Se desborda crisis social en Xichú por consumo de drogas
Xixhú, Guanajuato.- Es de noche, una camioneta atraviesa el jardín en la cabecera municipal de Xichú, Guanajuato; algunas ancianas salen de misa, las bancas están solitarias, en las conversaciones se habla con sorpresa de un hombre joven que por la tarde se puso muy enfermo, ajenos a ese sentimiento, tres niños, de nueve o diez años, divertidos entonan en la caja del auto una canción, sólo que no es un huapango de la región, sino una rola de moda:
“Y bien forrados los paquetes van
No hay pendiente
no puedo fallar
siempre estoy listo para cruzar
polvo, ruedas y también cristal”.
Horas después, en la parte alta, por el rumbo de lo que se conoce como “carrito viejo” por tratarse de los restos del primer auto que entró al pueblo, se escuchan descargas de grueso calibre. Ya no sorprende: se ha vuelto normal que incluso a pocos metros de la comandancia de policía haya quienes disparan sus armas. Todos saben que hasta un funcionario municipal seguido detona su pistola. También se le ha visto portarla en la vía pública.
No hace mucho, por lo delirios de la droga, un muchacho treintañero se roció gasolina para incendiarse, su familia logró impedirlo. Semanas después, una noche de domingo, cerró la puerta del cuarto donde estaba con su madre, y abrió, de forma suicida, la llave del gas con la intención de que murieran los dos. A esas horas el poblado estaba sin electricidad y no encontró en la penumbra ni encendedor ni cerillos, por los gritos de la mujer los vecinos pudieron impedir la tragedia.
Hace tiempo un albañil edificaba una casa en una de las principales calles del poblado, pero de pronto dejó de verse por el rumbo. En la localidad cercana donde vivía se oía la versión que consumía drogas, y que cuando lo hacía, se desnudaba y se perdía entre los cerros, decía sentir que se quemaba porque unas brujas le echaban bolas de fuego, a los tres días regresaba. En una ocasión que lo hospitalizaron en una ciudad cercana, poco después de ser dado de alta los familiares seguían intranquilos y regresaron con él al consultorio, llegó caminando por su propio pie, sus signos vitales estaban normales: él mismo insinuó que quienes lo llevaban exageraban. Con la recomendación de no dejarlo solo, volvió a su casa. Horas después se supo que se había suicidado poniéndose una escopeta en la boca.
En tiempos de la administración encabezada por Eloy Leal Reséndiz (2015-2018) un adolescente consumidor de cristal dijo a sus amigos:
“Voy a ir a comprar, ¿no encargan para aprovechar la vuelta?” Regresando, en su motocicleta, con lo suyo y con otras dosis de cien pesos ocultas en su ropa, lo detuvieron elementos de las FSPE asignados al municipio, había por esos días revisión de documentos vehiculares. Pensó: “ya me han parado antes y es como pásale”. Se le acercó un policía:
-¿Traes algo que te comprometa?
-No, nada.
Dejaron pasar al de adelante y pensó que con él harían lo mismo, pero le indicaron que descendiera. Primero le encontraron un billete doblado donde traía droga que había molido para inhalar.
-¿Y esto que es?
- La neta ando bien crudo y desvelado, tenía que trabajar y un amigo me la dio…
-Pero te dijimos que si no traías nada.
-Pues sí, pero pensé que no me iban a revisar.
-Es que si hubieras dicho que traía algo nomás nos dices cuánto, se arreglaba y te dejamos pasar.
Al seguir buscando le encontraron todo lo que llevaba, el que dirigía ordenó:
-¡Súbete a la patrulla! Y la moto súbanla-. Ante eso el muchacho intentó negociar:
-Neta les doy feria ¿cuánto?
-Te vamos a quitar lo que traes y danos 700 varos.
-La neta traigo sólo 300 pero si quieren ahorita les llevo lo que falta a la comandancia
-Órale pues –dijo el policía.
(Por esas fechas, en el círculo de los drogadictos solía escucharse la versión de que muchas veces los mismos policías revendían en el pueblo lo que decomisaban)
Testimonios de una crisis social en Xichú por consumo de drogas
“Yo prefiero ir a San Luis a comprar mi dosis de cannabis y la transporto en mis senos o de muchas maneras, pero una vez que no tenía, mis amigos me invitaron a la cancha de futbol. ‘Vamos a ver los partidos, son semifinales’, dijeron, ‘y a ver si sacamos un toque’. Dudé un poco, pero como era mi oportunidad de poder fumarla ese día, llegué y estaban las gradas, la gente, y entonces mis amigos, ahí en un lugar, empezaron a fumar, la policía estaba como a treinta metros, yo me ‘paniqué’:.
-No te preocupes esos no hacen nada, a veces ellos están aquí abajo en los baños y nosotros fumando arriba y no dicen nada.
