A la autocrítica por el diálogo
Políticos de todos los partidos, deberán proponerse como objetivo toral ordenar la educación en los ramos de economía y salud, de cuyo desempeño exitoso, depende un buen gobierno. No olvidar que el Estado no es monstruo, sino el resultado de confrontaciones opuestas en la concepción de nación que nos hemos propuesto desarrollar.
Es cierto que sin individuos no hay razón de ser para el Estado, pues la población es parte sustancial de él, pero para obtener que el individuo llegue a una relación armónica, que le permita desenvolverse debe, como afirmaban los griegos, conocerse a sí mismo, pues haciéndolo, podrá conocer el universo, que es lo mismo que desarrollar la ciencia y aplicar los conocimientos para tener la transformación del medio, para crear la cultura, indispensable para el desarrollo del humano, como ser potencialmente racional, libre y feliz.
La responsabilidad del individuo le conduce a respetar la norma para que la vida social pueda darse y la interacción sea productiva. Por su propia naturaleza, el ser vivo, se apropia de los bienes que necesita para sobrevivir, pero los más aptos acumulan satisfactores que les dan supremacía sobre los demás, creando con ello, relaciones injustas y abusos que conducen a conflictos que ponen en peligro la vida social cuando el conflicto rebasa los límites y las estructuras del Estado, sucumben ante la ambición. De ahí la necesidad de que sea la norma hecha con el consenso mayoritario quien rija las relaciones interpersonales,
La ambición, la soberbia y otros males, deberán ser advertidos por la sociedad como conductas mortales para la convivencia. De ahí la necesidad de fortalecer el dialogo como instrumento de la autocrítica, que tiene por objeto que el individuo, se concientice sobre la necesidad de adoptar normas de conducta que propicien el apego a valores fundamentales para la convivencia como la verdad, la bondad y la justicia.
Toda sociedad tiene la necesidad de acceder a un individuo capaz de responder de sus actos, objetivo que tiene en la educación su principal apoyo. Como sociedad debemos saber si la estrategia educativa ha funcionado, si la lectura y la escritura permite a la población entenderse a la hora de intentar el diálogo como método pedagógico; si logramos entendernos escuchado y respondiendo con cordura o los encuentros acaban en riñas. Es necesario, saber si las condiciones de los sujetos de la relación conocen el lenguaje; o si, por el contrario, el vocabulario es tan pobre que no entendemos lo que el gobierno, las leyes o nuestros interlocutores desean transmitirnos.
Es necesario abandonar la conducta de buscar culpables para soslayar el problema. También debe quedar claro, que no se trata de fomentar la desigualdad y el delito, sino de fincar la sana convivencia en que cada uno, acepte los errores omisiones o mala fe en su conducta y se ponga remedio, con la justicia de por medio.
Impulsar el autoconocimiento sin dejar la culpa como lastre, sino el propósito de enmendar los errores y buscar la forma de que cada uno se apegue a las leyes, sin aprovechar la fortaleza para abusar; sí, para la legitima satisfacción personal. Sería un tipo de ciudadano capaz de remontar rezagos y propiciar la paz social con justicia.