José María Chico y Linares, ministro de Gracia y Justicia en el Gobierno Insurgente
En la Guerra de Independencia destacaron varias familias por sus acciones bélicas, como los Bravo, colaboradores de Morelos, y cuyo líder, Leonardo, integró a sus hermanos Máximo, Miguel y Víctor a la lucha; así como a sus hijos José María y el célebre Nicolás.
En la entrada al Edificio Central de la Universidad de Guanajuato pueden apreciarse sobre cantera los nombres de cuatro héroes de la Guerra de Independencia: José María Chico, José Antonio Rojas, Rafael Dávalos y Mariano Liceaga, todos ellos relacionados con el Colegio de la Purísima Concepción, antecedente histórico de la actual institución.
El primero de estos personajes, José María Felícitos Chico y Linares, nació en Guanajuato el 8 de julio de 1786 dentro de la familia formada por el español Bernardo Chico Valdés, originario de Castilla la Vieja, y la criolla guanajuatense Josefa Manuela de Linares.
Aun siendo un peninsular acaudalado, don Bernardo inculcó en sus hijos un sentimiento nacionalista y el deseo de ver esta tierra americana desarrollarse por sí misma, sin la tutela de España. A la postre, esta ideología llevó a don Bernardo a subvencionar abiertamente el movimiento insurgente y a influir en la incorporación de dos de sus hijos al mismo: José María y su homónimo Bernardo.
Luego de la educación familiar, José María realiza sus primeros estudios en el Colegio de la Purísima Concepción, para trasladarse posteriormente a la capital virreinal donde obtiene el título de abogado. De regreso al mineral vive la agitación que provoca la rebelión de 1810 y comparte con su padre la opinión favorable sobre Miguel Hidalgo y su ideario político.
El cura insurrecto corresponde al apoyo de la familia Chico nombrando a José María su secretario particular. Éste enfrenta un primer gran reto cuando sabe que el movimiento cuenta con más de medio millón de pesos en barras de plata y oro; pero no posee en numerario para lo más indispensable.
En lo inmediato, Hidalgo ordena a los vecinos pudientes aportar dinero para activar el comercio, y como medida definitiva solicita a José María el establecimiento de una casa de moneda para hacer circular el metal que tienen en barras.
Al respecto, escribe José María Liceaga: “El edificio que se eligió para la acuñación de la Casa de Moneda, fue una hacienda de beneficiar metales situada un poco adelante del Cuartel de San Pedro, y se procedió a su construcción con tanto empeño y actividad que desde el 5 de octubre (1810) en que comenzó la obra, hasta el 25 de noviembre del propio año, en que entró Calleja a Guanajuato, estaba ya terminada e igualmente todas las máquinas, instrumentos exquisitos y los muebles más necesarios, lo que se observó y fue sabido con asombro y grande admiración de todos”.
Una vez que los insurgentes abandonaron Guanajuato, José María se unió a ellos. Mientras tanto, su hermano Bernardo se ponía al mando de uno de los dos regimientos de infantería que se organizaron en la ciudad para defender la emancipación.
Como secretario de Hidalgo, la firma de Chico y Linares figura en muchos documentos importantes; por ejemplo, en el nombramiento de José María Morelos como comisionado para insurreccionar las provincias del sur y tomar el puerto de Acapulco.
Al lado del cura de Dolores recorre las principales etapas de la campaña, viajando con frecuencia en el mismo carruaje de Hidalgo; como el 26 de noviembre de 1810 cuando entran triunfalmente a Guadalajara y José María comparte con el licenciado José Reynoso el honor de flanquear al generalísimo.
Precisamente en Guadalajara, cuando Miguel Hidalgo da forma al primer gobierno independiente de México, nombra dos ministros como sus colaboradores inmediatos: Ignacio López Rayón como Secretario de Estado y Despacho, y José María Chico como Secretario de Gracia y Justicia; ambos abogados e indeclinables partidarios de la libertad.
José María recibe además el cargo de Presidente de la Audiencia y acredita al primer embajador del gobierno insurgente ante los Estados Unidos: Pascasio Ortiz de Letona, con instrucciones para tratar, ajustar y arreglar una alianza ofensiva y defensiva, tratados de comercio útil y lucroso para ambas naciones, y cuanto convenga a la mutua felicidad, accediendo y firmando artículos, pactos o convenciones con dicho fin.
Por desgracia, la suerte personal de Pascasio Ortiz, así como el curso de los acontecimientos armados, habrían de impedirle cumplir con su encargo diplomático.
Chico y Linares, por su parte, emprende la huida hacia el norte después de la grave derrota de Puente de Calderón. Siguiendo a la mayoría de los líderes insurrectos padece las inclemencias del desierto y cae preso en la celada de Acatita de Baján.
Conducido originalmente a Monclova, pronto José María es requerido en Chihuahua supuestamente por la delación que Mariano Abasolo hizo sobre los detalles de su participación en el movimiento. Allí es condenado a la pena capital y por ello es fusilado el 27 de junio de 1811, quedando como un mártir digno de elogio por su decidida actuación a favor de la libertad de México.