Jazmín Castro
León.- De los solventes, el alcohol y otras drogas, pasó a las libretas, plumas y libros; es la vida de José Reyes Álvarez Quesada , de 48 años de edad, quien tuvo que enfrentarse a sus ‘demonios’ producto de las drogas para salir adelante. Hoy, con gran esfuerzo, es un abogado.
Desde el corazón de la colonia San Felipe de Jesús , en una oficina que montó en su hogar donde colocó su título y la fotografía grupal del día de su graduación como licenciado en derecho, cuenta que nada fue fácil en su desapego y adicción a las sustancias nocivas, pero gracias a una de sus hermanas y la gente que lo rodea salió adelante.
Recuerda que fue hace poco más de 8 años, cuando trabajaba en una fábrica de botas que comenzó a oler el solvente que utilizaba, de ahí se abrió la puerta a otro tipo de sustancias, el crystal, el alcohol, tabaco, que lo sumergieron en una adicción que lo llevaría a tocar fondo.
Lo perdió todo, su casa, su esposa y siete hijos que se marcharon, solo y con el sentimiento de abandono, sus pensamientos se tornaron suicidas y a sus 40 años, creyó que no tenía más por dar.
“Pedía comida a mis vecinos y solo me drogaba, tenía pensamientos negativos y sentía que ya nadie me quería, no me iba bien”, señaló.
Llegó el cambio
“Con las drogas no se me abrían fuentes de trabajo. No podría trabajar, y mi hermana me hizo la lucha, me anexo como cuatro veces en grupos de superación personal, fue de la forma que comencé a tener un cambio en vida. Me enseñaron a socializar con la sociedad y tenía que reparar los daños de cómo me miraban los vecinos, y tenía que cambiar de actitudes y estar con gente positiva”, expresó.
Dijo que hace ocho años dejó las drogas a través del apoyo de los grupos de ayuda, luego un año y medio después ingresó a la preparatoria y después a la universidad, aunque en algunas ocasiones intentó desistir por no contar con recursos económicos, cada vez más la gente lo alentaba y sus profesores.
En el camino de la educación y en la abogacía encontró su pasión, transformar su pensamiento de manera positiva y ver la vida distinta, hoy, las puertas y las amistades se le dan casi por añadidura.
“Es muy triste esa vida, ahora voy a los grupos y les digo a los compañeros que, si se puede, no hay necesidad de ser esclavos de nada y podemos ser personas triunfadoras”, resaltó.
Actualmente, José participa en grupos para ayudar a jóvenes con adicciones, por las mañanas trabaja como agente de ventas en el sector calzado, y sigue sus prácticas por la tarde en un despacho. Aunado a su carga laboral, abrió una oficina en su hogar para asesorar de manera gratuita a su comunidad, a sus vecinos, que en algún tropiezo de su vida lo ayudaron y esta vez es su forma de retribuirles su apoyo.