Hablemos de equidad intergeneracional
¿Qué es la equidad intergeneracional? Se trata del principio que supone que es nuestra obligación cuidar y entregar a las generaciones venideras un mundo que les brinde las mismas oportunidades de desarrollo que tuvimos nosotros. Este principio tiene relación directa con la base ética del orden ambiental, la solidaridad y su paradigma. Es una preocupación legítima que pugna por un mundo mejor, lo cual habla de valores altos; aunque también es una conveniencia histórica: si no nos ocupamos de ellos, estamos poniendo en peligro al ser humano como especie.
La equidad intergeneracional busca poner la mirada en el futuro, pone la preocupación en las generaciones venideras y pretende reconocer derechos a aquellos que aún no han puesto los pies en este mundo. Y, ahí empieza el problema. En un mundo con características de aceleración social, en el que todos estamos absortos en una pantalla, es mucho pedir ver a quienes todavía no han llegado si no alcanzamos a ver a los que tenemos al lado.
Tristemente, la equidad intergeneracional es un tema que se trata de manera muy superficial y debiera estar en el centro de nuestra atención. Lo que sucede es que nos vamos a los extremos: o ignoramos el tema o lo tratamos en forma superficial. Cuando las generaciones futuras toman cuerpo, es decir, cuando se materializan, adquieren el derecho a habitar el planeta, hacer uso de la Tierra y esto trae implícito que exista el derecho a beneficiarse de ella. Evidentemente, todo derecho tiene sus deberes. Por lo tanto, si estamos dispuestos a tener usufructo del planeta, también existe la obligación de cuidarlo.
Cuidarlo implica hacerlo para los contemporáneos y para quienes nos sucedan. La Declaración de la UNESCO manifiesta nuestra obligación de proteger el medioambiente para los que estamos y para las generaciones futuras; no menciona los derechos de las generaciones futuras. Y, aquí empezamos con el problema: es necesario cultivar una visión de largo plazo. Generar en nuestros niños y jóvenes una mirada que sea capaz de abarcar el porvenir. La dificultad crece cuando no logramos que la gente eleve la mirada y se atreva a mirar el mundo real por estar en el virtual.
Otro problema se refiere a la relación que tiene la Humanidad con la naturaleza. Nos podemos situar desde diferentes puntos de vista, dependiendo de la situación social en la que nos encontremos: como dueños de la naturaleza; como participantes en el sistema natural, con la responsabilidad de protegerlo o como colaboradores. El principio de equidad intergeneracional supone que el ser humano forma parte del medioambiente y que, al que al tener inteligencia y ser pensante, tiene el deber de cuidar del planeta y de los ecosistemas para las generaciones futuras.
Mirar al largo plazo es algo inteligente, detenernos en la inmediatez y quedarnos estancados en el placer inmediato, no lo es tanto. Es cierto, debemos tener la capacidad de disfrute, aunque eso no significa que tengamos que renunciar al futuro. Todo lo contrario, tenemos la capacidad de lograr ambas. No se trata de ser una generación de personas enojadas, es al revés, se trata de ser actuantes: de ocuparnos.
Desde la configuración económica, podemos afirmar que los modelos económicos que dividieron al mundo—capitalista, socialista y los sistemas mixtos—, se basaron en el supuesto implícito del crecimiento económico continuo e ilimitado. Este supuesto, genera inequidad y hace que problemas intergeneracionales, intrageneracionales, interespecies, de equidad y sustentabilidad sean ignorados o al menos pospuestos.
Por fortuna, la solución más fácil para estos problemas parecería ser el crecimiento adicional. La teoría económica defino un modelo como sano si mantiene tasas de crecimiento continuas y altas. Ahora, debemos buscar de recursos que enfrenta el crecimiento, según estos paradigmas, serán eliminados por la utilización inteligente de nuevas tecnologías. Más que hablar de ecología política que reúne a todos estos paradigmas bajo el nombre de productivistas, debiéramos tener empatía, mirar al mundo con esperanza desde el presente y ponernos a trabajar en ello. Si queremos un mejor futuro, es necesario construirlo. Y, para ello, es necesario imaginarlo, salir de lo virtual, usarlo a nuestro favor y disfrutar el mundo real.