Crisis de desaparecidos ¿cuán fácil es perder a un ser querido?
¿A dónde van? ¿La crisis de desaparecidos es un tema realmente tan lejano como para seguir volteando la mirada?
Por Guillermo Rivera
CDMX.- La Ciudad de México no es un territorio que se libre de la crisis de desaparición que se vive en varias regiones del país. Hasta la primera semana de febrero, 3 mil 665 personas están reportadas como desaparecidas o no localizadas; en todas las alcaldías de la metrópoli hay casos. La mayoría de estos reportes se presentaron en los últimos tres años. Como en otros lugares, las familias son las que investigan y buscan.
A las 23:52 horas del viernes 28 de agosto de 2020, Karla Elena Ramírez Murrieta escribió su último y breve mensaje en WhatsApp: “También yo, hermana”. Una respuesta al “Te amo” de Itzel. Poco antes, compartió un audio: “Estoy acá en un evento, con unos amigos”. Además, envió su ubicación: el número 220 C de la avenida Tezozomoc, colonia San Miguel Amantla en la alcaldía Azcapotzalco, sitio donde funcionaba El Barquito. Con la Ciudad de México en semáforo naranja por la pandemia del COVID-19, el bar celebraba su reapertura con varios DJ. La fiesta finalizó con un desenlace trágico.
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Esa tarde, al terminar su jornada de trabajo como comerciante de playeras en el Centro Histórico, Karla Ramírez, de 20 años, llegó a su casa en la alcaldía Venustiano Carranza; escogió un pantalón de mezclilla, una blusa negra y tenis blancos. A las nueve de la noche, se trasladó al noroeste de la ciudad.
Casi al mismo tiempo, Cristoper Aguilar Hernández, de misma edad, cenó y tomó un baño en su hogar, en la alcaldía Gustavo A. Madero, después de trabajar en Tepito, donde vendía aguas de sabor. A su mamá, Natali Hernández, le dijo que iría a una fiesta. El muchacho vistió un pantalón de mezclilla, sudadera, gorra y tenis blancos. Como Karla, llegó al bar alrededor de las diez de la noche.
Los dos jóvenes no se conocían.
Treinta minutos después de la medianoche, en el bar se escucharon disparos. Karla y Cristoper yacían en el suelo, en la calle, a unos pasos de la entrada del lugar. Testigos aseguraron que estaban heridos. Ella se encontraba boca abajo y él, a un lado, boca arriba. Así lo mostró un video de 15 segundos que fue enviado, en forma anónima, a sus familiares. Después, no se supo de ellos. Los desaparecieron.
Las dos familias comprobaron que así de fácil se podía desaparecer a personas en la Ciudad de México.
Muchos otros compartían su historia
Karla y Cristoper están entre las 3 mil 665 personas que, hasta la tarde del 7 de febrero de 2022, se encontraban desaparecidas o no localizadas en la Ciudad de México. La mayoría de ellas, el 59%, fueron reportadas entre 2019 y 2021, de acuerdo con los datos públicos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO). En lo que va de 2022, se tienen 80 casos.
Como muchos de quienes buscan a sus desaparecidos en la CDMX y en otras partes del país, las familias de Karla y Cristoper se han topado con autoridades que no investigan y que pierden evidencias.
Estas familias también se han encontrado con otras que, como ellas, se han transformado en investigadores y activistas que denuncian que la Ciudad de México no está exenta de las crisis de desaparecidos y forense que se viven en buena parte del país.
Bares, sitios de desaparición
Karla y Cristoper forman parte de un grupo de 25 personas (seis mujeres y 19 hombres) a las que desaparecieron en cinco episodios ocurridos en diferentes fechas, a partir de 2013, y que tienen algo en común: las víctimas se encontraban dentro o cerca de un bar.
Quizá el caso más conocido es el que ocurrió en mayo de 2013, cuando hombres armados secuestraron a ocho hombres y cinco mujeres de Tepito, de entre 16 y 34 años, que estaban en el bar Heaven, en la alcaldía Cuauhtémoc. Tres meses después, sus cuerpos fueron encontrados en Tlalmanalco, Estado de México.
Un mes antes, el 21 de abril, cinco jóvenes de entre 15 y 27 años desaparecieron del bar Virtual en Lindavista, ubicado en Gustavo A. Madero. En la misma alcaldía, el 29 de noviembre de 2019, Ángel Gerardo Ramírez Chaufón (20 años), Jesús Armando Reyes Escobar (30) y Leonel Báez Martínez (35) desaparecieron cerca o dentro de la cervecería La 22.
Un año después, el 20 de septiembre de 2020, desaparecieron los conductores de microbuses Marco González García (36) y su sobrino Eduardo Ramírez González (27). Su última ubicación conocida fue el bar Zona Flow, en la alcaldía Álvaro Obregón.
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El 29 de agosto de 2021, a un año de que se llevaron a Karla y Cristoper, sus familiares se reunieron afuera del bar. Vistieron playeras con los rostros de los jóvenes y tapizaron las paredes con volantes de búsqueda, donde se resalta la cifra de medio millón de pesos, la recompensa que por cada uno ofrece la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJDMDX) a quien proporcione información que ayude a saber dónde están.
Las protestas han funcionado. Ernestina Godoy, titular de la fiscalía, encomendó el caso a la Fiscalía de Investigación de Asuntos Relevantes, después de que las familias enfatizaron las omisiones e irregularidades de las autoridades desde el primer día.
