¿Qué pasó con los cartuchos?
Siempre que nos enteramos de un crimen, sin importar de qué índole se trata, empezamos a plantearnos preguntas de las que nos gustaría conocer sus respuestas. Lo más común es que jamás nos cumplan el gusto y que nos quedemos con la duda. Pero, también hay delitos en los que la obviedad y las intenciones quedan tan expuestos que hasta el más ingenuo se da cuenta de lo que sucedió. No se puede tapar el sol con un dedo y no se pueden ocultar las intenciones del robo de siete millones de cartuchos, hasta el más despistado entiende.
Resulta que este 10 de junio nos enteramos de que dos vehículos de carga que trasladaban los citados cartuchos salieron de la ciudad de Cuernavaca, Morelos, con destino al estado Texas en los Estados Unidos. Parece que todo iba bien, en tiempo e itinerario, no obstante, al pasar por el estado de Guanajuato, un grupo de delincuentes tendió una emboscada, interceptó al convoy con el cargamento y se los robó. No se necesita ser un genio para entender los objetivos criminales que motivaron este asalto.
Por supuesto, lo primero que nos da por preguntar es ¿qué pasó con los cartuchos? De acuerdo con las declaraciones que emitieron elementos de la Guardia Nacional, los tráileres cargados con —nada más y nada menos que— 7 millones 144 mil cartuchos de diferentes calibres transitaban por el camino, cuando fueron sorprendidos unas camionetas. Se inició una persecución, más adelante, otros vehículos les cerraron el paso y fue cuando inició el atraco. Efectivamente, parece que estoy narrando una anécdota de película, pero fue verdad. Sucedió.
Y, de acuerdo con las declaraciones, que podrán servir de sustento para el guion de una serie de policías y ladrones, varios sujetos armados se bajaron de los vehículos y forzaron a los choferes a abandonar el volante, los dejaron en el lugar del atraco y se llevaron los tráileres con el preciado botín. Los vehículos de carga fueron abandonados, por supuesto, vacíos ya sin el embarque.
Claro que uno se pregunta cómo pudo haber sucedido algo así, cuando se supone que el convoy iba escoltado por una empresa de seguridad, que a todas luces ya no se aprecia tan segura. Lo más sencillo es creer que los escoltas de la compañía pudieron haber estado implicados en el atraco. Y, aunque efectivamente, los caminos más sencillos son los más plausibles no son las únicas vías de investigación posibles. También se pone uno a pensar en el tiempo que les tomó a los delincuentes hacer las maniobras de descarga y sorprende que lo hayan podido hacer sin ser molestados. Uno puede especular muchísimas cosas, pero de que el incidente es raro, lo es; de que causa suspicacias, las causa.
Por supuesto, las reacciones en redes sociales no se hicieron esperar. Llama la atención el texto que aparece en la cuenta de Twitter del expresidente Felipe Calderón Hinojosa, en el que se plantea la misma pregunta que nos surge al enterarnos de semejante atrocidad: “¿Cómo es posible que le roben siete millones de cartuchos al Ejército Mexicano? ¿Custodiados por la Guardia Nacional? Ahí hay gato encerrado, más bien ratones de alto nivel…”
Si uno lo piensa bien, imaginar que un cargamento de municiones va tan custodiado —lo cual, dada la mercancía es lo lógico— hasta se respira con tranquilidad. Nada malo puede pasar si los custodios de la Nación van vigilando tan preciada carga. Pero ¿cómo nos sentimos al enterarnos de que ese cerco de seguridad fue superado? De nada sirve que me aclaren que la carga se trataba de cartuchos deportivos que se usan únicamente para caza y que no me digan que no sirven para nada porque esos artefactos pueden lastimar y causar muerte. ¿Cómo de que no le sirven a la delincuencia?
A mí me parece que un robo de mercancía sigue siendo un delito, con independencia si lo robado sirve para hacer la guerra o sirve de divertimento a alguien. Peor, si los cartuchos iban custodiados. No sé, el incidente no arroja conclusiones que abonen a la sensación de sentirnos seguros y protegidos. Realmente, sería importante que nos explicaran lo que sucedió y que nos dijeran la verdad.