Sábado, 25 Enero, 2025

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Los efectos de la violencia y sus pautas en los adolescentes

Opinión

Guadencio Rodríguez Juárez -Parentalidad

Los efectos de los malos tratos y la violencia han sido investigados ampliamente en las últimas décadas. Se asume que se trata de un fenómeno multicausal y que las consecuencias dependerán del cruce de diversas variables, por ejemplo, el tipo, frecuencia, intensidad y contexto del maltrato, la edad, temperamento y circunstancias de la víctima, la relación con el victimario, entre otras.

Cuando una niña o niño sufre maltrato, el resultado puede ser una lesión corporal, baja autoestima, angustia, falta de empatía con los demás, dificultada para entablar relaciones sociales, drogadicción o alcoholismo, delincuencia, suicidio u homicidio.

Sabemos que los efectos del abuso no son los mismos cuando el maltrato inició en la adolescencia que cuando inició en la niñez. Se presume que haber soportado durante la niñez un abuso que duró años deja daños mayores que un maltrato iniciado en la adolescencia. Las y los adolescentes a los que no se maltrató desde la niñez no están habituados al maltrato, y por ende no suponen que deba suceder, condición necesaria para poderse presentar como víctima de abuso parental cuando así sucede, junto con la capacidad de comunicación y denuncia y con cierto grado de iniciativa personal.

Las y los adolescentes abusados que también lo fueron durante su infancia suelen estar más invalidados en el plano emocional que los que no lo fueron, y su nivel de dependencia suele ser extremadamente grande. Muchos de quienes se abusó durante su infancia o niñez temprana y que fueron apartados del hogar no tienen posibilidades de abordar el abuso que sufrieron, y hasta pueden llegar a idealizar a sus padres y estar ansiosos de retornar a ellos.

Los investigadores en el tema, Eckenrode, Levine y Garbarino, describen cinco efectos psicológicos recurrentes en las víctimas.

1) Coherencia cognitiva. El rechazo experimentado en las experiencias de abuso le transmite a la niña, niño o adolescente directamente que no vale mucho, el cual, al empeñarse en lograr la coherencia cognitiva, procura conciliar siempre su realidad con sus sentimientos. A raíz de este proceso, siempre es posible que justifique el abuso parental autodegradándose.

2) Baja autoestima. La dominación, el rechazo, el fuerte castigo y abuso dan por resultado una merma de la autoestima. En tales condiciones, las y los adolescentes tienen menos experiencias de amor y de ética y tienden a volverse retraídos y sometidos, aunque de vez en cuando se pasan al extremo opuesto, el de la agresión y dominación. No se les ha dado la base para confiar en sí mismos y en la realización de sus potencialidades y competencias.

3) Angustia. Dado que las víctimas de abusos suelen desmerecerse a sí mismas, dependen en demasía de la opinión ajena, y por consiguiente se muestran ansiosas o angustiadas respecto de las señales que emite el entorno. Altos montos de angustia hacen que se magnifiquen los problemas reales, son causa de los fracasos y la falta de rendimiento escolar, temor al futuro y a la agresión. En general, el maltrato aumenta en la mayoría de las y los jóvenes su incertidumbre acerca de sí mismos y de su lugar en el mundo. Sienten que el mundo no es confiable ni ellos tampoco.

4) Falta de empatía. Las y los adolescentes maltratados suelen reaccionar ante los más pequeños de una manera que recuerda la reacción de sus padres ante ellos: son incapaces de tomar conciencia empáticamente de las necesidades de la niña o niño. Es decir, repiten la falta de empatía que tuvieron con ellos.

5) Malas relaciones sociales. Las y los adolescentes abusados suelen estar mal preparados para mantener relaciones sociales significativas con los demás. Suelen estar predispuestas a seguir siendo víctimas, con sentimientos de minusvalía, los cuales suelen traer otro efecto: la agresión, y sabemos que cuando un adolescente se torna agresivo, empeora su relación con el mundo, incluso con sus pares.

Las y los adolescentes destructivos sólo son efectores de una situación previa donde la comunidad no pudo garantizarles el goce pleno de sus derechos. De ahí la importancia de asegurarles el acceso a una vida libre de violencia, donde el buentrato sea la constante desde el arranque de la vida.

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