Lo que necesitamos saber sobre el acoso sexual
Lo primero que hay que saber es que el acoso sexual es una práctica ilegal. Se trata de la intimidación, promesas no deseadas conductas inapropiadas, violencia física a cambio de favores sexuales. No es una broma, ni un piropo, ni algo inocente. Es importante aclarar que el acoso sexual puede incluir comentarios ofensivos. En la mayoría de los contextos jurídicos modernos, el acoso sexual es no es legal.
Existe una posición de desventaja entre los individuos que convierte a un sujeto en víctima y al otro en ofensor. Puede ser un atributo físico, jerárquico, psicológico que pone en una situación de superioridad y subordinación a los actuantes. Tanto la que padece el acoso como la persona acosadora pueden ser una mujer o un hombre, o pueden ser del mismo sexo. Es ilegal en los casos en los que se genera un ambiente hostil u ofensivo, o cuando da lugar a una decisión laboral negativa como que la víctima sea despedida o asignada a un puesto inferior. Hay víctimas que pierden la vida.
El tema es complejo y tiene muchas aristas filosas. Hay. Muchas ambigüedades que agravan la situación de la víctima. Por ejemplo, se prohíbe las bromas simples, los comentarios desagradables, bruscos, vulgares, tampoco hay algo que se dirija a los incidentes esporádicos. La falta de claridad nos lleva a criterios poco uniformes en los que hay quienes opinan que no son muy graves.
Ver nota: Gabriel Quadri llama “señor” a diputada transgénero; le exigen disculpa
Desgraciadamente, el tema es cada vez más frecuente y se da en todos los ámbitos: en plazas de gobierno, en corporativas trasnacionales, en proyectos de emprendimiento. Después del encierro padecido a causa de la pandemia, se presentan más reclamos de acoso sexual.
Por ejemplo, según la Universidad de Harvard, la industria de los restaurantes, hoteles y hospitalidad es un caldo de cultivo propicio. Varios factores que hacen que los empleados de la industria sean particularmente susceptibles al acoso sexual: los hombres constituyen la mayoría de los roles gerenciales y mejor pagados; la cultura de la hospitalidad todavía elogia al cliente como ‘siempre correcto, siempre tiene la razón’ y se espera que las mujeres usen su apariencia como parte de la experiencia de servicio.
Por supuesto, las oficinas que poco a poco se van ocupando, la gente que está dejando el trabajo en casa y regresa a trabajar en una modalidad presencial, las escuelas, universidades y ámbitos académicos tienen también casos que no se deben minimizar porque un problema que se ignora crece y se desborda.
Entonces, ¿cómo se pueden en esta industria que da tantos empleos reducir el acoso sexual? En todo momento y para todos los casos, la capacitación para abordar estos temas es primordial. No se trata de un tema que se pueda abordar sin delicadeza, empatía y procedimientos.
Por lo tanto, lo primero es que se deben desarrollar y hacer cumplir las políticas contra el acoso sexual, así como establecer metodologías y procedimientos para que los empleados presenten quejas y para que los gerentes aborden las quejas de manera justa. En segundo lugar, los gerentes deben estar capacitados para reconocer las diferentes formas de acoso sexual, para comprender los requisitos legales de mantener un lugar de trabajo libre de acoso sexual y para aprender los pasos adecuados para abordar las quejas.
Pero, no sólo los líderes y directores deben capacitarse. También se debe exigir a los empleados que tomen capacitación en intervención de espectadores para que quede claro qué hacer al presenciar el acoso. Por último, la política de particulares y de los gobiernos a todo nivel deben de encargarse de proteger a sus empleados del comportamiento no deseado de los clientes. No se deben propiciar estas conductas, no se deben tolerar estas situaciones, no se deben minimizar los efectos.
Una denuncia de acoso sexual debe atenderse con seriedad y profesionalismo. La protección a las víctimas debe ser la prioridad. Muchas de estas conductas se pueden parar cuando aún se encuentran en un estado embrionario, de pueden desactivar los mecanismos de abuso y sobre todo, es necesario que el victimario padezca las consecuencias de sus actos.