Domingo, 12 Enero, 2025

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El problema de la educación

Las ventanas
Opinión

Cecilia Durán Mena - Las ventanas

El problema de la educación

Mejorar la educación siempre ha sido la aspiración noble que los gobiernos expresan como un anhelo apreciado, independientemente de su filiación política. No obstante, esta legítima aspiración no se alcanza. Pareciera que hay miopía y no logramos entender que el futuro de una nación se forja en las aulas. Pretextos para no llegar a las metas son tantos y tan sólidos que parece imposible atacarlos: entre los intereses gremiales hasta las intenciones que corren entre lo legítimo y lo corrupto, parece que educar es lo último que preocupa al magisterio.

No obstante, debiera no sólo preocuparnos sino ocuparnos. Las señales de alarma se encienden. De acuerdo con la directora de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe: “Una generación entera está en riesgo de no poder desarrollar su pleno potencial”. Es terrible darnos cuenta de que el porvenir de millones de infantes en América Latina está en riesgo. Y el motivo principal es lo que sucede, o deja de suceder, en las aulas de sus escuelas.

Si ya antes de la pandemia, veíamos que el nivel de deterioro educativo en la región erosionaba a la base de la población, durante el tiempo de encierro, el modelo educativo sufrió un gran desgaste. La educación a distancia mermó la calidad de la enseñanza. Muchos estudiantes se negaron a encender las cámaras y los profesores perdieron contacto con sus alumnos. Era imposible apreciar si se estaba prestando atención a la clase o no, en las evaluaciones hubo mucho que cuestionar, en primera instancia, no hay seguridad de que los que contestaban los exámenes eran los alumnos, sus padres o alguien más. La honestidad académica a todos los niveles se vulneró y dejó muy malos resultados. Lo peor fue que muchos abandonaron sus estudios.

El modelo híbrido fue un fiasco que causó mucho estrés a profesores que no sabían si atender a los que estaban en el salón, a los cuadritos de una pantalla, si responder las dudas presenciales o atender el chat de las plataformas. Los estudiantes frustrados se quejaron de sus profesores a los que evaluaron mal y los presenciales se sintieron desatendidos. Y, cómo siempre, más allá de las opiniones están los hechos y los datos que nos permiten ver la dimensión del problema de la educación.

Los datos del estudio ERCE 2019 que acaba de divulgar la UNESCO revelaron que en 16 países de la región, en promedio, más del cuarenta por ciento de los estudiantes de tercer grado y más del sesenta por ciento de los de sexto grado de primaria no alcanzan el nivel mínimo de competencias fundamentales en lectura y matemáticas. Es decir, los chicos no entienden lo que leen y no saben hacer cuentas. Las pruebas fueron realizadas a unos 160.000 alumnos de más de cuatro mil escuelas públicas y privadas en Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay.

El estudio pone en evidencia que los estudiantes en el nivel más bajo de desempeño en lectura que cursaron el sexto grado de primaria no pueden inferir información, no saben conectar ideas que se presentan en distintas partes de un texto. Por desgracia, no son los únicos efectos, al leer parece que no entienden las palabras y por ello no absorben el conocimiento. Y los del nivel más bajo en tercer grado no saben localizar información en un texto a menos que aparezca muy destacada. Estos resultados son muy preocupantes, nos dejan ver que nuestros jóvenes no están aprendiendo. Los estudiantes están estancados, no hay avances. Sólo tres países de la región mostraron avances: Brasil, Perú y República Dominicana.

¿Qué hacer con el problema de la educación? Hay que compensar la desigualdad, la educación no está cumpliendo la misión de compensar la brecha de oportunidades. Hay que formar y valorar a los maestros. Mientras los maestros sigan teniendo ingresos ínfimos, se les siga maltratando, ignorando, depreciando, el problema irá en aumento. Hay que pagar bien a los profesores de todos los niveles educativos y darles formación y capacitación. Ayudar a los padres a integrarse a la educación de sus hijos: enseñarles a ser apoyo y no a que los ignoren o sean ellos los que resuelvan las tareas.

El problema de la educación se agravó en la pandemia y eso que ya el estado de gravedad era alarmante. Urge recuperar a los niños y darles una mejor enseñanza, dejar que aprendan, que desarrollen las competencias necesarias para edificar buenos cimientos para enfrentar la vida. No podemos olvidar que el futuro de las naciones se forja en las aulas.

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