Sábado, 11 Enero, 2025

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Sequía

Opinión

Cecilia Durán Mena - Las ventanas

Dicen que las guerras en el futuro ni serán biológicas ni tecnológicas, sino que girarán en torno al agua. La molécula de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno que nos da vida, algunas veces se nos regala con furia y otras nos es esquiva y nos apalea con su desdén. El clima dicta que, si hace calor y no hay nubes, si los niveles de nuestras presas bajan y todavía no es tiempo de llover, habrá quienes padezcan de sed.

Las plantas empiezan a perder la línea recta y se joroban al suelo, los montes se empiezan a pintar de tonos ocre, las hojas de los árboles se arrugan, los animales ralentizan sus movimientos, los ojos pierden brillo y traen la lengua de fuera. Es redundante insistir acerca de la importancia del agua para la vida y el funcionamiento de los ecosistemas, de la flora y de la fauna. El agua forma parte de la totalidad de los procesos biológicos.

La verdad es que no hay nada nuevo bajo el sol. Los ciclos se repiten y aunque esas repeticiones se acorten o se alarguen según le de la gana al cambio climático, lo cierto es que sabemos que después del invierno llega la primavera y que además de ser el tiempo de las flores y los frutos, también llega la estación en la que hace calor y suele haber pocas lluvias.

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Cuando digo que hay quienes padecerán sed, no lo digo al aire. Hay comunidades en el país y en particular en el estado de Guanajuato, por el rumbo de la Sierra Gorda que no tienen agua desde hace más de un mes. La sequía pega duro y si la gente se quiere mojar la garganta o llevar agüita a sus casas tienen que comprarla en pipas. El agua potable les sale cara, hay poca y la que hay se les proporciona a los habitantes lo hace en forma muy escasa.

Como suele suceder cada año y en este no vamos a encontrar una excepción que confirme le regla, las pipas que deberían abastecer a estas comunidades están vendiendo el líquido. Las que lo llevan en forma gratuita no se dan abasto entre tanto viaje. Los que pueden pagan y a los que no, se les pega la lengua al paladar y a aguantarse y a esperar el siguiente viaje, y a ver si ahora sí les toca.

El problema es que parece que no aprendemos a llevarnos bien con el agua, como si no entendiéramos que sin ella se nos va la vida. Cuando tenemos mucha, la desperdiciamos, cuando nos hace falta, lloramos. En tiempos de lluvia, cuando se nos desbordan los ríos, dejamos que se escape por las alcantarillas, que se la chupe la sequedad de la tierra y no aprendemos a guardarla, a conservarla y a respetarla.

Lo triste es el olvido. El abandono cruel en el que se encuentran comunidades enteras, como si dejar de verlas fuera la solución. Terrible, pero mientras más se ignora este problema, más crece y más erosiona nuestra bendita tierra. Es verdad, el cambio climático hace de las suyas y la incompetencia de las autoridades parece su mejor cómplice.

Como si los responsables del manejo del agua no se enteraran de la falta de lluvias, el estrés hídrico y la sobre explotación de los mantos acuíferos. Estos son sólo algunos de los factores por los que actualmente tantos municipios de Guanajuato atraviesan una sequía extrema. Para decirlo con claridad, el problema enfrenta condiciones de alarma por falta de agua.

Y, en lugar de andar en lo que les toca, las autoridades se andan placeando sin dar soluciones a las urgencias de la gente más necesitada. Por supuesto, ya en medio del problema, lo que queda es poner un curita a semejante herida, dar paliativos y no soluciones.

Necesitamos ser eficientes, no hay otra forma de enfrentar la sequía, ya que el ciclo hidrológico tiene variantes y tenemos que ser muy inteligentes, con una planeación hídrica que nos permita hacer reservas, tener ahorros que nos permitirá utilizarlas en los tiempos de menor precipitación.

En días de tanta sequía, tenemos que recordar y hacer énfasis en el reciclado de la fertilidad del suelo. Cuidar a los animales y siempre que el manejo permite tenerlos más horas dentro del potrero en vez de bajo el rayo del sol. Hay que dejar de matar arboledas añosas, sembrar árboles, cuidar a la madre naturaleza y así ella nos cuidará a nosotros de la gran sequía que está por venir.

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