Viernes, 10 Enero, 2025

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El difícil tema de la mujer

Las ventanas
Opinión

Cecilia Durán Mena - Las ventanas

El difícil tema de la mujer

Es difícil abrir una conversación civilizada en torno al tema de lo femenino. Hay una gran polarización y parece que hay más disensos que consensos. Es verdad, la incomprensión entre las personas es entendible y, de hecho, previsible. Es difícil ponerse de acuerdo. Las brechas generacionales, de formación, de educación, de percepción oponen resistencia para descifrar el acertijo, no obstante, el respeto y el deseo de comunicación pueden hacer posible el dialogo que nos permita ver con naturalidad la feminidad y así transformar vidas, mejorar la situación y alcanzar cambios tangibles, medibles y observables.

Es un hecho que la sordera —que el mundo en general y en este país en particular— y la forma en que se da la espalda al tema femenino ya no es sostenible. Hoy, no puedo decir que me siento más segura caminando por las calles ni más cómoda usando cierta ropa ni más apoyada por las instituciones ni que haya más espacios en las organizaciones. Hay, eso sí una disonancia entre lo que se dice y lo que se hace.

Más allá de pareceres, de opiniones o de buenas voluntades están los hechos. Obras son amores y no buenas razones. En México no existe una red de seguridad social que permita que alguien se mantenga sin empleo, hay que salir a trabajar. Es por esa razón que nuestra tasa de desocupación es significativamente menor que la de otras economías. La realidad obliga en forma salvaje a que la gente se vea en la necesidad de salir a buscar ingresos de la forma en la que le sea posible, de ahí nuestras altas tasas de informalidad. Además, para nadie es sorpresa el tema de las brechas laborales entre hombres y mujeres, pero en la informalidad observamos que la brecha se profundiza más. La discriminación a la que se ha sometido a las mujeres a lo largo de siglos queda patente a través de diversas estrategias sociales, culturales y políticas. En muchos casos, la sumisión de las mujeres es consecuencia de lo que se llama “violencia simbólica”, violencia amortiguada, insensible e invisible para sus propias víctimas.

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Las cifras nos dejan ver que la informalidad es mayor en las mujeres: 54% de las mujeres que trabajan lo hacen sin derechos, sin prestaciones, sin cotizar a la seguridad social. Para los hombres ese porcentaje es 47%. La separación en términos de ingreso salarial también existe. Una mujer gana 86 pesos por cada 100 que gana un hombre. Es más difícil para una mujer conseguir un empleo de mejor calidad y remuneración.En mi caso, he descubierto que educar en torno a lo femenino no es tan sencillo. Se trata de hablar de la socialización femenina, del lugar en el que queremos estar. De contar más historias de éxito. De hablar de nuestras cosas sin sentir vergüenza. De aplaudir a estos hombres feministas y dejar de denostarlos como mandilones. La socialización de las mujeres se trata, en muchos sentidos, de cómo nos describimos nosotras a nosotras mismas. Son esas palabras las que nos dan una idea de la imagen de lo femenino. Educar en torno a lo femenino es decidir qué elogiamos en nosotros y en los hombres a nuestro alrededor.

El problema es que hablar de la mujer es difícil, lo es más cuando lo hacemos en general, en abstracto. ¿Te has detenido a ver a tu mamá, a tu abuela, a tu hermana, a ti misma? Y siempre hay tanto que hace falta por decir. La experiencia de la contemplación es siempre una relación dinámica entre quien ve y quien es visto. Es momento de que las mujeres nos veamos a nosotras mismas, abracemos nuestra identidad con orgullo y con cariño. Es tiempo de abrirnos paso, desde nuestra feminidad. Es cierto, son tiempos de resiliencia, de cambio, de adaptación, de hacer equipo. Las mujeres lo debemos hacer y no todas tenemos que lograrlo a gritos y a patadas. Podemos abrirnos paso con argumentos, con ideas, con propuestas y con unión. Las primeras que tenemos que unirnos somos nosotras y aprender a tendernos la mano unas a otras.

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Para hablar del tema de la mujer en serio y en concreto es imprescindible cambiar el escenario empresarial, el entorno laboral. Es más, hoy el tema de la mujer se trata de abrir nuestra perspectiva: se trata de trabajar por la equidad en la sociedad, por la lucha que nos lleve a una mejor distribución de la riqueza, por aceptar ideas que difieran a lo que yo creo en el ámbito político, económico y social. Se trata de tomar en serio el tema e ir detrás de la transformación profunda de nuestro mundo. Se trata de tener empresas incluyentes y no sólo porque eso entra en el ámbito del deber ser, sino porque es conveniente. Las mujeres debemos de trabajar en la normalización de la igualdad de oportunidades, porque de la diversidad deriva una economía más sólida y por lo tanto, una derrama de beneficios de amplio espectro, tanto en lo individual como para nuestra comunidad y para el país entero.

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