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Elecciones en Brasil

Opinión

Santiago López Acosta - Tiempo Político

Elecciones en Brasil

Al momento de concluir este artículo, 2 de octubre de 2022, se están celebrando elecciones generales en Brasil, el gigante de América, por su extenso territorio y población, además de ser la economía más grande de Latinoamérica. Más de 156 millones de brasileños están convocados a los puestos de votación en los 26 estados del país y el Distrito Federal de Brasilia para elegir, además del próximo presidente de la República, diputados federales, estatales, senadores y gobernadores.

Hay 11 candidatos a la presidencia de la República, pero los principales son el actual presidente Jair Bolsonaro, que busca la reelección por el Partido Liberal; militar retirado, fue diputado en Brasilia por casi 30 años, y en 2018 fue elegido presidente en medio del descrédito de los partidos tradicionales, cuando se presentó como un alternativo (outsider). Su gestión, ubicada como populista de derecha, ha estado rodeada de todo tipo de polémicas, además de su cercanía y admiración por Donald Trump. Se ubica en el segundo lugar de las preferencias.

Quien encabeza las encuestas, Luiz Inácio Lula da Silva, ya fue presidente entre 2003 y 2010, postulado por el Partido de los Trabajadores, que ayudó a fundar en los años ochenta. Perdió tres elecciones antes de ser electo en 2002 y reelegido en 2006, ambas en segunda vuelta. Después de dejar el cargo estuvo en prisión casi dos años condenado por corrupción, y en 2019 salió de la misma por defectos de forma en el proceso judicial.

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En tercer lugar, se encuentra Ciro Gomes, exgobernador del estado de Ceará, que se postula por cuarta vez y se ofrece como una tercera vía, por el Partido Democrático Laborista, y no son pocos los llamados a que despeje el camino para la victoria de Lula en primera vuelta. La senadora Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasilero, aparece en la cuarta posición.

Las últimas encuestas publicadas antes de la elección le otorgan a Lula entre el 45 y el 48% de la intención de voto, y a Bolsonaro entre el 32 y 34%, o sea, una ventaja de entre el 10 y el 14%, a Ciro Gomes el 7.1% y a Simone Tebet el 4.9%. Para evitar la segunda vuelta el ganador deberá obtener por lo menos el 50% de los votos.

Casi todos los análisis coinciden en tres características de estas elecciones: la polarización extrema, la angustia de los brasileños y el temor de un golpe de estado.

A diferencia de anteriores elecciones donde los contendientes se veían como adversarios, con la polarización se instaló la noción de ‘enemigo político’, al que no se respeta ni se dialoga. Bolsonaro ha dicho que los comicios son “una lucha del bien contra el mal”, y se presenta como el garante de los valores conservadores y cristianos, y se ha referido a Lula como un ‘ladrón’, que llevará a Brasil a un socialismo como el de Venezuela. Ha sido acusado de incitar a la violencia política, incluso de que un simpatizante suyo apuñaló a uno de Lula. Éste, por su parte, ha calificado a Bolsonaro como ‘genocida’ por su respuesta a la pandemia de covid-19, y que en las elecciones se juega “la democracia contra el fascismo”.

Por otra parte, tres de cada cuatro votantes, miran con recelo las campañas electorales, temen sufrir agresiones por motivos políticos, según encuesta de la firma Datafolha. Además de preocupaciones económicas, de salud y de alimentación. El 15% de los brasileños (unos 33 millones) pasa hambre y otra cantidad similar sufre de inseguridad alimentaria moderada, más el 28% de esa misma inseguridad, pero leve. Sumados estos porcentajes arrojan que la mitad de la población, 125 millones, padecen o se angustian por falta o carencia de alimentación.

Quizá lo más peculiar de esta elección es sobre la incertidumbre de la actitud y posición que asumirá Bolsonaro ante su probable derrota, pues existen muchos temores de que emule a su ‘amigo’ Donald Trump como presidente de los EE. UU., descalificando los resultados, sí no le son favorables, así como el sistema y a las autoridades electorales, alegando fraude sin ofrecer pruebas, y tal vez incitar a sus seguidores a arremeter contra las instituciones, como los trumpistas el 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Washington.

Es tal la preocupación, que el mes pasado se presentó el Manifiesto en Defensa de la Democracia y el Sistema Electoral, con la firma de más de un millón de brasileños, incluyendo artistas, deportistas, intelectuales y expresidentes. Cabe mencionar que el Tribunal Superior Electoral de Brasil es un organismo tan prestigioso como nuestro INE.

En actos de Bolsonaro fue común encontrar carteles pidiendo ‘intervención militar’, incluso se registró casas de empresarios simpatizantes del mismo, que tenían foros en redes sociales sobre la posibilidad de un golpe de estado.

Las Fuerzas Armadas han tenido un protagonismo con Bolsonaro, y han cuestionado la justicia electoral sobre las urnas electrónicas, anunciando que harán un seguimiento propio del escrutinio, planteando dudas desde la Presidencia, con el propósito de contribuir a la inestabilidad.

Es probable que la elección se resuelva este 2 de octubre, con una diferencia tal que desactive los cuestionamientos, pero si Lula no alcanza el umbral mínimo del 50%, tendrá que volver a confrontar a Bolsonaro el 30 de octubre en la segunda vuelta, y la contienda será más ríspida y compleja. Ojalá que no nos veamos en ese espejo en 2024.

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