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Maestro jubilado quería ocupar el tiempo muerto; ahora vive de los hilos y el bordado

El maestro Francisco vive del bordado, en su puesto colocado en el centro de Silao, vende servilletas, aros de madera e hilo de todos los colores
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Staff LC Camargo

Maestro jubilado quería ocupar el tiempo muerto; ahora vive de los hilos y el bordado

El maestro Francisco vive del bordado, en su puesto colocado en el centro de Silao, vende servilletas, aros de madera e hilo de todos los colores

Karla Silva

Silao. Al jubilarse de su labor como docente, Francisco Gasca decidió emprender un negocio para utilizar su tiempo en algo productivo, y así lo hizo: inició un negocio de venta de servilletas para bordar.

Vecino de la zona centro de Silao narró que hace cinco años colocó su puesto en la explanada del Mercado Victoria. Ahí recibe la visita de personas de todas edades: “Hay gente que todavía la busca (la servilleta), sobre todo la de las comunidades rurales, es la que más la trabaja”.

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Los clientes buscan cualquier tipo de dibujo: punto de cruz, animales y flores. Francisco también ofrece los aros de madera para bordado, e hilos de todos colores.

Con la llegada de la pandemia y el confinamiento domiciliario, este tipo de productos fue altamente solicitado: “Había gente que decía que era mejor bordar que estar viendo el celular o la televisión(…) hay gente que busca servilleta sencilla y gente que la busca más trabajosa, como por ejemplo, un pavorreal abierto, cuesta más trabajo”.

Desde niños hasta adultos mayores retomaron el bordo a mano, tradición “que estaba ya perdiéndose”. Recordó que años atrás los maestros enseñaban en las escuelas a sus alumnos a desarrollar el arte de aplicar, mediante el uso de hijo y aguja, la decoración sobre un lienzo de tela. “Todo eso ya se perdió, ya no lo permiten los trabajos manuales que se elaboraban antes”.

Él mismo aprendió a trabajar con la aguja y el hijo en las aulas y luego, al ver a su madre y a su abuela. Hoy tiene la oportunidad de acercar los materiales para que mujeres y hombres echen a vuelo su creatividad.

Sus clientes quieren seguir con la tradición

Socorro, una de sus clientes, ocasionalmente llega al puesto para comprar hasta cinco lienzos: “Me gusta mucho bordar y quiero para enseñar a mi niña a que siga con esta manualidad que es muy bonita”. Presumió que desde niña aprendió de su madre.

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Sus habilidades le permiten terminar el trabajo en poco tiempo. Su casa está surtida de todo tipo de hilos y de todo tamaño de aros. No abandona la labor: “A veces estas (servilletas) ayudan (al venderse) cuando uno tiene una necesidad. Puede uno bordar y hay personas que las buscan(…) para un recuerdito; se bordan y se ofrecen. O hasta para un regalo”.

El puesto del Profe Francisco se encuentra en la explanada del mercado de venta de cárnicos y verduras, altura de la calle Ignacio Allende.

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