el aumento de tarifas. Al momento, los precios del gas natural subieron a un nuevo máximo de siete años en los Estados Unidos ya que el vencimiento de las opciones de octubre agregó impulso a un repunte alimentado por las crecientes preocupaciones sobre la escasez de suministros de invierno.

Ojo. Las reservas de gas de nuestro vecino del norte están 6.9 por ciento por debajo del promedio de los últimos cinco años, según muestran datos gubernamentales. Además, cerca de 24 por ciento de la producción de gas en el Golfo de México sigue cerrada después del huracán Ida, según datos publicados ayer por la Oficina de Seguridad y Cumplimiento Ambiental de los Estados Unidos. Y se advierte que “no se espera que las operaciones en la región se recuperen por completo hasta el próximo año”.

Viendo las barbas de nuestros vecinos cortar, debemos poner las nuestras remojar. En esta crisis, los precios del gas para calefacción y generación de energía se elevan a precios impensados a nivel mundial con existencias escasas en Europa y Asia, lo que genera temores de escasez cuando el clima se vuelve más frío; se reitera estamos apenas en otoño.

En México no debemos olvidar que cuando llegue el inverno, las tormentas de nieve y las bajas temperaturas afectarán el sistema de producción y envío de gas por ductos. Lo sucedido a principios de 2021 debe dejar alguna experiencia. El desabasto no solamente fue el hecho de que no se hicieron las compras con tiempo y en volúmenes necesarios por parte del gobierno mexicano, al que se fue de las manos el tema, al abandonar las previsiones “neoliberales” de gobiernos anteriores, sino que como en otros temas, no saben otear de forma global y se olvidaron del clima. El clima restringió envíos y elevó precios.

Tuvieron que pedirse barcos para dotar de gas a la industria y las termoeléctricas tuvieron que echarse a andar con combustóleo.

Ahora, con todos los problemas internacionales que ha generado la pandemia de covid-19 en la producción industrial, más condiciones climáticas adversas, en otros lados han hecho sus reservados hasta de barcos. Por ejemplo, Europa depende de compras de gas de América o Rusia hasta en 70 por ciento de su abasto; y al momento, para evitar la escasez de buques que se vivió el invierno pasado y los costes sin precedentes para hacerse con el gas licuado, más fácil de trasladar, los importadores se han adelantado y han estado reservando barcos desde principios del 2021, lo que genera la competencia por los pocos barcos que queden libres cuando se acerque el invierno.

Por ahora es poco lo que se puede hacer para tener otras alternativas de abasto. El gobierno mexicano se ha empeñado en obstaculizar las inversiones privadas en el sector, además de enfocar su participación en el campo de las gasolinas, campo además en camino al desuso. Tampoco alienta las energías alternativas, como la solar. Lo único que queda para que no haya cortes de energía eléctrica en invierno, por desabasto de gas, o porque no se puede pagar a tan caro precio, será que nuevamente se use el combustóleo. Y en el sector privado, deberán rascarse con sus uñas y hacer más paros como Honda. Y en los hogares, ahorrar en uso de energía.

El invierno viene. Hay que prepararse.

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