Sábado, 11 Enero, 2025

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Serranos: rebeldes ayer, sumisos hoy…

Opinión

Eliazar Velázquez - Divisadero

Los indicios históricos existentes de lo que desde el siglo XVIII se conoce como Sierra Gorda, entre otras cosas coinciden en describir a los habitantes de esta región como rebeldes y reacios ante los poderes civiles y religiosos que llegaron a instalarse por la fuerza.

El caso de la Iglesia Católica lo confirma, por estos rumbos tardó cuando menos dos siglos en conseguir lo que podría llamarse ‘normalidad institucional’, los propios evangelizadores dejaron testimonios de lo complicado que les resultó se adoptara el catolicismo como eje rector de la vida espiritual.

Lo mismo sucedió a los civiles y militares europeos que incursionaron en busca de conquistar estas comarcas y explotar riquezas como la minería, tuvieron que vencer muchas resistencias y usar fuerza despiadada para arraigarse y adueñarse de las tierras. Por eso se acuñó la idea de que la población de aquí era ‘bárbara, salvaje e incivilizada’, pero esa era la interpretación de quienes buscaban dominar, porque desde la perspectiva contraria la definición más exacta seria que ante esa intromisión la gente no fue dócil, ni sumisa.

Un dato adicional que confirma ese espíritu rebelde es que todavía hace menos de dos siglos, se hicieron varios experimentos jurídicos, políticos y militares para meter en cintura a la Sierra Gorda.

La rebelión de Eleuterio Quiroz…

Aún es posible encontrar en comunidades de las partes altas de la sierra el apellido ‘Quiroz’, pero en la memoria colectiva ya no está referido a quién podría considerarse uno de los últimos personajes de origen campesino que a mediados del siglo XIX (1847-1849) desafío al poder central con un planteamiento que se aproxima al espíritu que tuvo en sus momentos más prístinos la lucha del EZLN.

Estudiosos han podido documentar que Eleuterio fue arriero, peón de hacienda y soldado. Por esas razones subterráneas del destino y la historia, en su persona se concentraron múltiples y hasta contradictorios impulsos sociales y una utopía territorial, pues al igual que los indígenas de Chiapas, una consigna principal de su lucha era que la Sierra Gorda fuera reconocida como territorio autónomo.

Historiadores, como Gamaliel Ramírez, relatan que esa revuelta inquietó mucho, tanto por el tipo de demandas como por la cercanía con la capital del país, y también que en diciembre de 1849 mataron a este sublevado y lo colgaron en la serranía de Victoria para escarmiento de los demás. Quedó su intento como uno de los últimos alientos más decididos del impulso ancestral de estos cerros y de sus gentes por oponerse a las injusticias y a los atropellos.

Elecciones 2021: ¿dónde quedó la rebeldía?

Una de las grandes realidades que en estos tiempos electorales asoma en toda la serranía y en sus inmediaciones, es la impresionante resignación con que la gente asume que el perfil de los candidatos a los ayuntamientos y a diputaciones vaya de lo mediocre para abajo. Ni siquiera un principio tan importante como la honestidad es factor que define la valoración que se hace de los aspirantes. Se da por hecho que todos se aprovechan del dinero público, y las simpatías se mueven hacia el que, aunque robe, haga obras y reparta algo de ese botín.

Como parte de ese mismo engranaje de corrupción que está normalizado, el más amplio nicho de votantes se instala en la lógica de sacar algún beneficio de la ansiedad que traen los políticos por saludar y tocar puertas. Las familias saben que estos son los mejores días para hacerse de tinacos, cobijas, despensas, rollos de manguera, ‘casa diferente’, de vender el sufragio por unos pesos, o al que mejor le va conseguir algún trabajo los próximos tres años. No están en la sintonía de conocer propuestas o escuchar largas liturgias partidistas, su expectativa se reduce a saber qué le ofrecen por su voto. Son minoritarios quienes toda esta podredumbre les provoca algún conflicto, y todavía son menos los que expresan su malestar así sea solo en redes sociales.

Ante este paisaje social desolador, la gran pregunta es ¿en dónde quedó toda esa tradición ancestral de dignidad y rebeldía frente al gobierno, que un día existió en la sierra y sus alrededores?

Aunque muy ocasionalmente suceden hechos aislados donde se manifiestan inconformidades, cinco siglos después de que llegaron los primeros aventureros, evangelizadores, y luego de treinta años con gobernadores panistas, hoy está cumpliéndose cabalmente el propósito de domesticar y arrancarle a la gente el temperamento rebelde.

Se podría decir, que en la misma tumba donde quedó Eleuterio Quiroz también fue sepultado el espíritu insurrecto de los serranos. En la cristiada y el agrarismo tuvo un leve despertar, pero finalizados esos movimientos volvió a enterrarse. Esto último aconteció hace casi un siglo, y desde entonces a la fecha, es estremecedor el silencio de la mayoría de la gente ante la impunidad y los abusos del poder.

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