Ellas son mujeres que desafían la adversidad como policías y bomberas en Guanajuato

Guanajuato, México.- Estas mujeres valientes de Guanajuato desafían la adversidad en sus roles como policías y bomberas, demostrando que el valor y la determinación pueden superar cualquier obstáculo.
Araceli González, una mujer policía empoderada, lidera la lucha contra la violencia de género en Celaya
Araceli González Melchor de 48 años de edad y 18 siendo policía, jamás se imaginó que sirviendo a los ciudadanos se sentiría plena, feliz y empoderada. Ella comenzó su carrera como un oficial ‘pie tierra’, ya ha pasado por varias áreas de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y actualmente es la encargada de la Policía de Género.
Una buena parte de su vida fue ama de casa, sin embargo, se divorció y ocupó trabajar para sacar adelante a sus hijos. Un día llegó a sus manos un volante del Instituto de Formación Policial (Infopol) y se animó a ingresar a la academia, ahí comenzó su carrera policial.
En los 18 años que tiene como policía municipal ha pasado por varios departamentos, un tiempo estuvo en prevención social y hace tres años al crearse la Policía de Género ella fue una de las elegidas para ser parte de este grupo, del cual medio año después la nombraron coordinadora.
Araceli platicó que una de las cosas más gratificantes de su trabajo es poder atender a mujeres o menores de edad que son víctimas de la violencia intrafamiliar o de género y que han sido rescatados, pero que además se les canaliza para recibir atención psicológica, jurídica o lo que se requiera.
Aunque ser policía es un trabajo de riesgo y en los últimos años se ha vuelto sumamente peligroso, nunca ha pensado dejar su profesión porque es su vocación y a lo que seguirá dedicando “hasta que Dios quiera”.
“A mí me encanta tanto mi trabajo, la satisfacción de seguir ayudando a la ciudadanía es lo que me impulsa a día con día levantarme y seguir adelante y hasta que Dios diga hasta aquí, voy a estar aquí hasta que Dios me lo permita seguir en el trabajo, que es lo que me gusta y realmente me conforta porqué, porque ayudo a la ciudadanía”, platicó Araceli.
Araceli dijo que su profesión exige estar siempre al servicio de los demás, tener un gran compromiso con la sociedad y desempeñar el trabajo con una gran dedicación.
De las cosas más gratificantes que le ha dejado su trabajo y por lo cual se siente muy contenta, es que el 2022 terminó con un promedio anual de 200 denuncias por violencia de género y el año pasado cerró con más de mil.
Araceli explicó que no es que haya crecido como tal el delito, sino lo que aumentaron fueron las denuncias y recalcó que en la actualidad las mujeres o familias violentadas no sólo reportan al 911, sino que ya muchas se animan a denunciar en la Fiscalía General del Estado.
“Antes era un reporte que ibas y ahí se quedaba, ahora la diferencia es que vas atiendes ese reporte y le das un seguimiento a esa niña, a esa mujer que está saliendo de ese círculo de violencia y puedes hacer mucho más por esa persona. Anteriormente la gente no tenía la información, ahora nosotros vamos a las escuelas, explicamos los diferentes tipos de violencia, las diferentes modalidades, cuando tú le das a la gente esa información das la pauta para que pongan la denuncia y salgan de ese círculo de violencia. Sí subieron las denuncias, pero fue para bien, cuando nosotros empezamos con la unidad, de un año estamos hablando de 200 reportes ciudadanos al año, ahorita al año llevamos más de mil formatos”, platicó.
La encargada de la Policía de Género platicó que uno de los momentos más difíciles de su carrera fue un día que llegaron a rescatar a un bebé de 11 meses (que parecía de dos por el maltrato y falta de atención que sufría) que se puso a disposición del DIF pero que falleció. Por ello, dijo, es muy importante la denuncia ciudadana.
También hizo un llamado a las mujeres o quienes sufren violencia a que racionalicen que una cachetada, un “golpecito” o incluso los gritos no son formas sanas de interactuar.
“El primer paso es ellas reconozcan que están sufriendo violencia, muchas veces acudimos atender un reporte y ellas nos dicen: no es que no me está haciendo nada, nada más me gritó nada más me jaloneó, nada más fue una cachetada, recuerden que la violencia es desde un grito, un insulto hasta lo que es un jaloneo, un golpe, una cachetada”, indicó.
Para Araceli ser mujer policía es “ir siempre con la frente en alto, muchas veces nosotras como mujeres pensamos que no valemos, al principio cuando yo entré aquí yo sentía eso, pero hoy sé que cualquier mujer es grande, por eso les digo que se vean al espejo y piensen: soy valiosa y soy grande. Las mujeres somos grandes”, comentó.
Ana Lilia Molina, ejemplo de valentía y dedicación en el Cuerpo de Bomberos de Celaya
Ana Lilia Molina Jiménez de 44 años de edad es bombera desde hace seis y encontró en su profesión una manera de empoderarse y al mismo tiempo sacar adelante a sus dos hijos. Ella jamás se imaginó que apagando incendios, ayudando a sus semejantes y participando en labores de rescate encontraría la felicidad.