¿A poco sí, neta? - contesté-. Al último me animé a fumar y todo. Yo me he drogado más fuera de aquí y allá si me da miedo que me agarren, pero pensé: ‘chingue a su madre, si voy a dar a la cárcel ni modo, aquí estoy en casa’. Fumé según yo despistadamente, pero de pronto vi hacia el frente y había unos niños pequeños en su mundo jugando pelota, uno tenía como la edad de una sobrina, me agüité porque imaginé lo que sería para ella si en ese momento estuviera en esos ojos del niño que me veía.”
Autoridades de Xichú, ¿coludidas con el crimen organizado?
En una calle, atrás de la parroquia, un sábado de abril a las dos y media de la madrugada un joven se introdujo al interior de un negocio de enchiladas que cierra tarde, iba sucio y desesperado, pedía resguardo, según él, lo venían siguiendo para matarlo, como le impidieron ir más adentro, se refugió bajo una mesa donde seguía insistiendo y gritando que lo perseguían. Un comensal salió en busca de la policía que está muy cerca, pero nunca llegaron.
También al lado está un bar que fechas festivas ha sacado su barra a la banqueta, en días normales funciona de noche, no tiene horario ni permisos, ahí se alcoholizan incluso menores de edad, la música resuena a volúmenes exagerados. Vecinos afirman también haber escuchado detonaciones de arma al interior de esa propiedad. Personas del entorno afectados en su salud se han cansado de hablar con el dueño, con las autoridades, pero nadie hace eco a su denuncia.
Así comencé a consumir…
“Cuando íbamos en sexto, un día dijimos con los amigos: ‘vamos a comprar un cigarro a ver que se siente fumar tabaco´. Fue como en juego. Después en secundaria probé marihuana. Igual entre amigos me la ofrecieron, estuve consumiéndola como un año, primero cada quince, después diario en la mañana antes de irme o hasta en la misma escuela buscaba donde.
Después, consumí coca, era de noche, estaba con amigos, uno que llegó dijo que se la habían regalado, empezaron a decir ‘se siente esto y aquello. ¿A poco no las probado? Pues pruébala.’ Yo le tenía cierto respeto, pero a la mera hora si consumí. Al poco rato sentí que me pasó algo bien amargo en la garganta y un cosquilleo en la cabeza, dijeron que era normal, empezamos como agarrar la plática bien chida, ellos se dieron otros pases. Te queda la espinita y un día yo mismo llego y les digo: ‘cómo ven si vamos y compramos’. Fue así que empecé. De ahí en adelante fumaba más tabaco, quería tomar cerveza, y quería comprar. A mí lo que me dio es como de hablar mucho y me sentía bien suelto. Cuando entré a la prepa seguía consumiendo. Uno buscaba sus mañas para que no se la hallaran. Al principio una bolsita de 200 pesos me duraba hasta tres semanas, después ya empezábamos a comprar cada quien la suya, íbamos a una fiesta, se acababa, íbamos por otra, y así.
Ya luego fue que metieron la otra droga, o que llegó a nosotros, fue como la más fuerte para mí. Empezaron a decir que no había coca, pero que tenían coca combinada con cristal, te la vendían a menor precio. Nosotros no sabíamos qué onda y la inhalamos igual. De repente estuvo bien feo, no dormí toda la noche, pero también como que se te hace muy fácil todo, tienes mucha energía.
Nunca había oído hablar del cristal, nomás dijeron este cala más, pero no dijeron este efecto está más fuerte, de pronto varios chavos ya andábamos enganchados. Mínimo tenía que juntar 300 pesos diarios para comprarlo, para yo sentirme chido de cristal. Cuando al principio te dan lo de 100 pesos sientes que es mucho, te dura bien harto, después no te duran ni cinco minutos. Para no sentir la ´malilla´ que es como la cruda pero más fuerte, compraba suficiente para que no me faltara. Me metí en una rutina de sólo trabajar para comprarla, pero al transcurrir del tiempo empecé a sentir que mi realidad ya estaba cambiando, que mi mentalidad ya era otra. Había muy poca comunicación en ese momento con mis papás. Empiezas a dudar de cosas, mucha desconfianza, hasta dentro de la misma familia y amigos, sientes que te ocultan cosas, que no te dicen la verdad, que estás tú solo contra ellos.
Para esos momentos ya tienes muchas deudas, entonces son muchos problemas. Llega un punto que tu cuerpo ya no puede. Ya me pasaba que en las mañanas si fumaba me sentía mal y si no lo hacía me sentía muy muy mal, entonces había que estar drogado siempre para no estar tan mal. Quise estarme unos días calmado, como una semana estuve nomás acostado, me dolía el cuerpo, todos los huesos y sentía las ganas de fumar, comía poquito, salía al patio y me prendía un cigarro, pero no me calmaba, sentía la ansiedad. Me metía y de ningún modo estaba tranquilo, me acostaba de un lado, de otro, desesperado.
