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8M: La marea violeta agita los corazones de todas las mexicanas

La marcha del #8M del año pasado no podrá repetirse debido al Covid-19; quienes estuvieron ahí la recuerdan, y miran al futuro
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8M: La marea violeta agita los corazones de todas las mexicanas

Juana Adriana Rocha

Guanajuato.-Las fotografías aéreas muestran un mar violeta. Son las jacarandas en las calles de la Ciudad de México que se funden con los pañuelos de miles de mujeres. La marcha del 8 de marzo de 2020 fue histórica, una de las más numerosas que se recuerdan, y que tuvo eco en todo el país.

Tan solo dos semanas antes de que iniciara el confinamiento debido a la pandemia por Covid-19, las mexicanas tuvieron oportunidad de manifestar a todo pulmón su principal consigna: ‘¡nos queremos vivas!’.

Renata Tarragona, periodista, 28 años

CDMX

La marcha del 8 de marzo de 2020 fue un hito notable en la historia del país. Historia en la que las mujeres dejaremos escrita nuestra lucha y los tantos nombres que nos faltan por culpa de la indiferencia e impunidad.

Si bien la pandemia nos impide reunirnos, no callan nuestras voces ni separa las redes cada vez más amplias y firmes que tejemos con la convicción de sentar las bases para un mundo más equitativo, seguro y justo para nosotras, desde las distintas reflexiones de nuestros feminismos.

Por mucho tiempo vivimos en silencio y por esa deuda histórica con nosotras y lo que seguimos viviendo, la pasividad y la sumisión quedaron atrás.

Nunca olvidaré cómo hace un año se me erizó la piel al dejar mi aliento en consignas junto a mis amigas, mis compañeras, mis hermanas, y sentir el gran poder y valor que tenemos de salir a las calles a exigir lo que merecemos: nuestros derechos.

Erika Morales, publicista, 36 años

CDMX

Hace un poco más de un año, estaba viviendo en otro lugar y mientras estaba allá en el norte, pensaba mucho en las mujeres que dejé atrás y por las que nunca dejé de preocuparme. Veía las noticias y veía que las cosas no mejoraban, al contrario, pero lejos de sentirme de alguna forma ‘aliviada’ de no vivir más en un país tan machista, tan violento con las mujeres, me sentía preocupada y hasta cierto punto ansiosa.

Llegué a México y los grupos para ir a marchar se empezaban a organizar, yo no sabía si ir, después de vivir por un ratito en un lugar donde no tenía miedo, llegar acá a manifestarme (sabiendo la ola de violencia) me hacía dudar si era necesario ir. El día de la marcha, me levanté temprano y no lo pensé, quise ir. Pensé justo en que tenía que hacerlo; por un largo tiempo deseé tanto poder apoyar y no estaba aquí, hoy, hoy sí lo estaba y quería ir.

Le pregunté a una amiga e inmediatamente me mandó toda la información para poder sumarme a un grupo y no correr el riesgo de ir ‘sola’… y ahora mientras te cuento esto pienso que son demasiados riesgos, el solo hecho de ir a un lugar a exigir que respeten tus derechos y tener miedo de que te pase algo por hacerlo, se vuelve un tanto irónico, casi ridículo. En fin, recuerdo que nos pidieron pintarnos en la mano nuestro nombre y nuestro teléfono en caso de que nos pudieran identificar si pasaba algo y mientras lo hacía con marcador permanente, pensaba en mi madre.

Pensaba en todas esas madres que ni siquiera han podido identificar los cuerpos de sus hijas y de aquellas que sí los han identificado y que han visto con sus propios ojos todas las muestras de violencia que sufrieron. Por un momento quise llorar, lamentando tener que levantar la voz para defender la vida, la paz y la integridad de quiénes somos y que solo por el hecho de ser mujeres no tenemos.  No sabes la rabia que me da vivir en una sociedad controlada por hombres, en la cual solo por ser ellos, pueden hacer lo que quieren con nosotras.

Un año después estoy aún más convencida de seguir en la lucha. Meses de confinamiento no han disminuido los feminicidios, los abusos, las desapariciones, todo lo contrario, sin opción de escape, muchas mujeres se han visto inmersas en situaciones de abuso y control sin poder hacer nada. Otras sin opción, tratando de sobrellevar la pandemia, la crisis económica, han sido asesinadas por hombres, por asesinos que aprovechando la falta de gente, la soledad de los lugares y la falta de seguridad pública han logrado quedar impunes. Todos estos factores clave que han actuado no solo como testigos sino también como cómplices de un abuso que no parece detenerse, aún incluso por una pandemia.

¿Quién pensaría que ni así se detendrían? es irónico y casi ridículo, ¿no lo crees?

Beatriz López Salgado, abogada, 37 años

Mexicali

Mi sentir ese día fue súper eufórico. Demasiadas mujeres reunidas con muchos objetivos, pero el principal, ya no quedarnos calladas. Diferentes maneras de expresarse, desde pintar monumentos, gritar consignas, hacer rituales; lágrimas, risas y gritos. Una situación muy diferente a las anteriores marchas del 8 de marzo que he vivido. Y respecto al futuro, hay mujeres que me devuelven las esperanzas en que este movimiento va a seguir fortaleciéndose, mujeres a las que les interesa informarse, les interesa cuestionar. Las instituciones son las que me arrebatan esas esperanzas por momentos, pero no podemos claudicar, y ya vamos poco a poco viendo cuál es el camino, les guste o no.

Rebeca López Tapia, empresaria, 30 años

Oaxaca

El año pasado fue especialmente duro para mí, recuerdo que poco antes había salido la noticia de la niña Fátima y me movió tanto que tuve que trabajar en terapia todo ese miedo e impotencia que me hacía sentir. Nunca había asistido una marcha del 8M, y pensé que ese año no podía faltar, por mí, por mi hija y por las que ya no están. Me fui súper preparada con agua y comida en mi mochilita que pude compartir con unas amigas que me acompañaban.

Lloré y lloré mientras caminábamos y gritábamos, ¡no podía dejar de pensar que no tendríamos que estar haciendo todo eso para exigir nuestro derecho a la vida y a la seguridad!

Al final posteé esta foto con el caption: “A mi esposo, a mis papás y a mi hija: si mañana falto, sepan que me defendí con uñas y dientes”, sabiendo que al día siguiente iba a celebrar un cumpleaños muy diferente encerrada, sola con mi pequeña, sin recibir visitas ni llamadas, pero al final era un cumple-años más que podía seguir celebrando porque estaba VIVA.

ndr

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