¿Se come carne en miércoles de ceniza?
La Cuaresma es un período de preparación de seis semanas antes de la Pascua que culmina el Jueves Santo. Según la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), este tiempo litúrgico es un momento de preparación para celebrar la Resurrección de Jesús, que este año cae el 28 de marzo.
Durante la Cuaresma, los viernes están marcados por la abstinencia de carne, una práctica que tiene sus raíces en la tradición católica y que se remonta a los primeros siglos de la Iglesia.
¿Por qué no se come carne en miércoles de ceniza?
El Código de Derecho Canónico establece que los viernes de Cuaresma deben observarse la abstinencia de carne, así como el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el ayuno y la abstinencia durante este tiempo aseguran los momentos de ascesis y penitencia que preparan para las fiestas litúrgicas. Además, ayudan a adquirir dominio sobre los instintos y libertad del corazón.
La tradición de abstenerse de carne los viernes también tiene una base histórica y simbólica. A lo largo de la historia de la Iglesia, la carne ha sido considerada un alimento asociado con la celebración y la fiesta. Por lo tanto, abstenerse de carne en los viernes de Cuaresma es una forma de recordar el sacrificio de Jesucristo en la cruz, que según la tradición cristiana tuvo lugar un viernes.
Es importante destacar que la abstinencia de carne se refiere específicamente a los animales terrestres como pollos, vacas, ovejas y cerdos. Los peces y mariscos no están incluidos en esta restricción, por lo que su consumo está permitido durante la Cuaresma.
Cada Conferencia Episcopal puede determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, como obras de caridad y prácticas de piedad, según el Código de Derecho Canónico.
¿Qué significa el miércoles de ceniza?
Con el Miércoles de Ceniza da inicio la Cuaresma. Desde muy temprano, las iglesias y parroquias del municipio iniciaron con esta tradición católica, en la cual los creyentes inician un camino espiritual de penitencia, ayuno y arrepentimiento.
La imposición de la ceniza la realizan los sacerdotes o los ministros extraordinarios de la comunión, quienes ayudan a la colocación de la ceniza después de la celebración eucarística. "La ceniza es un sacramental, es una forma externa de manifestar una conversión interna", indicó Fray Isaac González Saldaña, párroco del Santuario Mariano de San Francisco de Asís.
El significado de la ceniza es un signo externo de querer tener una conversión interna, como decía San Pablo, "un cambio de mentalidad del corazón". Algunas personas están inclinadas por lo material, es por eso que en ocasiones se recalcan los tres aspectos que deben ser de suma importancia para vivir una buena Cuaresma: el ayuno, la oración y la limosna. Esta última no se refiere a la limosna del templo, sino a la ayuda que se le da a los pobres y necesitados. "Eso ayuda a estar atentos y a despertar las potencias del alma, siendo la memoria, la inteligencia y la voluntad. Cuanto más sacrificio se hace, se está más atento a los servicios de los demás". La ceniza que se impone a los creyentes procede de la quema de las palmas y ramos que han sido bendecidos el Domingo de Ramos del año anterior, rociadas con agua bendita y aromatizadas con incienso.
El maestro Mario González García, apasionado de la historia de Acámbaro e investigador de tradiciones, comenta que alrededor del año 1917, en el Barrio de la Soledad, se realizaba un ritual un martes antes del Miércoles de Ceniza, denominado "la procesión", organizado por Don Francisco Barajas Estrada, quien trabajaba como pirotécnico y además realizaba el "torito de cartón" que utilizaban en el ritual de prohibición de la carne en los tiempos de guardar, previo al inicio de la Cuaresma. Los personajes que participaban eran hombres y mujeres, estas últimas conocidas como "las Mariquita".
Durante el recorrido, las mujeres y el caporal eran quienes danzaban, otros cargaban el torito y los demás tocaban la flauta y un tambor; algunos vecinos los acompañaban bailando. Durante el tiempo que duró la procesión, a algunos vecinos del Barrio les gustaba participar porque la gente les daba unas monedas. El recorrido iniciaba en la Soledad, hasta llegar al atrio de San Francisco. Con este ritual, se llegó a participar en el Estado de Michoacán y se compitió con otro grupo que bajaba de la calle Río Blanco, representado por una familia de apellido Rubio. Después de la danza del ritual, se hacía un encuentro estilo coloquio entre los grupos, simulando una batalla a machetazos. "Hasta lumbre salía de los choques de los machetes y contra las piedras del piso de la calle. La tradición era que tenían que matar a los toros porque venía el tiempo de guardar; la prohibición del pecado de la gula en el excesivo gusto por la carne, en cualquiera de sus clásicas y gustadas presentaciones", relató el maestro Mario González García.
Desde hace tres años, un grupo de jóvenes interesados en rescatar las tradiciones de Acámbaro ha realizado el ritual de la procesión o martes de carnaval, un día antes del Miércoles de Ceniza, como lo marca la tradición.