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La primera víctima

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Opinión

Cecilia Durán Mena - Las ventanas

La primera víctima

Mi padre suele decir que, en un conflicto –del tipo que sea– la primera víctima es la verdad. Lo mismo si se trata de un problema entre particulares o una complicación diplomática, cada parte va a tratar de dar una versión que beneficie su punto de vista y sus intereses. Sólo un ingenuo se cree las cosas tal como se las cuentan. Por eso, es importante tomar en cuenta el sesgo que cada parte involucrada va a dar.

Incluso en aquellos extraños casos en los que los involucrados crean estar abrazando la objetividad, cada uno desde su leal saber y entender tendrá un panorama de las cosas. Más aún, si estamos refiriéndonos a temas en los que se involucran intereses y en los que hay elementos en juego. En esa condición, la verdad es una víctima a la que se le sobaja, se le manipula, se le estira y se le encoje a conveniencia.

Todos los temas son susceptibles a este manejo, por eso, la conseja popular dice: “no todo lo que brilla es oro”. Sucede con la Reforma Energética y con un divorcio, con la Revocación de Mandato o con un pleito entre un arrendador y un mal arrendatario, con la Casa Gris o con la guerra entre Ucrania y Rusia. Cada parte da sus razones y si creyéramos todo lo que nos dicen sin pasarlo por el filtro del análisis, podríamos canonizar a cada parte sin excepción.

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Pero, si nos fijamos, si escarbamos un poco, si ponemos atención la verdad se hace presente. Unas veces es de sopetón y otras en forma gradual. Pero, la verdad siempre sale a flote, lo malo es que en ocasiones se tarda mucho. Lo cierto es que cada escándalo tiene alojado en sus entrañas una serie de intereses que se aprovechan y que buscan arrinconar la realidad.

Miren si no, apenas López Obrador siente que respira con el escandalazo en el que evidenciaron a su hijo viviendo en una mansión en Houston cuando ya empieza el otro.

Parece que esta reventando el caso de un posible tráfico de influencias y extorsión ejecutado desde la Consejería Jurídica que estaba a cargo del hombre más fuerte de este gobierno durante la primera mitad del sexenio, Julio Scherer, a quien el presidente calificó como “un hermano”. Hace meses empezó el rumor de que el pseudohermano presidencial se iba del gabinete. Se negó, lo negó él mismo y luego, sin mayores explicaciones, dejó el puesto. Vamos, lo que se ve, no se juzga. Cuando se empieza con la cantaleta de “sin comentarios” ya empezamos a intuir que algo va por mal camino.

Andan diciendo que personeros de Julio Scherer se pusieron en contacto con Juan Collado para ayudarle a resolver un problema por el que le dictaron prisión preventiva, aparentemente, por los presuntos delitos de lavado de dinero y delincuencia organizada relacionados con la venta fraudulenta de un terreno por el que obtuvo una ganancia ilícita de 24 millones de pesos. Eso dice Collado.

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Claro que muchos dicen que no es cierto porque Juan Collado es un adversario político que sirvió de abogado a priístas notables de la talla de Carlos Salinas de Gortari y de Enrique Peña Nieto. Por supuesto, desde Palacio Nacional se empezarán a repartir culpas históricas a personajes del pasado, se esgrimirán argumentos exculpatorios, se exprimirán todas las estrategias mediáticas y se arrinconará la verdad. Ambas partes buscarán exhibir a su rival y querrán tapar el sol con un dedo. Nos dejarán ver sus versiones, pero está en nosotros deshacer el nudo.

Así estamos, ese es el pan nuestro del que nos quieren alimentar cada día. Será complicado saber si, en todo caso, hubo una red liderada por el hombre fuerte de un presidente que todos los días repite que ellos son diferentes de los gobernantes del pasado. Un escándalo más para poner en tela de juicio la verdad que se predica desde el púlpito presidencial.

Igual pasa en Europa Oriental. Creo que Vladimir Putin pensó que la invasión a Ucrania sería algo sencillo y rápido para el ejército ruso. Echarían unos cuantos cohetes que asustarían a la población civil. Se hablaría de genocidio y el mundo entero se afiliaría a la versión del héroe que está acabando con el neonazismo. Por su parte, Vlodomir Zelenski, el presidente de Ucrania, ha arengado a sus compatriotas para luchar contra los invasores. No con un tono ni una retórica encendida. Al revés. Sus discursos son templados, pero emotivos. Tocan las fibras de las audiencias.

Y en medio de todos estos pareceres, hay mentiras que nos cuentan, pero los hechos se sustentan en la verdad lisa y llana. Es lo que es. Es ese concepto que hoy el mundo convierte en la primera víctima, en la más vulnerable y que debiéramos defender más y mejor.

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