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Decir no, decir sí

Parentalidad
Opinión

Guadencio Rodríguez Juárez -Parentalidad

Decir no, decir sí

Los psicólogos Jaume Soler y Mercè Conangla advierten que muchos de los problemas que afloran durante la adolescencia o en la edad adulta se podrían haber evitado si en la etapa infantil los padres hubieran dado a los hijos los No y los Sí adecuados, justos y coherentes.

Sin lugar a dudas tienen razón. El arte consiste en identificar cuando toca “no” y cuando toca “si”.

La generación de nuestros padres/madres fue una que predominantemente utilizó el no. La expectativa de obediencia encontraba en el no (aunado al “porque lo digo yo”) la vía para el control de los comportamientos.

El psicólogo danés, Jesper Juul, explica que desde comienzos de los noventa los padres/ madres adoptaron una nueva postura: por seguridad decían siempre que sí, y sólo la vacilación, un resignado encogerse de hombros o el tono reticente de la voz revelaba que se anhelaba poder decir no alguna que otra vez.

Da la impresión de que actualmente la balanza parental se ha inclinado hacia el “sí”, siendo muchos los padres y madres jóvenes a los que les cuesta trabajo decir no a sus hijos o hijas. ¿Cuáles son las causas?

Juul explica que muchos padres y madres de hoy, viven en la sociedad del bienestar y de la abundancia, razón por la cual no tienen la necesidad de decir no a los hijos gracias a su situación económica acomodada. Pero esta no es la última causa, aclara: “Algunos padres temen los conflictos o simplemente son comodones; otros se proponen transformar la familia en un miniparaíso para niños; otros, finalmente, carecen de todo control sobre sí mimos o han entendido mal el precepto de ser afables con los hijos”.

Los niños y niñas, sobre todo antes de los cinco años, necesitan puntos de referencia en su actuar. Es por eso que buscan la mirada de sus padres/madres para que estos les confirmen –o no– su accionar. “Quieren entender qué es lo que resulta agradable a sus padres y qué no, qué aprueban y qué rechazan, en qué confían y qué les repugna”, dice Juul. Y será la repetición de las respuestas a estas preguntas las que ayudarán a establecer una conciencia moral propia en el niño o niña.

Por lo tanto, los padres/madres no deberían temer al “no”. La misma calma y espontaneidad utilizada para emitir el “sí” debe ser utilizada para emitir el “no”, para lo cual no hacen falta gritos, ofensas o burlas, tampoco inseguridad ni titubeo.

Al niño y a la niña les sirve el sí y el no certeros y asertivos. A partir de los dos años de edad adquieren un nivel de autonomía considerable. Pueden deambular y no dudan en explorar el entorno y sus detalles. Adquieren fuerza y habilidades cognitivas importantes y no pierde tiempo en utilizarlas. Desean hacer las cosas por su cuenta pudiendo obviar los riesgos. De ahí que en esta etapa tenga dos exigencias fundamentales de acuerdo a Juul:

“Por una parte, necesita un feedback a su constante proceso de exploración y comprobación de la realidad, que incluye los límites y los valores individuales impuestos por los padres. Por otra parte, y por eso mismo, es también necesario una y otra vez decir no a las mismas cosas. Cuanto más se expresan los padres con personalidad y firmeza, más rápidamente sacan los pequeños exploradores sus propias conclusiones”.

En cambio, cuando los padres son ambiguos, titubeantes, se ponen a la defensiva o sermonean al niño o niña de dos años, este tiene que hacer un enorme esfuerzo para descifrar el feedback de sus padres y para obtener una respuesta que los deje satisfechos en su búsqueda de referencia.

En resumen, a menor edad del niño, mayor necesidad de claridad en las respuestas de sus padres y madres. “Esta vez no te lo compraré”. “Sí podemos salir al parque”. “No quiero que saques las ollas del armario”, etcétera.

Recordemos que el “sí” perpetuo e indiscriminado lleva al caos y a la angustia, mientras que el “no” puntual y pertinente proporciona orden a la personalidad; el “sí” pertinente fortalece, el “no” preciso organiza, por eso hace tanto bien, por eso los propios niños y niñas lo piden (casi siempre con sus comportamientos y de vez en cuando de manera verbal y explícita). El “sí” y el “no” en equilibrio proporciona salud mental.

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