Fernando García, músico guanajuatense comparte su travesía musical entre pasiones y desafíos

Guanajuato, Guanajuato.- Fernando García ha encontrado en este arte una manera de conectarse con el mundo y de hacer frente a las complejidades que implica vivir de la música. Su trayectoria, marcada por el apoyo familiar, la exploración personal y la búsqueda constante de expresión, revela la dualidad entre la belleza del arte y las realidades pragmáticas que rodean a aquellos que se dedican a la música. A través de sus experiencias, Fernando revela para Periódico Correo las luces y sombras de una carrera donde la pasión y la necesidad de equilibrio se entrelazan en un camino de autodescubrimiento y perseverancia

Músico, cantautor y trovador, originario de Guanajuato capital, ha hecho de la música una parte importante de su vida durante veinte años. Comenzó con esta pasión desde muy joven, escribiendo canciones a los 12 años debido a la inquietud que le generaba poder plasmar ideas, sueños e inquietudes. Según él: “Yo empecé a tocar la guitarra a los doce años y a cantar en la escuela. Poco a poco iba sacando canciones de otros artistas, y a medida que mejoraba, surgían más y más ideas propias”. Sus padres siempre apoyaron su pasión por la música, lo cual fue de gran ayuda para el músico:

“No tanto en el aspecto de dedicarme a la música, creo que eso yo poco a poco los fui convenciendo con el pasar de los años; yo creo que, como todo padre, se preocupan y quieren que estudies algo diferente, porque sí, la música, el arte, es algo muy complicado”.

Le pagaban clases y compraban sus guitarras

Para Fernando, la música es una bendición, ya que en ella se pueden canalizar las emociones: “Hay quienes no tienen esta parte, en algún deporte, para mí siempre ha sido un escaparate, me ha dado muchas satisfacciones”. No obstante, menciona que al igual que hay cosas buenas, también existen reveses, mismos que él ha vivido en carne propia:

“Porque no es fácil. Yo creo que cuando algo te apasiona, no todo es bonito; también hay frustraciones, problemas y obstáculos que hay que sortear”.

Uno de ellos es la falta de recursos para invertir en equipo para llevar a cabo este oficio: “Una guitarra, un micrófono, tu preparación, todo cuesta. No es nada más de tener talento y ya lo demás viene gratis; es una parte de inversión y otra parte también de lo que tú quieres hacer”.

A decir del cantautor, la música sin duda es muy bonita, sin embargo, hay veces que no se puede vivir solamente esperando el ingreso que genere esta actividad: “Hay que hacer otras cosas, yo aprendí después de la pandemia que no era bueno dedicarse a una sola cosa, porque la pandemia nos sacudió a todos, nos enseñó que es necesario invertir en otros proyectos, que también nos hacen muy bien”. Él se dedica actualmente a bienes raíces, lo cual ayuda a sostenerse económicamente y poder reinvertir en la música: “Si no tuviera otro trabajo, tampoco podría hacer la música de una manera más desahogada, porque tampoco es bueno hacer arte presionado, solo por tener dinero para comer o para subsistir diariamente, no es lo correcto”.

Su primer acercamiento directo con un público, él tocando ya una guitarra, fue en su etapa de secundaria, donde tenía las primeras tocadas con sus compañeros en festivales de la escuela: “Ya en la preparatoria una vez gané un concurso de talentos, ahí muy padre, porque fue la primera sensación que tuve de que podía hacer algo. Ya después poco a poco salían trabajos, ganar unos pesitos era muy padre (...) cuando gané el concurso en la preparatoria fue como la sensación de saber que sí tenía el talento, de ahí me emocioné mucho y seguí ilusionado para volver a ganar otro tal vez, o presentarme y que me aplaudan, que reconozcan que lo hago bien”. Después de esa etapa, comenzó a tocar en bares, tener contratos para eventos, tocar en festivales: “Y realmente eso... eso es otro mundo”.

Ha tomado clases por su cuenta, como armonía; estuvo un año en la escuela de música, sin embargo, fue ahí cuando se dio cuenta de que tal vez esa no era su ámbito: “He estado siempre tocando durante veinte años, en diferentes lugares, ya de manera profesional; es una escuela muy grande y tal vez la más verdadera, por decirlo así (...) yo quisiera tener más conocimientos musicales, obviamente, si hubiera podido, hubiera seguido estudiando; me refiero a poder, porque tal vez en ese tiempo no pude, con la mentalidad que tenía en ese momento, y yo decidí mejor no estudiar”. Situación que hoy en día cambiaría, sin embargo, a la que llama “la escuela de la vida” también es muy valiosa.

Fernando ha participado tocando en varios proyectos, no solo con sus canciones, también para grabar guitarras y voces: “Y eso padre porque no solamente te cierras a tus proyectos. Me ha tocado grabar guitarras para otros cantautores o para otros músicos, y eso es muy importante para mí”.