Sábado, 11 Enero, 2025

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Duelo y paternidad

Parentalidad
Opinión

Guadencio Rodríguez Juárez -Parentalidad

Duelo y paternidad

Cada espacio que nos corresponda y en el que estemos ausentes será una ausencia en la vida de nuestros hijos.

Sergio Sinay

Una vez que nace el hijo o la hija, la paternidad es un acto de libertad y responsabilidad: se decide hacerla de padre o no. Y cualquiera que sea la decisión, transmite mensaje. Compromiso, generosidad, amor, educación, responsabilidad, son los mensajes que transmiten a sus hijos e hijas quienes deciden asumir el rol paterno. Quienes deciden no asumirlo y terminan por abandonarle, transmiten un mensaje triste, lamentable, doloroso, ilegal.

Dicho mensaje es recibido por los hijos e hijas y lo llevan en su corazón a través de la vida. Cuando el padre muere, la reacción de estos se encuentra determinada por múltiples variables: el trato recibo por el padre durante la infancia y adolescencia, el vínculo construido a través de la vida, la relación en el momento actual, circunstancias y manera en que ocurre el fallecimiento, entre otras.

Lo mejor que un padre puede hacer con su hijo o hija es construir un vínculo sólido a través del buentrato en la crianza, de la presencia constante en la vida de los hijos e hijas, de la sensibilidad desplegada ante cada comportamiento infantil o adolescente.

Lo anterior permite meterse en el corazón de la hija o hijo. De tal manera que cuando el padre muere, la experiencia será dolorosa pero transitable. La negación por la muerte no será tan necesaria, la culpa y el enojo serán muy pequeños o inexistentes, probablemente la tristeza sea muy alta, pues suele ser proporcional al cariño tejido. No obstante, la aceptación de la pérdida, la renegociación con la vida en la cual ya no estará el padre, así como la elaboración del duelo será viable, posible y hasta fluido.

Ante la muerte del padre, los recuerdos de lo vivido con él se intensifican. Los funerales, con los respectivos relatos de quienes lo conocieron amplifican los recuerdos que reflejan la herencia dejada en la vida de hijos e hijas. Y nos deja empuja a asumir que ese hombre hizo lo mejor que pudo como padre con los recursos y circunstancias de su tiempo, con aciertos y desaciertos.

Ese recuento estimula la reflexión acerca de la propia parentalidad respecto a los propios hijos e hijas en la actualidad, y nos detona preguntas del tipo: ¿Estoy haciendo lo mejor que puede con mi hijo/hija? ¿Puedo hacerlo aún mejor? ¿Estoy suficientemente presente para llenar sus espacios o estoy dejando espacios vacíos debido a mi lejanía?

Cuando el padre no invirtió tiempo, energía, presencia, sensibilidad suficiente, el vínculo con el hijo o hija será débil, difuso, frágil. Cuando el padre desplegó un estilo autoritario, violento, o frío y distante, el vínculo paterno-filial será muy complejo. Resentimiento, miedo, odio, suele ser el tipo de sentimientos albergados en el corazón de hijas e hijos. Y cuando la muerte del padre ocurre, el duelo se torna se torna tremendamente complejo, intrincado.

En este caso los sentimientos son muy intensos, cargados de ambivalencia y confusión. Razón por la cual la negación ante la muerte se hace necesaria hasta que el dolor amaina un poco. Entonces la culpa y el enojo suelen ser altos por todo lo que faltó desde ese rol paterno, por las violencias o los desplantes padecidos, por los sentimientos de odio experimentados que después llevaban a la culpa por tal experimentación, sentimientos que no dejan mucho espacio para la tristeza. Y la reconciliación con la vida donde ya no estará el padre se dificulta, por lo que la elaboración del duelo se complica.

En ocasiones el duelo se queda congelado; la intensidad, ambivalencia y confusión ante la pérdida, provoca que el psiquismo del hijo o hija que se queda en la vida haga a un lado los sentimientos, pues no se cuenta con la fortaleza emocional para procesarlos. Lo cual puede llevar a la melancolía o a la depresión.

Enhorabuena por aquellos hombres que ocupan el espacio que les corresponde como padres y en ese acto nutren la vida de sus hijos e hijas.

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