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Castigo corporal en América Latina

Parentalidad
Opinión

Guadencio Rodríguez Juárez -Parentalidad

Castigo corporal en América Latina

El 25 y 26 de abril de 2018 se llevó a cabo la Reunión Interamericana sobre Castigo Corporal contra Niñas, Niños y Adolescentes en la Ciudad de México, donde se ratificó la gravedad de esta práctica disciplinaria, fuente de dolor y miedo para la mitad de la población menor de 15 años de América Latina.

“Estamos ante un mundo en que los niños y las niñas están viendo que la prepotencia es el ejemplo, que la ley del más fuerte es el modelo, y que la destrucción por las redes sociales es la ética del aniquilamiento”, afirmó María Cristina Perceval, Directora Regional para América Latina y el Caribe del UNICEF.

Y no sólo ven la prepotencia y el aniquilamiento sino que lo viven en carne propia, pues no perdamos de vista que el castigo corporal es justamente un acto de prepotencia, de abuso de poder de una persona que tiene mayores recursos y fuerza sobre uno niño, un adulto que impone la ley del más fuerte a través de la cual aniquila la iniciativa, la curiosidad, la autonomía, la exploración de un niño o niña que si obra inadecuadamente sólo se debe a una falta de capacidad para decidir bien, para actuar con pericia, para medir riesgos, cosa totalmente natural si no perdemos de vista que acaba de llegar a este planeta y que requerirá de muchos años para conocer su complejidad y para adquirir las habilidades que le permitan decidir bien, así las habilidades sociales que le permitan convivir en sociedad.

De múltiples maneras quedó dicho en la Reunión Interamericana que el castigo corporal no es educativo sino un mal ejemplo, no es benéfico, sino que atenta contra la salud mental, no forma sino deforma la personalidad, no es amoroso sino atemorizante, no es respetuoso sino denigrante, no corrige comportamientos, sino que los agrava.

“El uso del castigo físico no es más que el ejercicio de un acto de poder en condiciones de completa ventaja, que refleja la incapacidad de quien lo utiliza para dar una respuesta decida a los retos implícitos en las tareas de formación, cuidado y educación”, enfatizó el Ombudsman nacional en turno.

En Latinoamérica el 11 por ciento de los padres considera necesario el castigo corporal para disciplinar a los hijos. Sin embargo, alrededor del 60 por ciento de los niños de esta región del mundo reciben castigo corporal. Significa que muchos padres utilizan el castigo corporal aun en contra de su voluntad o creencia.

Se requiere trabajar con ese 11 por ciento de padres para que puedan comprender lo desatinado y riesgoso de su creencia, pues sabido es que lo que el adulto piensa sobre la disciplina determina las medidas que toma ante los comportamientos de sus hijos. Para adquirir herramientas te sugiero el libro de mi autoría Cero golpes. Solicítalo a: correo22@gmail.com

Hoy sabemos que lo que estos métodos generan es ansiedad, miedo y múltiples emociones que terminan por desorganizar aún más el comportamiento de los niños; sabemos también que, aunque por miedo frenen o inhiban el comportamiento inadecuado, nada garantiza que no lo repetirán, pues los golpes no enseñan ninguna habilidad, no generan reflexión que provoque aprendizaje sobre la situación. Esta es información que urge ser difundida.

Lo que invariablemente hace el castigo corporal es sembrar la semilla de la violencia en el niño o niña, es decir, el mensaje de que la transgresión de los cuerpos es válida.

Los padres, madres y personas cuidadoras que aun estando en contra del castigo corporal incurren en él, terminan lamentándolo. En estos casos se debe a que la situación los rebasó, los recursos parentales se agotaron, el temor a que el comportamiento inadecuado que presenta el hijo perjudique su futuro, el miedo por el riesgo al que se expuso éste. La lista es larga. Estos padres no necesitan crítica de la comunidad sino apoyo en su labor parental, no necesitan medidas punitivas sino reeducativas.

Tres años después, en enero de 2021, quedó prohibido el castigo corporal y humillante en México, un gran reto para los adultos contemporáneos encargados de la educación, formación y crianza de las niñas y niños, pues nos obliga a desempeñar nuestro rol no como mejor nos parezca sino sólo en el marco de respeto a la dignidad del niño, de la niña. Bonita y ardua tarea que requiere ser hecha con mayor velocidad y compromiso.

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