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Colonos defienden sus árboles…

Divisadero
Opinión

Eliazar Velázquez - Divisadero

Colonos defienden sus árboles…

La colonia Nicolás Campa, en San José Iturbide, se creó en 1988, poblada originalmente por profesionistas que llegaron a la localidad. Un ingeniero aficionado a la literatura promovió dar a las calles nombres de escritores mexicanos. Era la periferia, aun no sucedían las grandes migraciones propiciadas por empresas que pronto se instalarían.

Una característica que por generaciones han adoptado como símbolo de identidad son los antiguos pirules y eucaliptos de su perímetro. Son barreras naturales contra el viento y antaño indicaban linderos. Expertos observan que varios pueden tener más de cien años. Cuando el poblado aun no entraba en la espiral de descomposición social, la colonia tenía rasgos de colectividad que también se traducían en su cuidado.

Hace semanas un brazo de pirul cayó sobre un automóvil, con la consecuente angustia de la familia afectada, ese hecho desató una suma de acontecimientos que han exhibido desplantes arbitrarios, informalidad, así como improvisadas respuestas a la problemática por parte de funcionarios municipales; pero también, ante el amago de cortar los árboles se ha despertado entre sus habitantes el impulso de no permitirlo sin que existan argumentos sólidos.

La ecología por encimita…

Maribel Olvera Soto, directora de Medio Ambiente y Ecología, parece haber llegado a ese cargo más por su cercanía al grupo en el poder que por dominar la materia. En sus datos curriculares no aparecen experiencias ambientales sólidas, pero si tuvo activa participación en la campaña de la panista Cindy Arvizu Hernández, fue candidata propietaria en la quinta fórmula de su planilla. De labores ecológicas documenta en sus perfiles públicos acciones mediáticas como una siembra de árboles honrando iturbidenses muertos de covid.

Esta funcionaria no ha tenido solvencia, ni tacto, en lo relacionado con los árboles de la colonia Nicolás Campa. Luego de una revisión que realizaría personal de su área se comprometió a entregar a la representante de colonos un diagnostico por escrito, lo cual a la fecha no ha sucedido; sin embargo, ha trascendido que su recomendación fue cortarlos porque un hipotético hongo los está carcomiendo, afirmando además que posteriormente deben incinerarse. Esto secundado por Protección Civil que acudió a marcarlos casi en su totalidad, como cuando se anticipa quien está condenado a morir. También, ha manejado el errático argumento de que el Ayuntamiento tiene facultades para ello, obviando que la autonomía municipal no los exime de cumplir con los protocolos y legislaciones ambientales.

Ante esa falta de seriedad institucional y de rigor técnico, los habitantes gestionaron la presencia de especialistas en vegetación, que integran el equipo profesional del Jardín Botánico Charco del Ingenio, para que observaran los ejemplares marcados y realizaran una valoración. Estos biólogos encontraron su sistema de raíz bien estructurada, su sistema arbóreo con buena estabilidad y dimensión adecuada; siendo una especie longeva estarían en su edad media en promedio, y salvo un ejemplar, consideran están sanos, pero requieren mantenimiento.

Ha sido la oposición de un grupo de colonos a la tentativa unilateral de derribarlos y su indignación ante la arrogancia de funcionarios que pretendieron minimizarlos, lo que en días recientes logró encarrilar el tema por una ruta más seria. La alcaldesa asumió el compromiso que en lo inmediato serán podados, y la SMAOT emitirá un dictamen, por lo que María Isabel Ortiz Mantilla, responsable de esa instancia estatal, tendrá en sus manos tan sensible asunto; aunque los habitantes seguirán contrastando esas versiones oficiales. Son en total 57 pirules y 7 eucaliptos, si en promedio cada uno tiene 150 años, suman casi 10 mil años de vida cuyo destino está por escribirse.

Maribel Olvera Soto, directora de Medio Ambiente y Ecología. Foto: Especial

Hablan los colonos…

En el contexto de la decidida defensa emprendida por los ciudadanos, la alcaldesa acudió a una asamblea. Conoce el entorno, vivió durante años a metros de esas arboladas y cerca tiene propiedades.

Llegó con casi todo su gabinete, pero la titular de ecología instalada en la penumbra no pronuncio palabra; fue una bióloga, adscrita a la nómina municipal, quien verbalmente describió la supuesta enfermedad usando abundantes tecnicismos como buscando persuadir que el destino de esos árboles es irreversible. Sin embargo, la mandataria Cindy Arvizu y sus acompañantes recibieron una aleccionadora y magistral respuesta de un colono, profesor jubilado, cuyas palabras además exhibieron la corta mirada de quienes piensan que un cargo público les endosa la realidad como si fuera su patrimonio:

“En relación a lo que dijo la bióloga, la comparación que hizo de un ser humano a un árbol parece razonable, pero acuérdese que todos tenemos un ciclo, y si puso como ejemplo a un ser vivo, una pierna de una persona se lucha hasta donde más se pueda antes de cortar esa extremidad, entonces un árbol es lo mismo. Tengo 34 años de vivir aquí, a lo mejor estos árboles se ven así, ¿pero usted creé que no les daña todo esto que se ha hecho? las vías, la banquetas, se les cortan raíces, se afectan también. Esa no es la única manera de juzgar a un ser vivo que no se puede defender. Lo que ocupan es una podada, una cuidada, también nosotros hemos fallado, antes los pintábamos de cal, ahorita no se ha hecho. Estamos peleando por el cambio climático, por tener más oxigenación y si lo que se está buscando es tumbarlos, no es justo, ni lógico.

A lo mejor muchos no entendemos términos que usted utiliza, pero si entendemos la naturaleza, lo que nos rodea, queremos lo que nos pertenece y respetamos con lo que nuestros hijos crecieron, independientemente de los estudios creo que nosotros ora si como dueños de nuestro entorno, sabemos que un árbol no se va a caer hasta que su ciclo llegue, y es difícil caigan, porque tienen ramificaciones. El daño que se hizo fue precisamente por esos servicios que a nosotros nos sirven pero a ellos no, así de sencillo. Tomemos la decisión de podarlos y arreglarlos, con eso evitamos que el aire se los lleve o ladee, porque para que volvamos a plantar y lleguen a la misma altura ya muchos no estaremos, al contrario nos vamos a ir y los árboles van a seguir aquí…”

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