El señor Desmentidillo o un presidente descontrolado
“No será esgrimiendo argumentaciones capciosas y jugando con las palabras como se pueden evitar pesadas responsabilidades o intentar silenciar a la prensa”.
Umberto Eco
El gran Umberto Eco publicó en la revista L´Espresso una columna de opinión que tituló “Como desmentir un desmentido”, que se pudo leer en el año de 1988. En ella, Eco hace un juego entre dos personajes Aleteo Verdad y el Señor Desmentidillo en el que el primero busca desmentir los dichos facciososo del segundo. El señor Desmentidillo es un sujeto que sabe mezclar pedacitos de datos verdaderos con mezcla con exageraciones, opiniones y despropositos que a la gente le gusta escuchar pero que son una forma de distraer de lo que es verdaderamente importante. Releer este texto que tiene tantos años de haber sido escrito, me sorprende por lo actual que es y por lo pertinente que nos resulta a los mexicanos en este momento.
Con tristeza, los mexicanos debemos de admitir que el titular del ejecutivo anda descolocado, se le ve desorientado y anda como chivo en cristalería. Anda tan descontrolado que ya ni se toma la molestia de disimular. Sin duda, los hijos duelen. Al señor presidente le ha dolido que la prensa ande poniendo en evidencia a su hijo José Ramón, no por su estilo de vida, sino por el posible conflicto de interés. La óptica y el momento de estos hechos simplemente no son buenos. Claro que López Obrador anda enojado, porque los hechos crean la percepción de un al escenario en ciernes que pudo haber cruzado la línea de lo legal y de obligaciones éticas de Baker Hughes. Por esta razón una queja se justifica y una investigación es necesaria.
¿A quién le gusta que anden investigando a sus hijos? Ya quedó claro que al señor presidente no le cuadra nada bien eso de que la prense ande metiendo la nariz en la vida que su hijo lleva en el extranjero. Y, como le encanta, trata de generar distractores. Si le preguntan por el tema, se arranca en contra de los que empezaron el escándalo. Se aferra al púlpito y desde la mañanera se lanza contra el que se le pase por la mente, con tal de distraer la atención que lleve a cuestionar lo que la evidencia deja ver José Ramón López. Además, parece que ese capítulo no cierra esta historia. Vendrán más capítulos que involucren a los demás y puede ser que nos dejen evidencia de que eso que AMLO ha declarado sobre la austeridad, sobre la transformación y las diferencias, son puros espejitos que tratan de ocultar la verdad.
Si ya era escandaloso que desde Palacio Nacional se estuviera haciendo uso de la tribuna para despotricar en contra de los que pusieron en evidencia a familiares del presidente, es peor utilizar las fuerzas del Estado para atacar a periodistas que no son bocinas presidenciales. Alguien le debería de dicer al señor que el descontrol le puede salir caro. Salvador Romero Espinosa, comisionado presidente del Insituto de Transparencia Información Pública y Protección de Datos Personales del Estado de Jalisco señaló que Carlos Loret de Mola podría interponer una queja ante el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales para reclamar que se difundieron sus datos personales.
Ver nota: “Periodismo al costo que sea”; Loret responde a AMLO tras exhibir sus ingresos
Lo que pasa es que si el presidente obtuvo la información de los ingresos del periodista a través de la Secretaría de Hacienda, ya se metió en un problema. Sería una violación a la Ley Federal de Protección de Datos Personales, porque Loret no es funcionario y sus ingresos no son públicos. ¿De dónde los sacó? ¿Serán datos fidedignos? No podemos confundirnos, no se trata de polarizar, pero el presidente se equivoca creyendo que con palabras podrá evitar sus responsabilidades, que haciendose el chistoso logrará silenciar a la prensa. En su descontrol, está traspasando los límites de la ley y está yendo en contra de aquello que prometió defender cuando estaba en campaña, que juró cuidar cuando asumió la presidencia y que ha dicho que custodiará a lo largo de la presidencia.
López Obrador se parece al Señor Desmentidillo de Umberto Eco y eso nos deja ver que el presidente anda descontroado. La herida ha sido profunda, lo sabe y le duele. Le ha costado mucho que le gente se de cuenta de que el golpe que le asestaron fue certero y por eso anda dando palos de ciego, como si quisiera romper una piñata. Lo malo es que mientras lo hace, esgrime argumentaciones capciosas que pueden dañar más al país que no es ni suyo ni de sus hijos sino de todos los mexicanos.