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Consideraciones ante la complejidad de la crianza

Parentalidad
Opinión

Guadencio Rodríguez Juárez -Parentalidad

Consideraciones ante la complejidad de la crianza

La educación y crianza de las hijas e hijos es una de las funciones más complejas que pueda existir. Se trata de acompañar en su proceso de crecimiento y maduración a un ser que requerirá de la construcción de un cerebro pleno e integrado, lo cual se logra a través de un largo proceso de cuidado, protección, formación, vinculación, enseñanza, amor y guía.

Un proceso que requiere altos montos de sensibilidad para poder identificar las necesidades múltiples de ese ser que en el comienzo no cuenta con lenguaje para expresarlas con claridad, y que más adelante, aun cuando lo adquiera, le seguirá siendo difícil identificar y expresar con precisión lo que siente y necesita.

De ahí que el reto sea grande, pues requerirá de múltiples y complejas habilidades. Sobre todo, una alta capacidad de mentalización. La mentalización es una forma de actividad mental imaginativa que permite interpretar el comportamiento humano en términos de estados mentales intencionales, es decir, permite “meterse a la mente” de la hija o del hijo para identificar sus necesidades, deseos, creencias, sentimientos, objetivos, expectativas, temores, etcétera.

Más nos vale asumir que la crianza es compleja. Lo cual no significa que sea complicada. Esto dependerá de las capacidades parentales para dicha tarea.

El conocimiento acumulado acerca del desarrollo infantil y de la parentalidad nos regala información que puede aclarar un poco la labor. Te comparto algunas:

  1. Los castigos, la indiferencia y los premios no son métodos educativos. Su alcance se limita a modificar (generalmente a inhibir) comportamientos con base a la activación del cerebro límbico o emocional, es decir, con base al miedo que provocan los castigos y la indiferencia o al placer derivado de los premios. Lo que no consiguen es enseñar criterios, referentes, pautas o principios para la toma de decisiones, tampoco habilidades trascendentales para la vida. Por lo que su efecto es momentáneo. Dura lo que dura el castigo, la indiferencia o el premio, pero el comportamiento inadecuado volverá porque la niña o niño no aprendió lo necesario para decidir o actuar de una mejor manera ante la aparición de nuevas situaciones o estímulos del entorno.
  2. Reconozcamos que cuando recurrimos a métodos rudos, punitivos o manipuladores (como termina viviendo los premios la niña o niño), lo hacemos porque resultan más fáciles y requieren menos esfuerzo, dedicación, capacidad parental y energía. Y es que los métodos realmente educativos, tales como, diálogo, anticipación, resolución de conflictos, regulación de emociones, búsqueda de soluciones, conectar y dirigir, activar y ejercitar el cerebro reflexivo, etcétera, requieren de empeño, tiempo e incluso entrenamiento para poderlos implementar, para lograr adquirir o fortalecer las propias habilidades socio-emocionales que dichas alternativas requieren.
  3. 2) Reconozcamos que cuando recurrimos a métodos rudos, punitivos o manipuladores (como termina viviendo los premios la niña o niño), lo hacemos porque resultan más fáciles y requieren menos esfuerzo, dedicación, capacidad parental y energía. Y es que los métodos realmente educativos, tales como, diálogo, anticipación, resolución de conflictos, regulación de emociones, búsqueda de soluciones, conectar y dirigir, activar y ejercitar el cerebro reflexivo, etcétera, requieren de empeño, tiempo e incluso entrenamiento para poderlos implementar, para lograr adquirir o fortalecer las propias habilidades socio-emocionales que dichas alternativas requieren.
  4. Las hijas o hijos pueden responder a la autoridad de las madres y padres por miedo a sus castigos o desplantes, por interés a sus premios o por el goce y seguridad que experimentan a través del vínculo amoroso y respetuoso construido. Obviamente, el alcance es mucho mayor cuando el goce y la seguridad del vínculo es el combustible de la crianza.
  5. ) El fin último de la crianza y educación no debería ser modificar comportamientos, sino crear y facilitar las condiciones y utilizar métodos o alternativas formativas que permita a las hijas e hijos sentirse seguros, capaces, confiados, habilitados (lo cual implica transmitirles y facilitar múltiples aprendizajes significativos). Entonces ellas y ellos mismos afinarán su comportamiento.

Repito, la crianza y educación es compleja. Asumámoslo para entonces dedicar el tiempo, la energía y los recursos necesarios para aumentar las competencias parentales y marentales y para construir las condiciones que permitan su ejercicio. De esta manera la complejidad de la crianza no será complicada sino viable.

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