Desaires
López Obrador y los periodistas
Uno no entiende la importancia de los invitados hasta que recibe un desaire. Cuando uno prepara un evento, pone todo su empeño en arreglar y cuidar los aspectos para que salga bien, ha de ser horrible que, si esperas que muchos lleguen, se aparezcan unos cuantos. Si eso pasa, un anfitrión inteligente se preguntará: ¿qué pasó? Y actuará en con secuencia. En general, suceden una de dos cosas: o maltrataste a tus invitados y a nadie le gusta ir a un lugar en el que no será bien recibido, o has invitado tanto y tan seguido que vas generando enfado. Pues, parece que la 4T ya enfadó a los periodistas y ellos para mostrar músculo hacen patente su desaire.
El gremio de periodistas está enfadado y la indignación de quienes ejercen el periodismo en zonas de alto riesgo se entiende. ¿Cómo no ser empáticos? Pues, la gente que dirige a la nación parece que no lo entiende o no lo quiere entender. Con frecuencia, el anfitrión siente que su papel es indispensable. Se sube a un pedestal de superioridad y desde el pináculo, señala, golpea, evidencia, lastima, ignora y pone en peligro a sus invitados. En el caso de la 4T pasó de todo: ha invitado demasiado— ir a las mañaneras todos los días es una muestra de perseverancia y amor a la profesión— y ha maltratado a sus convidados. De repente, pareciera que los periodistas y la gente de los medios para la administración de López Obrador hemos pasado de ser personas a ser un elemento de la escenografía, un dispositivo de ornato o una bocina que esté lista para formar parte del aparato aplaudidor que necesita los que hoy ejercen el poder.
Ver nota: No más preguntas. Periodistas protestan en mañanera de AMLO por asesinatos López Obrador
Por supuesto, si la escenografía se deja de ver bonita, hay que cambiarla, pensarán. Si algún compañero se niega a vitorear cualquier acto presidencial, ya se pasó al lado oscuro y deberá de ser expulsado y relegado al grupo de parias que no cuentan con el favor de Palacio Nacional y ni modo. Así, vulnerar la libertad de expresión se ha convertido en el motivo suficiente para pasar al juicio sumario que lleve a desprecio y al escarnio y se hace frente a todo el mundo. Además, les parece divertido. Desde luego, que eso es conveniente para cualquier poderoso que quiera manipular la verdad para tapar lo que no quiere que se divulgue y seguir administrando el atole que se le dará al respetable con el dedo.
La información es poder, la frase que de tanto repetirse hay quienes la desgastan, y no deja de ser cierta, En una democracia, la información es un derecho. Limitar esta prerrogativa ciudadana va en contra del ejercicio democrático y pierden individuos y nación ya que se está destruyendo la base de la toma de decisiones con la que deben de contar los ciudadanos. En México, la gente muere por difundir información. Es cierto, no los mata el Estado, pero, lejos de proteger el ejercicio de informar, se ataca, se vilipendia, se maltrata y se deja de apreciar a quienes desempeñan este oficio tan noble y necesario
Lee más: “Periodismo al costo que sea”; Loret responde a AMLO tras exhibir sus ingresos López Obrador
Pero, toda acción genera reacciones. Al presidente López Obrador le encanta estar en contacto con los medios, a su gente le fascina estar en el centro de los micrófonos, grabadoras, lentes, cámaras. Se les ve encantados y felices de la vida posando para la foto, regalando sonrisas y estando al frente de una fila de reporteros a los que les gusta responder lo que les da la gana a las preguntas que les vienen bien. Pero, si alguien los cuestiona, intenta debatir o los sacan de balance, entonces vemos caras avinagradas, gestos arrogantes, desplantes autoritarios, risitas condescendientes. En fin, ¿a quién le gusta ser invitado a un lugar en el que lo van a tratar así?
Así que, el gremio de informadores ha de fajarse los pantalones. ¿Y si ignoraran de la misma forma en que son ignorados? Sentirían en rigor del desprecio. Por ejemplo, los legisladores morenistas ya sintieron el flagelo del desaire y no les gustó. A que no les parecería tan agradable que la oposición se llevara la atención de quienes ellos, desde Palacio Nacional, desprecian, insultan y lastiman.