La historia de Esperanza, la heredera de una tradición alfarera en Guanajuato capital
Guanajuato, Guanajuato.- La señora Esperanza Noriega tiene un puesto de artesanías en el segundo piso del Mercado Hidalgo. Desde lo que ella recuerda, hace más de cincuenta años, realiza este trabajo, el cual heredó de su padre, un reconocido alfarero de Guanajuato.
"Vendo de todo, artesanías mexicanas, puro mexicano (…) mi padre era alfarero, era tornero”.
Durante todo el año tiene a la venta coloridas Catrinas, alebrijes, aretes, tazas, blusas con decorados tradicionales, guayaberas, ponchos, recuerdos de la ciudad, entre otras cosas, que llaman la atención de los turistas que pasan por su local.
"La Catrina, nosotros aquí las fabrican, todo lo que es alebrijes nos lo traen de Oaxaca, es una preciosidad la artesanía mexicana. Yo compro puro mexicano para ayudar a los artesanos (…) tengo guayaberas de todas las tallas y son de Mérida, Yucatán”.
Las catrinas que tiene a la venta durante todas las temporadas del año son hechas por las manos del artesano a quien Esperanza se refiere como Luis. "Es muy buen pintor, es muy buen escultor, todo esto lo hace él (…) mis respetos para este muchacho”.
Mencionar a su padre, Roberto Noriega, produce en la comerciante una sonrisa en su rostro y le trae recuerdos que compartió con Periódico Correo: "Mi padre es de herencia de alfareros, era de los mejores torneros de aquí de Guanajuato, mucha gente lo conocía. Teníamos una alfarería (alfarería Noriega), mi padre tenía una alfarería grande allá por el camino a la cata. El barro, ellos con los pies lo trabajaban también a veces. Mi padre con las manos hacía sus mezclas para hacer sus cosas, unas cosas impresionantes”.
Esperanza aún conserva algunas cosas que en vida su padre inmortalizó en barro:
"yo aquí ya no tengo nada de él. Pero sí, si guardo algunas cosas, tengo floreros, tengo jarritos, tengo juegos de café, tengo juegos preciosos, los juegos él los hacía en el torno".
Además, añadió que camiones grandes y carros arriban a su negocio para comprar y llevarse cantidades importantes de mercancía. A decir de la heredera de Roberto Noriega, los jóvenes ya no se interesan por aprender y poner en práctica el oficio de alfarero, mismo que ella destaca como lo tradicional de Guanajuato:
"Lo tradicional de Guanajuato era la alfarería, ¿cómo no lo voy a saber yo, si yo dependo de una familia de artesanos alfareros? Mis tíos hacían unas cosas que le dicen el arrocito, chiquitito, hacían floreros, hacían ollitas, cazuelitas (…) ya a los jóvenes no les llama la atención”.
Cuando era niña, la señora Noriega disfrutaba de su tiempo paseando por los paisajes de aquel Guanajuato de antes:
"Yo me acuerdo de chiquitita, me gustaba mucho ir a las pilas de ahí donde estaba en el cerro donde tenía mi padre la alfarera, ahí abajo iba a los garambuyos, a los nopales, a todo eso a cortarlo… ahí viví mi niñez”:
El oficio que el señor Noriega en vida realizara no trascendió con las generaciones, sin embargo, también se desempeñó como comerciante. Esperanza recuerda que su familia tenía un puesto a las afueras del Mercado Hidalgo donde ella aprendió el oficio:
"Mis padres estaban allá afuera, les dieron un puesto aquí adentro y se metieron (…) ya no nos querían afuera, por qué, por la lluvia, y nos dejaron venirnos (…) fue cuando vino la Reina Isabel, ya estaban aquí establecidos los puestos, muchos. La Reina Isabel de Inglaterra vino a visitarnos a muchos”.
Se dice orgullosa de su puesto y deja muy en claro que es ahí donde ella se siente muy a gusto:
"mi amor es mi negocio, porque viene de mis padres, a mí me lo dejaron y lo amo, yo no pienso dejarlo nunca, ni por los miles de pesos que me den para rentar, no. Yo aquí vivo, mi negocio es mi vida. Orgullosamente de Guanajuato y del Mercado Hidalgo, de aquí hemos tenido, muchos, lo que tenemos (…) mi mercado no lo cambio por nada”.
GALERÍA
Fotos: Francisco García