Por una cartera, Felipe perdió su pie; ladrones lo arrojaron a las vías del tren
Jonathan Juárez
San Francisco del Rincón.- Felipe le agradece a Dios estar vivo y transitar una vida “normal”, sabiendo que pudo haber muerto a causa de la inseguridad que se vive en el estado: fue agredido, pero los delincuentes no contentos lo aventaron a las vías del tren con la intención de que fuera arrollado por este.
A sus 52 años, y de oficio pespuntador, Felipe sale todos los días de su casa hacia un pequeño taller que se encuentra a unas calles, en La Estación, una comunidad de San Francisco del Rincón.
Al hablar sobre el momento que vivió aquel 26 de julio de 2012, su rostro se entristece un poco. Pero sonríe al recordar que varios factores se conjuntaron para que hoy pudiera decir: “no me tocaba”.
Aquella noche volvía de una reunión, de Ojo de Agua, cuando seis hombres lo abordaron mientras caminada a un lado de las vías del tren, en dirección a su domicilio.
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Aun viendo que no portaba muchas pertenencias, lo golpearon con un tubo, y lo hirieron con un cuchillo hasta dejarlo inconsciente.
“Fue de noche, estaba oscuro. Venía yo para mi casa, y fue cuando me encontraron los asaltantes. Uno trató de golpearme. Yo traté de defenderme, y ahí fue cuando se acercaron los demás y entre todos me golpearon.
En eso, estaba pasando el tren. Me aventaron entre todos. Cuando ellos me aventaron, yo ya estaba inconsciente. Cuando reaccioné ya tenía mi pie todo destrozado. No alcanzaron a meterme todo, su intención era asesinarme”.
Nueve años después, sigue impresionado de que, por un reloj y una cartera, estas personas casi le quitaron la vida.
En ese momento quedó tirado con el dolor físico y psicológico de ver que había perdido el pie. Él mismo señala que pensó que no iba a vivir para contarla, pues se encontraba solo, sin poder moverse, en medio de la nada.
“Pensé que ya había acabado mi vida ahí, ¿pues quién me iba a salvar?”, agregó.
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Como un hecho extraordinario, una patrulla de la Policía Municipal pasaba por el lugar. Los ladrones le habían dejado un celular que no se dieron cuenta que traía.
De inmediato, Felipe encendió la luz para hacer señas a los policías, quienes, al verlo, se acercaron con precaución y con las armas apuntando, por lo extraño que parecía el caso.
“Quizá pensaron que era una trampa. Iban con sus pistolas. Pero cuando me vieron, le hablaron a la Cruz Roja, y me llevaron al hospital”.
Actualmente trabaja como pespuntador. Ha aprendido a vivir sin su pie, una prótesis ha sustituido dicha parte de su cuerpo. Tiene dos hijas a quienes ve cada fin de semana y se esfuerza por salir adelante a pesar de la difícil situación que le tocó vivir junto a las vías.
“Hay que valorar más la vida y hay que seguir adelante, más que nada. Cuando no te toca, aunque se ponga uno. Veo mal eso de los delincuentes, necesitamos más seguridad”.
LC