Viaje al centro de nuestros pensamientos
“No nos cansemos de hacer el bien”.
Papa Francisco, mensaje de Cuaresma 2022
Como me sucede muy a menudo, cada que llega el Miércoles de Ceniza me sorprendo. Siento que apenas está iniciando el año y lo que empieza es el periodo cuaresmal. Se nos han ido los primeros dos meses del año y han sucedido tantas cosas que jalan nuestra atención y sin que sea una excusa, no en vano, me asombro al darme cuenta de que el primer bimestre ya se fue.
Más allá de cualquier filiación política o religiosa, de filias y fobias o de diferencias explícitas o soterradas, la mayoría de lo seres humanos estaremos de acuerdo que estamos viviendo tiempos duros. Por eso, me llama la atención que el Pontífice se inspire en las palabras de San Pablo a los Gálatas y nos invite a que: “No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad (kairós), hagamos el bien a todos”. (Ga 6,9-10), es la cita bíblica sobre la cual medita el Papa Francisco en su mensaje para el tiempo litúrgico de la Cuaresma de este año.
Ver nota: Entre negociaciones, ataques en Ucrania siguen: bombardeo deja 10 muertos y 35 heridos
Es como si el Papa Francisco nos animara a seguir adelante, porque parece que la Humanidad ya se cansó y lejos de estar haciendo cosas buenas, ya le gustó extraviar el camino y andar gastándose los días haciendo fechorías. Es como si se nos hubiera olvidado la ruta del bien. No exagero. Basta echar una vista a Europa Oriental o a lo que acaba de pasar en Michoacán y se darán cuenta de que tal vez me quedé corta. Vemos plazas destruidas por misiles, personas que mueren a balas, niños que quedan huérfanos, madres y padres que pierden a sus hijos, familias que se quedan sin patrimonio y gente que de un día para otro se ven expulsados de sus casas porque la situación ahí es insostenible.
Caemos en la tentación de normalizar tanto daño y atropellos. Y, todo empieza, me parece, con la falta de atención que nos prestamos; con esa manía de creer que no va a pasar nada —total, qué tanto es tantito— y nos vamos dando licencias para tomar caminos equivocados sin darnos cuenta de que a toda acción corresponde una reacción. Nos dejamos convencer de que la línea recta se puede torcer, de que la justicia se puede doblar, de que la verdad se puede soslayar. No, no se puede. Lo torcido, lo chueco y las mentiras son lo que son.
La vida, parece decirnos San Pablo, es similar al terreno agrícola: aquello que sembramos es lo mismo que vamos a cosechar. Recogeremos aquellos frutos que broten de nuestros actos, si no es ahora, será después. Una rápida mirada al mundo nos deja ver la avidez por lo efímero, la soberbia rampante, la falta de solidaridad. ¿Cómo vamos a ser empáticos si ni siquiera somos capaces de ponernos atención a nosotros mismos? Vamos corriendo de un lado al otro, con una prisa que nos consume, brincamos de un tema al otro, de un pendiente al que sigue y al terminar el día no somos capaces de enumerar en qué se nos fueron los minutos y las horas.
Entonces, con independencia de credo o filiación política, parece que la admonición del Papa Francisco es pertinente. Frente a los hechos que atestiguamos a diario, lejos de e verlos naturales y de dejar de darles importancia; frente a la tristeza de los semejantes y al dolor ajeno, es conveniente hacer un alto y reflexionar. Llegar al centro de nuestros pensamientos y quitarnos las capas de indiferencia y apatía que se nos pueden haber formado.
Ver nota: Continúan los ataques a Kiev pese a diálogo entre Rusia y Ucrania
Por supuesto, el viaje al centro de nuestros pensamientos debe ser un ejercicio de reflexión profunda. Es una oportunidad para ponernos atención y analizar qué es aquello que estamos sembrando. Ese es el primer paso hacia el entendimiento. No lograremos comprender al mundo si no desentrañamos nuestro propio misterio.
Y, en esa conciencia, seguir tirando adelante sin miedo y sin cansancio para hacer el bien. Eso insisto, es algo bueno, más allá de nuestros propios valores, sentimientos y conveniencias. Indagar qué es lo que estamos sembrando para saber lo que vamos a cosechar.