Viernes, 10 Enero, 2025

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Feminismo incómodo

Se puede ser feminista sin participar en las marchas, sin haber leído toda la teoría al respecto, sin ser sobreviviente de violencia. Nuestro trabajo...
Opinión

Juana Adriana Rocha Luna

Feminismo incómodo

Se puede ser feminista sin participar en las marchas, sin haber leído toda la teoría al respecto, sin ser sobreviviente de violencia. Nuestro trabajo, familia, círculo de amistades, son trincheras desde las que es posible emprender acciones que se traduzcan en cambios.

Declararse feminista es como colgarse una letra escarlata. El término aún está sujeto a connotaciones negativas y estereotipos (como si no bastaran los estereotipos que ya cargamos como mujeres).

Mientras se minimizan las marchas (“no sirven para nada”) y se condena la iconoclasia (“es vandalismo”), la desinformación en torno al feminismo prevalece y el concepto se difumina entre banalidades y malinterpretaciones.

Se dice que buscamos igualdad cuando ya la conquistamos, porque podemos votar, acceder a cargos públicos y ser policías, bomberas, astronautas, ¿no? Y si queremos igualdad podemos pagar la cuenta de un restaurante, cambiar una llanta, abrir la puerta del coche, ¿no?

No se profundiza en los verdaderos objetivos de la equidad de género, porque el tema es mucho más complejo e incómodo, porque al discutirlo tanto hombres como mujeres exhibimos prejuicios, micromachismos, los resabios de las ideas con que nos criaron.

 

 

SORODIDAD

La sororidad es la solidaridad entre mujeres, mostrarnos empáticas, respetar las decisiones de las otras, aunque no exista un vínculo afectivo, de por medio. Lo anterior, tomando en cuenta que todas somos parte del mismo sistema que de una u otra forma nos ha violentado.

Es importante dentro del feminismo porque construye una base sólida, la colectividad desde la que sería más sencillo luchar.

¿Cuántas veces hemos escuchado que “el peor enemigo de una mujer es otra mujer”? La cultura machista nos educó como rivales. Los ejemplos son cotidianos y por tanto numerosos. Juzgamos a aquellas que no huyen de una relación violenta sin conocer el trasfondo, criticamos la apariencia de las demás, cuestionamos sus logros profesionales, se desacreditan testimonios de víctimas de abuso antes que cuestionar al perpetrador.

Crecimos escuchando que somos dramáticas, demasiado sensibles, frágiles, sin entender que en el estrecho contacto con las emociones está nuestra fortaleza.

A lo largo de los años las mujeres hemos actuado dentro de los códigos fijados por los hombres, que definieron cómo nos percibimos unas a otras. Todas hemos caído en conductas machistas.

La sororidad no significa que todas seamos amigas, pero es una alianza que comienza con el freno a la búsqueda de aprobación masculina, y continúa con el escucharnos y acercarnos unas a otras, descubrir que tenemos historias semejantes, que existimos fuera de esos códigos.

En la marcha del 8 de marzo de 2023 recuerdo que una profesora llevaba un cartel con la leyenda “mi aula, mi trinchera”. Se puede ser feminista y sorora sin participar en las marchas, sin haber leído toda la teoría al respecto, sin ser sobreviviente de violencia. Nuestro trabajo, familia, círculo de amistades, son trincheras desde las que es posible emprender acciones que se traduzcan en cambios

 

 

FALSOS PRIVILEGIOS

La situación económica y la apertura a que cada vez más mujeres se desarrollen profesionalmente, son factores que modificaron la dinámica tradicional “hombre proveedor, esposa ama de casa”. Cada vez son más las parejas donde ambos integrantes trabajan

Sin embargo, no podemos hablar de equidad mientras derechos como las licencias por maternidad y la licencia menstrual (aprobada en México sólo en Colima, Hidalgo y Nuevo León), se interpretan como privilegios.

El libro ‘Kim Ji-young, nacida en 1982’ se convirtió en referente del feminismo en Corea del Sur. Su autora, Cho Nam-Joo, narra la experiencia de toda una generación en un país donde el acceso de las mujeres a la educación y su incorporación al mercado laboral son relativamente recientes. La protagonista de la novela, Kim Ji-young, está por convertirse en madre luego de conseguir un buen empleo. Se le ofrece la posibilidad de entrar media hora más tarde para lidiar con las posibles molestias del embarazo, pero ante comentarios maliciosos e insinuaciones de que su condición le da ventajas sobre el resto del personal, decide rechazar el permiso.

Entonces surge la culpa: “Se planteó que quizá les estaba arrebatando a sus compañeras los derechos que les correspondían. Se encontraba en un dilema, en virtud del cual otras tantas trabajadoras que se hallaban en su misma situación eran tildadas de caraduras si hacían valer sus derechos o debían trabajar más duro que nunca si no querían ser objeto de críticas así”.

Las mujeres que trabajan enfrentan otros obstáculos. Son acusadas de ‘descuidar’ a su familia, sufren acoso, se desconfía de su competitividad, y se les juzga aun cuando escalan en la jerarquía laboral (incluso con mayor rigor).

En la novela ‘La novia ladrona’, Margaret Atwood nos presenta a Roz, empresaria en sus cuarentas, que apoyó la ola feminista de la década de 1960, pero desde su posición de poder descubre una realidad que no se ajusta a la teoría. “Si eres mujer y contratas mujeres, tienes que hacerlas tus amigas, tus cómplices; tienes que pretender que son iguales, lo cual es difícil cuando les doblas la edad. O tienes que ser su niñera. Tienes que ‘maternarlas’, tienes que cuidarlas”.

Aunque es el punto de vista de un personaje de ficción, podemos interpretar que mientras que las relaciones de poder hombre jefe[1]mujer subordinada son potencial escenario de múltiples abusos, en la dinámica mujer jefa-mujer subordinada, se asume que hay cierta protección; este último caso, a los ojos de los demás llega a confundirse con dar ventajas a las empleadas. Encontrar el equilibrio: la misión.

Lo superfluo: Es sencillo declararse feminista y hacer publicaciones alusivas al #8M en marzo.

Lo profundo: No es fácil aplicar la autocrítica y emprender acciones que trasciendan más allá de una fecha conmemorativa.

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