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Errores de inteligencia

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Opinión

Cecilia Durán Mena - Las ventanas

Errores de inteligencia

Frente a las tragedias que ha vivido el mundo y de cara al vigésimo aniversario de los atentados terroristas que tiraron las Torres Gemelas en Nueva York, que impactaron al Pentágono que cimbraron a los Estados Unidos y retumbaron en el mundo entero, uno no puede evitar preguntarse si todo ese daño pudo haberse evitado. Las primeras planas de los periódicos en el mundo se refieren a las sospechas que pudieron haber dado luz para prevenir la destrucción y le achacan la responsabilidad a errores de inteligencia que se cometieron.

¿Será así? A toro pasado, todo se vale. Podemos decir, opinar y ver con claridad. Es que la distancia del tiempo nos da perspectiva. No obstante, en la inminencia del presente, la objetividad falla. Muchos medios retoman aquellas consejas que advirtieron en su momento sobre las diferencias de criterio y falta de coordinación, retrasos e insuficientes recursos hicieron que Washington no previniera la masacre pese a las advertencias de la CIA.

Parece ser que los foquitos rojos se prendieron en el tablero de seguridad y que no se tomaron el tiempo para valorarlas y para ponerles atención. Los familiares de las víctimas se indignan y tienen razón. Los deudos quieren entender lo que sucedió, darse una explicación verosímil que los lleve a comprender qué fue lo que les arrebató a aquella persona querida. Muchos huérfanos, viudas, padres que perdieron a sus hijos quieren saber qué sucedió y lo cierto es que las versiones oficiales, de repente, no convencen.

Lo único cierto es que, aquellos que se perdieron, salieron un día, como lo hacían regularmente y no volvieron jamás. Desde que se concluyeron las investigaciones y la consumación de la comisión oficial de investigación del 11-S, en 2004, “se han hallado muchas pruebas que demuestran el apoyo de funcionarios saudíes a los ataques”, explica una carta de los familiares a Biden, “pero el Departamento de Justicia y el FBI han intentado mantener esa información en secreto e impedir al pueblo estadounidense saber toda la verdad”. Debe haber mucha amargura e impotencia. Les gustaría conocer lo que sucedió.

El contenido del mensaje que los deudos le enviaron al presidente Biden fue revelado en agosto por la cadena estadounidense de televisión NBC. El mensaje hace referencia a otra investigación que se prolongó hasta 2016 y que apuntaría directamente a Riad. A la distancia, podemos juzgar que sería terrible haber cometido un error de apreciación tan grave. Querría decir que lo que pasó en Iraq y en Afganistán fue una muestra de rudeza innecesaria o que se apuntó a un culpable que no lo era.

Lo cierto es que en eventos tan lamentables, los deudos de las víctimas reciben mucha empatía, mucha solidaridad y pocas respuestas. Sucedió con los eventos de aquel terrible once de septiembre de hace veinte años y sucede con los que son víctimas de un robo. Es triste, pero hay errores de inteligencia que repercuten en las investigaciones y que conducen a conclusiones erróneas.

También es verdad que hay líneas de investigación que por más que parezcan que darán como fruto la verdad de lo sucedido, pueden tratarse de espejitos, de espejismos y de reflejos que son más un deseo de encontrar respuestas a preguntas que no podrán ser contestadas.

Para muchos analistas en esa época, las respuestas que se dieron no fueron correctas ni precisas ni revelaron lo que en verdad pasó. Más bien, lo que sabemos, dicen, son pastiches que tapan errores y dejan para los anales de la Historia una interpretación que explique de la mejor forma que encontraron para justificar los hierros. A pesar de que esas versiones no se acerquen a la realidad.

Lo que sí queda claro es que hubo un punto de inflexión: el once de septiembre del 2001 se arrancó la guerra contra el terrorismo, recién estrenado. Parece que antes de la tragedia hubo un aviso de que algo se tramaba, pero la información cayó en saco roto. Unos opinan que se trata de especulaciones y otros de verdades que no se han revelado. Al paso del tiempo, lo único que podemos concluir es que los errores de inteligencia cuestan a la Humanidad algo que se pudo evitar. Entonces, seguro que hoy tendríamos un mundo distinto.

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