Padres de familia: son parte del problema
Del total de la población de Xichú, que de acuerdo con el INEGI es de 11 mil 143 habitantes, el 31.4% tienen edades entre 5 y 19 años, el 67% son menores a 39. Por su parte, en cabecera municipal donde residen 1 569 personas, la población escolar (prescolar, primaria, secundaria, y Cecyte) asciende a 659 alumnos y alumnas.
Los datos y análisis aportados para esta investigación por las autoridades educativas de la localidad, son muy reveladoras: buena parte de la responsabilidad de la crisis de salud mental que comienza a envolver a la población está estrechamente relacionada con la brecha que existe en la relación entre papás e hijos, “viven juntos pero no viven”, así lo definió una docente. Un cuestionario levantado en un plantel de educación media entre padres de familia de alumnos de nuevo ingreso, reveló que de 30 encuestados sólo dos pudieron contestar preguntas sencillas como: ¿sabes cuáles son los mejores amigos de tu hijo o hija?, ¿cuál es su color favorito?, ¿sabes qué es lo que le gustaría ser de grande?, ¿qué hace en su tiempo libre? Un testigo de esa actividad relata que la mayoría se quedaba viendo uno a otro sin saber qué contestar. Una anécdota reciente ilustra el abandono referido: por comportamientos irregulares se pidió a un alumno que su mamá acudiera al plantel, pero su respuesta fue: “se acaba de ir al norte”. ¿Y quién quedó a cargo de ti? “Pues no sé, yo creo mi abuelita”, contestó sin suficiente certeza.
En el Cecyte del lugar, además de que es notoria la inasistencia de un alto porcentaje de padres de familia a las reuniones, una ocasión se les convocó en el salón de los alumnos, mientras tanto ellos realizaban otra actividad. Al comenzar se les pidió sentarse en el lugar donde estaba la mochila de cada uno de sus hijos, pero muchos no supieron reconocerla.
Profesores y profesoras entrevistados coinciden que hay papás que pretenden sustituir la atención emocional y el acompañar su formación, suministrándoles aparatos, ropa y cosas materiales, pero en el núcleo familiar ya no se les está inculcando reglas y valores, no se está reforzando el respeto a los mayores, ni el sentido de pertenencia a la comunidad (muchos ya ni siquiera acostumbran dar el saludo, ni decir gracias), por lo que como nadie les pone contenciones (ni siquiera en temas como el uso de celular o redes sociales) encontrarse con el alcohol y las sustancias ilícitas, casi desde niños, resulta sencillo.
Alarma entre expertos en salud
Expertos del ámbito de la salud que conocen de cerca la problemática de Xichú y con quienes Periódico Correo acopió análisis y evidencias para este reportaje, se muestran seriamente preocupados por lo que acontece. Fechan la intensificación de esta problemática aproximadamente desde 2017. Hasta entonces, sondeos en escuelas mostraban que de diez muchachos con algún problema emocional sólo uno era derivado del consumo de sustancias, pero en la actualidad ocho de diez buscan ayuda porque ya se les salió de control la adicción, aunque son pocos los que logran mantenerse en el tratamiento.
En el municipio el consumo de alcohol desde hace mucho está generalizado, se sabe de casos extremos como el de niños que a los seis años ya lo han probado en alguna borrachera de sus padres, pero en años recientes, los indicadores de salud muestran que entre jóvenes se ha dado un crecimiento de problemáticas mentales y físicas relacionadas con el consumo de cristal, y de ahí se derivan otras cosas como la tendencia al uso de armas y el reforzamiento de la narcocultura: ya en cualquier lado se pueden encontrar jóvenes que al preguntarles por su futuro desean ser “narcos”, dicen que porque ellos traen camioneta, mujeres y dinero a montones.
Además de otros factores contextuales, sitúan como un detonador primordial de esta crisis la fractura o ausencia de los vínculos afectivos entre papas e hijos. En muchas familias hay rupturas, y no existe la figura materna o paterna, lo que a decir de los expertos provoca baja autoestima y trastornos depresivos o ansiosos, enfermedades cada vez más generalizadas entre los jóvenes xichulenses. Se pueden contar en decenas los casos que la institución local de salud en los últimos años ha canalizados a psiquiatría fuera del municipio.
Para los expertos, el escenario es desalentador, toda la comunidad conoce la problemática, pero todos hacen que no la ven, el miedo los está inmovilizando. Mientras tanto, lo que antes era aislado y excepcional hoy se está normalizando, cada día hay más consumidores que ya no se esconden para drogarse, como tampoco los vendedores ya no disimulan. Los ancianos y adultos que asumían de otro modo la vida se están yendo, y esos jóvenes y adolescentes creen que ahora son ellos quienes pueden indicar a las personas mayores cómo vivir.
Mientras tanto, las autoridades no están cumpliendo su tarea ante esta devastadora realidad. Durante los últimos veinte años, ayuntamientos del PRI, del PAN, y ahora del PRD, han permitido que crezcan las adicciones.
**Con información de: Eliazar Velázquez y Staff Correo