Sábado, 11 Enero, 2025

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Mucha muerte

Opinión

Cecilia Durán Mena - Las ventanas

Mucha muerte

Hay un binomio que está operando en territorio nacional y nos tiene de luto. La violencia y la impunidad están matando a muchas personas en todo el país. Se repiten las mismas palabras cada que nos enfrentamos a atrocidades como el asesinato de una diputada local, de un presidente municipal, de una periodista, de un padre que dejará huérfanos, de mujeres y hombres a los que se les acabó la vida. Nos dicen que no habrá impunidad y hay; que se hará justicia y no se hace; nos prometieron mejorar y estamos peor.

Hay duelo nacional. El alcalde de San Miguel Totolapan, Guerrero, y otras dieciocho personas, entre ellas su padre y varios policías, fueron asesinados en un ataque que reivindicaron Los Tequileros, una banda criminar que ya creíamos que no existía. Gabriela Marín, diputada del congreso local en Morelos fue balaceada a la salida de una farmacia. Dos individuos que viajaban en una motocicleta la mataron. La policía dice que ya ha implementado un operativo de búsqueda para encontrar a los presuntos responsables de este suceso que también dejó herido al chofer de la diputada.

Esos son los temas que nos escandalizan, nos irritan y luego olvidamos. Se suben mensajes a redes sociales que van arrebatados de indignación. Parece que las palabras se las lleva el viento. Se trata de una situación difícil de valorar por su rotundidad, porque no hay periodo comparable en la historia reciente, ni siquiera los peores años del sexenio de Felipe Calderón en la que se emprendió la llamada guerra contra el narcotráfico ha habido tanta violencia. La administración federal encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, disimula, voltea los ojos para otro lado, señala logros menores, reducciones magras a problemas inmensos, cambios de inercia imperceptibles, números maquillados. Ellos tienen otros datos.

Mucha muerte

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Mucha muerte

El coqueteo con las fuerzas armadas pone la piel de gallina. Cada día van ganando más espacios y la preferencia por militares o policías no es menor. No es que no agradezcamos a los uniformados las atenciones que nos han tenido al cuidar a los ciudadanos día a día, al salir de sus cuarteles y a dedicarse a algo para lo que no estuvieron facultados. No, no es eso. Se trata de señalar la necesidad de desplegar personal capacitado en atención ciudadana y no en estrategias de guerra.

No tenemos policías entrenados, con buen salario ni fiscales con una carga de trabajo menor. El Estado Mexicano falla al atacar el problema porque no lo sabe definir. Ataca las consecuencias, los síntomas no el mal que nos aqueja. No obstante, el Gobierno insiste en que la acumulación de efectivos. Los visten de un color distinto al verde castrense, y como dice el dicho popular, Juan te llamas. Esa una apuesta que sienten tan segura y que llevan largo plazo, no parece estar dando muchas señales de éxito.

Regiones como Guanajuato, Zacatecas, Guerrero, Sonora o Michoacán sufren la violencia en el corazón de su territorio, entierran a sus muertos y funcionan al margen de los deseos de Palacio Nacional. Así nos pasa. La impunidad se marida con la putrefacción del tejido social. Es la corrupción la constante en la ecuación de la violencia. También el abuso y la arbitrariedad galopantes. Esta tristeza mana de fallos del Estado a todos sus niveles, desde el federal al local.

No podemos decir otra cosa. Es la corrupción y las estructuras que la sostiene. Es la incapacidad del sistema de justicia para que los que delinquen paguen por sus crímenes. Hay mucha muerte y mucho disimulo. Hay tantos crímenes que se han perdido entre las cifras y los otros datos que se manejan desde el Gobierno. México rebasa los cien mil homicidios durante la administración de la 4T. La política de apoyo social y atención a las causas que originan la violencia en el país ejecutada por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, no ha sido suficiente aún para abatir los altos niveles de criminalidad.

Mucha muerte, muchas lágrimas, mucho luto. Hay poca justicia, se da poca relevancia a los casos, poca atención a los deudos. Mucho olvido, poca acción. Nos prometieron mejorar y estamos peor.

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