Elecciones y pandemia, los retos por superar

Concluidos los procesos electorales y con una pandemia en franca retirada, autoridades y sociedad en general, habremos de revisar las enseñanzas que cada rubro nos dejó. Ahora que muchos celebran el triunfo político y otros relamen las heridas de la derrota, justo sería someternos a profundas reflexiones para entender lo que debemos mejorar.

Comenzando por las campañas políticas y la celebración de las elecciones intermedias más grandes de la historia patria, nos quedan múltiples lecciones que no hemos superado y que habremos de trabajar para en 2024 consolidar la democracia anhelada. Quizá la deuda mayor sea la correspondiente a la cultura cívica y la responsabilidad de ejercer nuestro derecho de votar, ¡No es posible que la voluntad de menos de la mitad de la población acreditada designe a las autoridades que nos han de gobernar!

En el estado salió a votar únicamente el 43.7 porciento de la población, en el país el 52.6 porciento, esto es que, a pesar de la polarización, la inconformidad y el hartazgo político, nuestra sociedad es mayoritariamente indolente ante el destino del país. Otra de las grandes inconsistencias de la cultura cívica es la madurez ciudadana, aún están invadidos los procesos electorales de la explotación de la pobreza y la necesidad, aún se juega con el voto y con la dignidad humana, despensas y promesas ilusas de mejora utópica de la vida social inundaron las campañas.

El manipuleo perverso y la banalidad sociopolítica predominaron en la interacción de candidatos y partidos políticos con el ciudadano, haciéndolo víctima de la motivación humillante de la dádiva o el programa social como argumento de persuasión para ganar el voto. De igual manera, cual canto de las sirenas, emergieron en todos lados los discursos engañosos exaltando lo que el pueblo sueña encontrar elección tras elección: honestidad, transparencia, justicia y legalidad.

Sin embargo, la decisión ciudadana ha marcado el rumbo por donde quiere que su gobierno los guíe y más allá de la imagen y cualidades de candidatos o candidatas, ha decidido por los modelos de los partidos o alianzas que les brinden condiciones de seguridad, honestidad y ejercicio del poder para generar condiciones de bienestar y progreso. Más allá de la geometría política de izquierdas o derechas, hoy nuestra sociedad reclama con su voto el imperio de la paz social y el abatimiento real de la corrupción.

Hoy tras las elecciones más concurridas y violentas de la historia, la población manda su mensaje fuerte y claro de un gobierno equilibrado y respetuoso de la ley, de seguridad social y servicios públicos de calidad, de reactivación de la economía, de garantía de la salud, la cultura y la educación, de un gobierno enfocado en el bienestar de la sociedad a la cual sirve o debiera servir.

Bajo esta tesitura los funcionarios electos deberán diseñar sus programas de gobierno atendiendo al desarrollo social de mediano y largo alcance, sin programas superficiales y engañosos, con acciones que consoliden la educación, la economía, la cultura, la industrialización, el cuidado del entorno, la seguridad y sobre todo un gobierno que forme ciudadanía madura y crítica, un gobierno que forje la democracia que México y Guanajuato merecen.

Asimismo, ahora que la pandemia se ha replegado y comenzamos a superarla, que parece que ya la domamos y vencimos, debemos también aprender las lecciones que nos dio: formar y desarrollar un sistema sanitario que priorice los dispositivos de previsión, suministro de medicamentos y desarrollo de la ciencia médica, sistematización de mecanismos y protocolos de autoprotección e higiene y la consolidación de un modelo de solidaridad social que cubra y proteja a los sectores vulnerables. Ahora el gobierno del estado deberá diseñar el plan maestro de la reactivación socio-económica, con visión de futuro.

La sociedad exitosa del mañana, sólo será posible si la construimos juntos.