El bar, por ejemplo, siguió funcionando. Si se clausuró, fue por los reclamos de las familias. La cámara del C5 que grababa el lugar cambió de perspectiva, justo cuando las personas salieron despavoridas del sitio. Vecinos reportaron la balacera, pero la policía llegó 25 minutos después.
Las familias de Karla y Cristoper han buscado en barrancos y terrenos baldíos que separan la alcaldía Azcapotzalco del municipio de Naucalpan, en el Estado de México; así como en los servicios forenses de Puebla, Morelos, Hidalgo y Tlaxcala.
“Descubrimos muchas irregularidades desde el principio. Lo más importante sería saber en dónde están y de eso no hay pista”, reclama la mamá de Cristoper, Natali Hernández.
Investigaciones que no avanzan
Mariela Vanessa Díaz Valerde, de 21 años desapareció el 27 de marzo de 2018. Lo que se sabe es que salió de casa, en la colonia Fuego Nuevo en la alcaldía Iztapalapa, y no volvió. La joven de cabello largo y negro, estudiaba Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Gabriela Díaz, su hermana, sospecha que fue raptada con fines de trata.
El caso lo investigó, primero, el extinto Centro de Apoyo a Personas Extraviadas y Ausentes (CAPEA) y, después, la Fiscalía de Investigación y Persecución de los Delitos en Materia de Desaparición Forzada de Personas y la Desaparición Cometida por Particulares y Búsqueda de Personas Desaparecidas. Para Gabriela, no hay diferencia: de todas formas, no hay avances. La policía de investigación aseguró que no había cámaras en la zona, aunque ahí estaban las del C5 y de particulares. “Eso —considera— fue una negligencia. Tampoco se resguardaron las cámaras de Ciudad Universitaria, del metro y de las avenidas”.
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La autoridad también ignoró que el teléfono de Mariela siguió activo después de la desaparición. Gabriela no olvida las palabras del agente del Ministerio Público: “Si está encendido, significa que está bien”.
Meterse de lleno en la búsqueda significó enterarse de otras desapariciones de mujeres jóvenes en esa y otras colonias de Iztapalapa. “Lo hemos comentado a las autoridades, y no pasa nada”, dice Gabriela.
Como la familia de Mariela consideró que las autoridades ignoraron el caso y que la UNAM no dio respaldo, continúa Gabriela, estudiantes de varias universidades se sumaron para brindar acompañamiento. Ese fue el germen de Hasta Encontrarles CDMX. El colectivo comenzó con cinco casos y ahora son 17 familias.
Evidencia que se pierde
Irma Martínez ha buscado en los bosques de Tlalpan a su hijo Felipe de Jesús Olvera Martínez, de 16 años, quien desapareció el 3 de marzo de 2019 en la colonia Primavera de esa alcaldía. Hoy aún se pregunta: ¿por qué alguien se llevaría a un niño aficionado a los videojuegos, que apenas iba a la calle?
En su búsqueda, Irma descubrió que en la zona donde se encuentra la colonia, se reportaron otros casos de jóvenes desaparecidos. “Informé a la fiscalía y me respondieron que no había relación (entre los casos)”.
Cuando ratificó la denuncia por desaparición en la fiscalía especializada, un agente le preguntó para qué lo buscaba. Le comentó que si su hijo la quisiera, no se habría ido. “Me dijo que las mamás éramos buenas actrices”, recuerda. Irma encontró fortaleza en el colectivo Hasta Encontrarles CDMX.
“La fiscalía no trabaja, no quiere buscar y pierde evidencia”, asegura Irma, quien buscó en los servicios forenses de la capital y del Estado de México, Puebla, Tlaxcala e Hidalgo. Es testigo, dice, de la deficiente comunicación entre fiscalías y forenses. “Se envían fotos, pero no tienen cómo identificar, no hay bases de datos ni lo necesario para trabajar”.
Hay detenidos, pero no se localiza a los desaparecidos
Pasó más de un año para que se detuviera a tres presuntos responsables de las desapariciones de Karla Elena y Cristoper.
A Diego N, alias El Didi, lo arrestaron en diciembre de 2020. En julio de 2021, detuvieron a Iván N, alias El Cartier y a quien se identifica como uno de los dueños del bar. En octubre de 2021 fue detenido el otro posible propietario, Saúl Fredy N, papá de El Cartier, quien durante varios años administró panteones en la alcaldía Azcapotzalco, de acuerdo con información integrada en la carpeta de investigación y a la que tuvieron acceso las familias.
A finales de septiembre de 2020, tras las dos desapariciones, la fiscalía efectuó búsquedas en los panteones San Isidro y Santa Lucía, en Azcapotzalco. Los familiares aseguran que no fueron notificados.
Información obtenida vía transparencia reveló que Saúl Fredy N era auxiliar de servicios desde 1991, en la entonces delegación Azcapotzalco. Documentos del sitio web de la ahora alcaldía confirman que era titular de la jefatura de unidad departamental de panteones y velatorios. La alcaldía respondió que esta persona “continúa como personal de base activo” y “a partir de la segunda quincena de octubre a la fecha (enero pasado) no se ha presentado a cobrar”.
Ninguna de las tres detenciones ha permitido la localización de los jóvenes.
Los tres presuntos responsables se reservaron el derecho a declarar y hoy enfrentan un proceso en el reclusorio Oriente…