Sábado, 11 Enero, 2025

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Se acabó la pandemia, todos a la escuela

Opinión

Leon Ruiz - La mesa del rincon

Mañana arrancan oficialmente las clases presenciales como modalidad única en todo el estado, como si la pandemia ya hubiera terminado y el riesgo del coronavirus ya no existiera. Mañana volverán los abarrotamientos en el transporte urbano, las prisas en las calles y la entrada masiva a las escuelas, olvidando el confinamiento y las distancias.

Mediante comunicado oficial el secretario de Educación ha determinado que para lograr la recuperación de los aprendizajes, disminuir la deserción escolar, evitar el trabajo infantil, recuperar la salud mental del escolar, promover la recreación y la actividad física, no hay nada mejor que regresar a las aulas. Sin lugar a dudas que lo planteado por Jorge Enrique Hernández es correcto, al decir que la actividad áulica favorece el desarrollo armónico de los estudiantes, sin embargo, el riesgo es latente.

Asimismo, y bajo las circunstancias prevalecientes por la pandemia, el confinamiento y la carencia de un modelo educativo eficiente en casa, la improvisación pedagógica sin recursos técnicos ni didácticos, el magisterio abandonado a su suerte y una escuela virtual desorganizada, obligarían a que los responsables del sistema educativo presenten una hoja de ruta asertiva basada en un diagnóstico bien sustentado, para que el regreso atienda la problemática de fondo.

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El panorama educativo a partir de mañana será retador desde todas las aristas que lo integran, pues atender bajo protocolos sanitarios a más de un millón 667 mil alumnos, operar en condiciones “óptimas” a más de 12 mil escuelas y una plantilla docente y administrativa de más de 50 mil personas, no será tarea fácil. Asimismo, dinamizar la actividad escolar a su máxima capacidad, sin programas y estrategias de atención a las diversas brechas académicas y socio-emocionales, sería irresponsable y antiético en un gobierno humanista.

De igual manera, para mitigar los riesgos sanitarios se requerirá de mecanismos logísticos bien cuidados, lo que demandará tiempos y movimientos de la jornada escolar en detrimento de la labor académica, la que de igual forma ameritará de docentes y directivos atención especial por el impacto de las secuelas de dos años de ausencia escolar. Ahora es cuando el secretario de Educación necesitará de un equipo de inteligencia educativa competente y comprometido, para atender la nueva realidad de la escuela de la postpandemia y la readaptación socioeducativa de niños, niñas y adolescentes.

A partir de mañana comienza la prueba de fuego y la hora de la verdad para la educación del estado, pues ya no bastará con copiar folletos o ‘fusilarse’ manuales implementados en otros países de Centro y Sudamérica, o ‘refritear’ pruebas de conocimientos haciendo un batidillo de reactivos de las evaluaciones canceladas por la contrarreforma educativa sin los elementales cuidados y estándares de rigurosidad académica. Ahora sí se deberá aguzar el ingenio y la creatividad sustentada en un marco teórico metodológico que parta de las condiciones imperantes en la realidad escolar de este regreso obligado.

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Ante la realidad, se deberá activar la maquinaria burocrática dejando atrás la indolencia y las prácticas de la administración de la inercia, permitiendo a la sociedad conocer el programa emergente de recuperación educativa, las estrategias y proyectos innovadores que permitan contener las brechas de aprendizaje y el reencauzamiento de contenidos curriculares adaptados a las circunstancias, pues los vacíos del aprendizaje no sanarán con un simple “hacer como que nada pasó”.

Bajo esta tesitura, se hace necesaria la presencia de un Observatorio Guanajuatense de la Educación, que sea foro de análisis, crítica y compromiso para que el Sistema Educativo del Estado se enfoque en lo trascendente. Pronto reuniremos a activistas y científicos de la educación para esta noble y urgente tarea de corresponsabilidad con el futuro.

La educación exitosa demanda una participación corresponsable de todos sus componentes.

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