Disciplina bíblica
En este mundo hay más religiones que niños felices.
René Magritte
“¿Por qué algunos padres golpean a sus hijos justificándose con argumentos bíblicos?”, me preguntó una joven estudiante de pedagogía, sensible al dolor de los niños. Ella era contratada para cuidar a una niña de cinco años de edad, durante algunas horas al día. Tiempo suficiente para observar cómo de vez en vez la golpeaban, “para corregir su desobediencia y sus travesuras”, decían los respectivos padres.
La perversión total de este acto se reflejaba en el hecho de darle un lugar especial en la casa a la “vara de corrección” con que le pegaban, así como en adiestrar a la niña para que pusiera “voluntariamente” su cuerpo para recibir de manera pasiva y sometida los golpes.
Desafortunadamente en el mundo aún existen religiones que defienden esta postura apelando “al deber de padres”. El Informe para la Consulta Regional de América Latina (2005) publicado por la Iniciativa Global para Acabar con todo Castigo Corporal hacia Niños y Niñas sostiene que los cristianos que aplican, entre otras, las palabras de Proverbios 9, 10: “El temor de Yavé es el principio de la sabiduría”, y de Proverbios 13, 24: “No usar el chicote es no amar al hijo”, están sugiriendo que niños pequeños y frágiles merecen tales castigos, y que sufrir temor y dolor es parte necesaria de la experiencia de la niñez.
Jesucristo era maestro y profundo conocedor de las Escrituras. ¿Qué decía sobre golpear a los niños? El informe antes citado concluye que no hay evidencia que sugiera que Jesús haya citado las Escrituras para justificar golpearlos, sino todo lo contrario, él siempre trató a los vulnerables e indefensos con amor y compasión. Todos los encuentros registrados con los niños y niñas fueron amables, tiernos y respetuosos.
Dicho informe sugiere que los cristianos que toman en serio los relatos bíblicos tienen el deber de cuestionar la dañina práctica de golpear a los niños y a las niñas, tal y como Jesús cuestionó tantos aspectos culturales y sociales de su propia época. Una actitud positiva y no violenta de los padres/madres es la que mejor refleja las enseñanzas del nazareno.
En la Biblia, predominantemente en el Nuevo Testamento, existen citas bíblicas que promueven la consideración hacia los niños y niñas, tales como: “les aseguro que, si no cambian y vuelven a ser como niños, no podrán entrar al Reino de los Cielos” (Mateo 18, 3).
Sin embargo, éstas no se han visto reflejadas suficientemente en las relaciones con los niños y niñas. ¿Por qué razón? ¿Por qué millones de personas en el mundo solo escuchan las que atropellan su integridad y su dignidad? ¿Por qué no alcanzan a ver que el castigo corporal y los tratos humillantes generan dolor, sufrimiento, sometimiento y daño significativo? ¿Por qué los líderes religiosos y sus instituciones no han prohibido e manera explícita este tipo de prácticas?
Respondo parafraseando a la experta y crítica del tema, la psicoanalista y filósofa Alice Miller: porque de niños nos vemos obligados a reprimir y negar el dolor y sufrimiento causado por nuestros padres, nos vemos obligados a pasar por alto su crueldad. Aprendemos a creer que las humillaciones y golpes se propinan “por nuestro bien”, luego nos convertimos en padres, maestros, terapeutas, sacerdotes, pastores, etcétera, y con esa información instalada en nuestro cerebro, educamos a los niños que pueden ser nuestros hijos, alumnos, feligreses… A ellos les explicamos que lo que se suponía que era bueno para nosotros, también lo es para ellos.
Afortunadamente, en la actualidad cada vez son más los adultos que se las arreglan para no recurrir a castigos y tratos que generan miedo. Y, los niños y niñas que no están obligadas a temer a sus mayores pueden y podrán hacer muchas cosas buenas. Miller afirma que estos niños y niñas serán inmunes a los autores bíblicos que presentan a un Dios padre supuestamente amoroso, como punitivo, contradictorio e injusto, cuando no cruel; irán por el mundo con las antenas puestas y podrán protestar contra la injusticia, la necedad y la ignorancia, con palabras y actos constructivos.
El maltrato redunda, entre otras cosas, en niñas y niños sumisos, serviles. El buen trato, en niñas y niños libres. ¿Qué tipo de niñas y niños queremos?
(Extracto del libro Cero golpes. 100 Ideas para la erradicación del maltrato infantil, cuarta edición. Adquiérelo en Amazon o solicítalo a cerogolpes22@gmail.com).