La educación es derecho y deber
LA EDUCACIÓN ES DERECHO Y DEBER.
Durante algún tiempo ideólogos de todo signo intercambiaron ideas sobre a quien asiste el derecho a educar a los hijos. Es evidente que todo derecho trae aparejada una obligación. Los padres tienen derecho a educar a sus hijos, pero éstos, deben tener la posibilidad de exigir el cumplimiento de la obligación de sus progenitores.
El Estado es una institución jurídica, que tiene trabajos que cumplir, como ente aglutinador de un grupo humano, inmerso en un proceso de desarrollo, en el cual se propone finalidades. Luego, el Estado tiene el deber de promover la unidad y a la vez defender la pluralidad, que matiza la naturaleza del grupo. Para el logro de esa finalidad, debe crear condiciones, para que la identidad de los grupos en medio de la diversidad que los componen, integren la unidad, en torno a los fines esenciales del Estado, objetivados en el sistema normativo que le da vida.
Luego, el Estado está expuesto y limitado por el orden jurídico, como instrumento del grupo para coordinarlos, dentro de un territorio, a través de un gobierno, para ser dueño de una identidad, que logrará mediante consenso entre ella misma; de donde deriva la obligación de educar del Estado y las atribuciones que debe tener, para cumplir la finalidad esencial: alcanzar la identidad y la unidad en torno a fines esenciales, que permitan mantenerlo vigente.
Lograr identidad en el grupo, permite erradicar las formas más aberrantes de enajenación, que hacen perder el rumbo a los grupos humanos en el camino rumbo a la realización de sus peculiaridades esenciales.
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La unidad en la diversidad se puede, cuando se toma conciencia de la propia naturaleza y, conjuntamente, se proponen fines evidentemente apoyados en el deber que se imponen los miembros del grupo, par alcanzar condiciones que le permitan disfrutar la vida y, no solamente, sufrir las consecuencias inherentes a su naturaleza.
La educación del individuo ha sido concebida, a través de los tiempos, para que la especie, alcance objetivos superiores a los que se propuso y logró, la generación anterior. De la aceptación de esta premisa, deriva la obligación cuyo cumplimiento garantiza: primero, la sobrevivencia del proyecto del grupo y luego, la incorporación de valores a su conducta cotidiana; de cuyo comportamiento, han surgido países con economías pujantes y desarrollo social sostenido. Generalmente éstos aceptaron ponerse límites, partiendo de la convicción individual de que su conducta genere cultura, y formas de ser, que superen lo obtenido, por las generaciones anteriores.
Si un sistema educativo no logra que la población en general se imponga límites y aprecie las conductas virtuosas de sus ancestros, para que a partir de ellas, logre que la generación subsiguiente avance, tendrá que recurrir a la reeducación, contraviniendo la sabiduría popular, que afirma que es más fácil amansar, que quitar mañas.
Es muy generalizada la idea de que la educación pretende desarrollar las facultades del ser humano. ¿A qué edad, deberá generar el Estado condiciones para que el proceso de superación individual alcance el comportamiento social, que integre a la vida cotidiana los valores fundamentales?
Es probable que haya quien piense que ni los padres ni los maestros están facultados para recomendar y lograr que el ser humano, en cualquier etapa de su desarrollo, reciba el consejo o sanción, de la generación adulta. Entonces, habrá que precisar, si la obediencia es una virtud o un lastre.
La educación es derecho y deber
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JRP