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Redactar I

Opinión

Enrique R. Soriano Valencia - Chispitas del lenguaje

Redactar en el fondo implica varias habilidades: organizar ideas jerárquicamente y expresarlas a través de los vocablos aplicables (conocer el idioma y sus alternativas). Y si a ello sumamos belleza -es decir, un estilo atractivo que al lector le produzca agrado, no solo comprensión del texto-, entonces estamos frente a un documento impecable -independiente de su tema o clasificación-.

El vocablo redactar viene del latín redigi-re. Esta palabra originó dos voces en español: redirigir y redactar. El primero está compuesto del prefijo re-, que implica repetición; y dirigir, que según el Diccionario de la lengua española- significa «enderezar, llevar rectamente algo hacia un término o lugar señalado».

Por supuesto, redactar tiene un sentido algo similar. Pero para lograrlo, la segunda parte de la definición de dirigir es fundamental: debe haber un objetivo. Texto sin un propósito u objetivo es un documento inútil. Toda redacción, por mínima que sea, tiene una intención: dejarse un recadillo a uno mismo tiene como propósito ayudar a la memoria. Así, enviar una nota, escribir un poema, un ensayo o un cuento también lo posee por mucho que algunos autores digan que solo escriben por sacar lo que llevan dentro y es para sí mismos (eso ya es un objetivo).

Pero, además del objetivo, exige un orden, una organización. Escribir sin jerarquizar ideas es un caos total. De ahí una de las recomendaciones fundamentales para el empresario de la revista Forbes de México (enero 7, 2015): empresario que no está habituado a organizar sus pensamientos, es alguien que tiende al fracaso.

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Organizar una idea implica ordenar por prioridad para conseguir rápida y fácilmente el propósito. Es falsa (quizá demasiado romántica) la idea que el escritor se hace por inspiración, mediante alguna musa que dicta a su corazón. Y, por supuesto, iguala de inconsistente la contraparte: el demonio de los errores al escribir, conocido como Titivillus en la Edad Media.

Los redactores modernos ordenan con un propósito sus ideas para conseguir un efecto en su lector (tampoco es garantía lograrlo). Y a esta habilidad organizativa es a la que alude Forbes en un artículo. La redacción habitúa a organizar, planear, prever para alcanzar un objetivo. Por ello, es evidente que un ejecutivo, líder o un empresario aprenda a escribir de forma impecable. Y si no lo sabe hacer, entonces es imperativo que desarrolle cuanto antes esa habilidad. Redactar entonces es un ejercicio mental para organizar ideas. Por supuesto que en un ejecutivo una habilidad de esta naturaleza se refleja también en saber organizar procesos o procedimientos. Este aspecto es fundamental para la toma de decisiones.

Desde muy jóvenes pueden forjarse los líderes. Y eso no lo consiguen las escuelas porque la mayoría de los estudiantes pretende adecuar sus reportes a lo que señala un profesor. Así, muchos piden guías del contenido de un documento. Entonces, solo se dedican a desarrollar punto por punto lo solicitado. De esta forma quedan destinados a no habituarse a planear o buscar un efecto mayor: resuelven guías no crean textos. Su creatividad se reduce, queda limitada a cumplir, no a desarrollar una perspectiva. Seguiré el tema.

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