Ana Lilia contó que se integró al Heroico Cuerpo de Bomberos de Celaya porque una amiga la invitó a que la acompañara a una guardia y a partir de esa noche se enamoró de lo que hace un bombero.
De los seis años que tiene como bombera, dos fue voluntaria pero buscó ser contratada ya que es jefa de familia y ocupaba un trabajo para sacar adelante a sus dos hijos.
Actualmente es la única mujer que está contratada y recibe un salario por lo que hace, pues aunque hay más mujeres en la corporación de bomberos, están como voluntarias.
“No me imaginé que iba a formar parte del departamento de bomberos, el primer día fue muy emocionante. Al principio nos capacitan para conocer todo el equipamiento de bomberos, posteriormente nos van capacitando en cada uno de los servicios y van sacándonos poco a poquito, no es de qué el primer día salgas a algo grande o un servicio de magnitud. Yo cuando entré no existía la academia, prácticamente yo aprendí de manera empírica y actualmente los estudiantes duran un año en la academia”, platicó.
Y aunque ser bombero en algún momento fue una actividad estereotipada, Ana Lilia señaló que ella se ha sentido muy apoyada por sus compañeros, quienes la han enseñado y ayudado.
Dijo que para ser bombero no importa si es hombre o mujer, sino la vocación de servicio y las ganas de apoyar y ayudar a los ciudadanos.
“Lo bonito de los servicios es el agradecimiento de la gente, eso no se compara con nada, al momento de terminar un servicio y que ya no existe el riesgo, muchas veces el agradecimiento de las personas a las que se les brinda la ayuda es lo más gratificante. Desgraciadamente hay servicios que son pesados, o que se pierden en ocasiones vidas, eso es lo más lamentable, especialmente si son menores, nosotros tratamos de hacer lo mejor posible pero hay ocasiones en los que llegamos y ya no se puede hacer mucho”, mencionó.
Y es además del riesgo que conlleva su trabajo, Ana también debe tener una buena condición física, ya que su uniforme pesa cerca de 12 kilos y va aumentando conforme el equipamiento que lleve o bien el agua que le caiga al momento de estar sofocando un incendio.
Ana Lilia confesó que el ataque que sufrió su compañero Felipe Jiménez Sánchez, el pasado 7 de enero, cuando se dirigía a atender una quema de vehículos producto de la jornada de violencia que se vivió ese día, sí mermó el ánimo de varios de los bomberos, pero al final de ese mismo suceso tomaron la fortaleza para seguir trabajando para apoyar a la ciudadanía.
“Fue un acontecimiento lamentable, sí nos pegó bastante en cuestión anímica porque efectivamente no pertenecemos al tipo de dependencias que se confrontan con este tipo de personas”, señaló.
Artemisa Luna: Valiente policía con discapacidad visual
El amor al uniforme le ha permitido a Artemisa mantenerse frente al servicio ciudadano. Hace tres años le diagnosticaron glaucoma y ha perdido la visión casi en su totalidad, pero su situación no ha significado un impedimento para desempeñar su labor.
En febrero de 2011 Artemisa Luna Barrón se incorporó a la plantilla de la Policía Municipal, en la que alcanzó el rango de policía tercero. Por varios años fue patrullera e incluso encargada de uno de los turnos, donde comprendió que una mujer siente mayor confianza al ser atendida por otra.
Al reconocer que al menos en el municipio de Silao hoy en día hombres y mujeres trabajan a la par como elementos policiacos. Pero en un corto periodo su vida cambió por completo, pues con apenas una década en operativo, los doctores le dieron la desconcertante noticia.
"Hace tres años ya no pude desempeñarme (como operativo) porque perdí la visión del ojo izquierdo en su totalidad, en el derecho nada más tengo el 10 por ciento de visión y es el único con el que puedo y desempeño mis labores".
Nunca percibió cambios en su vista en su época como patrullera. Un día al despertar notó dilatada una de sus pupilas y, tras las valoraciones médicas, se confirmó que se trataba del tipo de glaucoma más agresivo, afectación ocular que también padeció su padre. Tres meses después tuvo que enfrentarse al mundo de manera diferente.
Durante un tiempo la depresión fue parte de su día, pero al ver y tocar su uniforme recordó lo loable de su labor.
A otras personas con discapacidad se les suelen cerrar las puertas laborales, caso contrario a lo que ha enfrentado Artemisa, pues se mantiene incorporada a la Secretaría de Seguridad Ciudadana.
"No se me ha hecho tan difícil porque he tenido el apoyo tanto del secretario (Sergio Hernández Rojas) como de mis compañeros...en Oficialía de Partes ayudo y atiendo a las personas, recibo documentos, y ahí me ponen a otra compañera a leer letras pequeñas en los documentos".
Mantenerse en depresión no fue para ella una alternativa: "(Me motivó) el uniforme, lo que llevo aquí trabajando, lo que he hecho y en lo que me he desempeñado tanto laboral, personal y familiar, me ayudó para salir adelante".
Espera cumplir más años en el empleo, que lo que le queda de visión le permita mostrar rendimiento y que su caso sea ejemplo de motivación para otras mujeres.
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