El tema migratorio
El tema migratorio. ¿Qué es lo que impulsa al ser humano a abandonar su lugar de residencia, exponiéndose a ser víctima?
¿Qué es lo que impulsa al ser humano a abandonar su lugar de residencia, exponiéndose a ser víctima de toda una serie de infortunios en su búsqueda por tener una vida y un futuro mejor en otro país? ¿Cuáles son los problemas y obstáculos más comunes a los que se enfrentan una vez que logran establecerse en un lugar de residencia? ¿Qué factores influyen para que no regresen, o si lo hacen, a sus lugares de procedencia? ¿Qué destino le aguarda a su descendencia? son algunas de las muchas interrogantes que los estudios sobre el fenómeno migratorio en América Latina deben responder a partir de análisis económicos, sociales, políticos y culturales, principalmente, posicionándose prioritariamente en las agendas de gobierno como uno de factores resultantes de una falta de condiciones adecuadas de seguridad humana.
En los últimos años, el problema de la migración ilegal ha ido en aumento. Distribución desigual del ingreso, falta de oportunidades para lograr un pleno desarrollo, diferentes tipos de violencia e inseguridades, factores políticos y sociales, entre otros, se han posicionado como circunstancias determinantes para que una gran cantidad de latinoamericanos se vean en la necesidad de buscar diferentes condiciones de vida fuera de sus lugares origen, buscando nuevas oportunidades de desarrollo en el norte del continente, principalmente en los Estados Unidos, insertándose, la más de las veces, en esquemas de provisión de mano de obra barata y especializada.
Una de las particularidades actuales de este fenómeno ha sido la creciente feminización marcada por un aumento en el número de mujeres que, como proveedoras económicas de sus familias, migran de manera independiente en busca de mejores condiciones de vida, empleándose, en la mayoría de los casos, como trabajadoras domésticas o en el área de servicios. En este sentido, debe destacarse el papel que juegan las comunidades asentadas en los países destino, conformadas a partir de años, por múltiples relaciones sociales (vínculos familiares, de amistad, económicas, entre otras), trascendiendo los límites geográficos, políticos y culturales, desafiando el alcance de los Estados por controlar y gobernar los territorios de asiento de estas poblaciones.
La inserción laboral de los migrantes en el país de destino supone toda una suerte de impactos sobre sus condiciones de vida y de trabajo, tanto en sus entornos geográficos, como en los lugares que dejan atrás (en muchos casos desarticulación de comunidades urbanas e indígenas), traduciéndose en diferentes tipos de transformaciones sociales, siendo una de las más importantes la importancia de las remesas (envíos de dinero de personas que radican en otra nación a su país de origen), las cuales han experimentado un incremento significativo en los últimos años (alcanzando 145,000 millones de dólares en 2022 en América Latina, previéndose que esta cifra aumente 3.3% a final de 2023) representando un indicador de bienestar y condición que contribuye a la reducción de los niveles de pobreza, predominantemente en localidades rurales, posibilitando impulsar el desarrollo de las comunidades de origen de los migrantes, representando un apoyo importante en los sectores económicos donde las políticas públicas no han podido responder a las demandas de sus habitantes.
La movilización que emprenden los migrantes representa, la mayoría de las veces, experimentar durante su trayecto, y por su condición de vulnerabilidad, violaciones a sus derechos humanos llevadas a cabo en diferentes contextos (asaltos, violaciones, discriminación, tráfico de drogas o armas, entre otras), abusos de poder por parte de las autoridades migratorias en los países de paso (criminalizando el tránsito de personas sin poder acceder a una calidad migratoria adecuada), así como ser víctimas del crimen organizado, los cuales, aprovechándose precisamente de su necesidad y la falta de protección jurídica, los transportan, a cambio de fuertes sumas de dinero, a sus lugares de destino en condiciones sumamente desfavorables, o ser secuestrados y/o extorsionados (tanto ellos como a sus familiares en sus países de origen) poniendo en riesgo su integridad, respondiendo lo anterior a grandes cadenas de corrupción e impunidad que permiten la consecución de estas y otras conductas delictivas, así como una gran movilidad y penetración de los grupos criminales en diferentes territorios, representando este tipo de delincuencia organizada, tanto nacional como trasnacional, un grave problema a la seguridad de los Estados donde operan, debido al grado de interoperabilidad criminal por medio de redes de cooperación para la consecución de sus fines, derivado de políticas deficientes, o nulas, de colaboración internacional en materia de seguridad.
El incremento de las medidas de controles migratorios (costos, tiempo, dificultad de trámites para la obtención de visas), han imposibilitado cada vez más el acceder de manera legal a otros países. Aunado a ello, políticas que criminalizan la migración, amparadas en discursos de resguardo a la seguridad nacional, han generado la consecución de acciones restrictivas y persecutorias en la comunidad migrante indocumentada, convirtiéndose en una verdadera cruzada las acciones que deben llevar a cabo para cruzar la frontera. En este escenario, vale la pena preguntarse si la jornada que deben emprender vale la pena ante la posibilidad de ser objeto de diferentes abusos, vulnerados en su integridad física o perder la libertad e incluso la vida.
Sin duda, desde la perspectiva del migrante, la sola posibilidad de poder acceder a un mejor de vida, para él y su familia, justifica correr el riesgo. Debemos ser conscientes de ello. Faltan muchas aristas por explorar, seguiremos analizando el tema.