Crónica del voto… a pesar del INE

Son las ocho de la mañana, y en las inmediaciones del jardín de Xichú hay adornos de palma con motivo del Domingo de Ramos, pero no hay indicios de que habrá una Consulta Popular para la Revocación de Mandato. El lugar está solitario, alcanza a ser perceptible el ruido de la tortillería y el acomodo de mesas en la fonda. También está silenciosa y desolada la iglesia donde se distinguen los santos cubiertos con manto morado.

Desde los primeros minutos de esta jornada electoral, la primera certeza es que el INE escatimó ofrecer a los ciudadanos xichulenses todas las herramientas que suele poner al alcance para que la gente ejerza el sufragio. En las jornadas electorales siempre se instalan casillas en el centro del pueblo, pero esta vez el salón de actos cívicos donde la gente acostumbra votar permanece cerrado, solo merodean dos perros somnolientos. Es hasta la escuela primaria, fuera del primer cuadro, donde se han instalado casillas. Hay una fila considerable, principalmente gente adulta, pero es hasta cerca de las nueve cuando empieza la votación.

Uno de los primeros en cruzar la boleta es un ingeniero dedicado al comercio, quien confirma el retraso y comenta su sorpresa de que en todo el municipio solo hay cinco casillas, tres en cabecera y dos en una comunidad, lo que equivale apenas al 21% de las que se instalaron la pasada elección, pero además, por la orografía de la zona esa circunstancia deja sin oportunidad de expresar su opinión en las urnas a cientos de personas, pues el municipio tiene más de cincuenta localidades y hay quienes tendrían que recorrer distancias de horas para poder votar, con el agravante de que en la mayoría de esas rutas no existe transporte público.

Lee también: Apenas votaron y dos morenistas ya hablan de gobernar Guanajuato en 2024

Votar en medio del tianguis…

E n la cabecera municipal de Victoria de por sí el domingo hay tianguis bullicioso. Pero esta vez se agrega la tradición religiosa, todo acontece en la misma céntrica área. El tráfico es incesante. La gente se desplaza del atrio del templo copado por el verdor de las palmas benditas, hacia las calles aledañas donde hay un mercado callejero muy vivo de verduras, comida, ropa, calzado, y hasta frutos propios de la temporada como un dulce natural que se produce horneando el quiote de maguey. Un campesino experto en elaborarlo, trepado en su camioneta, serrucha los pedazos a los clientes, al tiempo que relata llevar muchos años siendo Judas en Semana Santa.

La manta tímida que apenas se distingue en la entrada de una escuela anuncia que ahí hay casillas. El lugar quedó en medio de los puestos tendidos en las calles, entre el tumulto de personas que caminan, compran y platican. Un anciano campesino solitario entra con morral terciado y su bordón, pregunta dónde votar. Al salir muestra su pulgar, mientras luce su viejo sombrero, lentes oscuros, y el bigote grande asomando bajo el cubre bocas.

En este municipio, considerablemente extenso, solo se instalaron 10 casillas, cuatro en cabecera, el resto en tres localidades. Lo que dejó sin opción a amplias zonas, pues por ejemplo, los que viven en comunidades limítrofes con Rioverde, San Luis Potosí, es improbable que realicen el largo recorrido por una brecha sinuosa para acercarse a votar.

El mediodía crece y el sol arrecia. Esa multitud del tianguis no parece conectada con el tema de la Revocación de Mandato. La mayoría ni siquiera parece darse cuenta que por esa puerta atrapada entre los puestos de fritangas, podrían introducirse a decidir si el presidente de la República se queda o se va.

Amor con amor se paga…

E n una escuela primaria de la cabecera municipal de Santa Catarina un anciano de nombre extraño, don Zefronio, está recargado en la pared observando quienes llegan a votar. Él ya hizo lo propio desde temprano. Vive solo, enviudó hace cuatro años, no tuvo hijos, se hace de comer, se lava. Casi cumple ochenta pero ya le duelen sus rodillas, se ayuda con bordón. Luce gustoso sus huaraches de llanta, nunca ha usado zapatos ‘porque calientan mucho’.

Ese es fulano, -dice-. Los conoce a todos. También relata que la mayoría de los que han llegado son gente mayor como él. “¿Por qué querrán quitar al presidente? –pregunta-. Afirma que por eso acudió a apoyarlo, en su desamparo necesita la pensión ‘a ver si nos vale’ –agrega-.

Dos imágenes atrapan. Una la del hombre que quiere votar pero es de una comunidad de Xichú colindante con Santa Catarina, solo que bajo al pueblo equivocado este día domingo. Le indican que tendría que ir hasta la cabecera de aquel municipio. Si hace el recorrido caminando son como doce horas, estaría llegando pasada la medianoche.

De pronto, en la puerta aparece don Canuto, muy conocido en el pueblo, como no hay modo de introducir al aula su silla de ruedas, conmueve el gesto de una joven funcionaria de casilla que saca cargando la mampara hasta afuera, le entrega la papeleta, y lo deja votar en secreto.

Don Zefronio, que así se llama en la iglesia y en lo civil Filimón, observa lo sucedido, y se lamenta: “triste la vida cuando ya está uno con las enfermedades”.

Pero aunque este anciano campesino parece saber cualquier cosa, dice que no entiende por qué en todo este municipio solo pusieron las tres casillas de esta escuela, y en las comunidades rurales ninguna.

Esa misma pregunta se la han de hacer muchas personas en Santa Catarina. (Y eso que don Zefronio no sabe que en todo Atarjea también solo instalaron cuatro casillas en dos localidades, y además se le ocurrió al INE mezclar los electores de ese municipio con los de Xichú).

De por sí en esta región la gente está muy alejada de pensamientos progresistas y de izquierda, pero además, con todos esos obstáculos para acceder a las urnas, más los que instrumentaron los gobiernos locales afines al partido conservador, no es de extrañar la ausencia de largas filas en las casillas.

Podría interesarte:. PAN denuncia acarreos para la consulta de Revocación en Guanajuato