Sábado, 11 Enero, 2025

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Las divisiones del mundo

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Opinión

Cecilia Durán Mena - Las ventanas

Las divisiones del mundo

El mundo siempre ha tenido divisiones: los plebeyos y los nobles; los sabios y los ignorantes; los hermosos y los feos; los conservadores y los liberales; los de izquierda y los de derecha; los desarrollados y los que están en vías de desarrollo, en fin, los pobres y los ricos. Hay momentos de la historia de la humanidad en los que esas divisiones se han atenuado y otras en las que se vuelven brechas casi insondables. Esas divisiones marcan la forma en la que vemos la vida, dependiendo del lugar en el que nos toque estar

Hoy, una de las divisiones que nos está planteando el momento histórico en el que nos toca vivir es el de la accesibilidad a la salud. Mientras en las economías desarrolladas ya están pensando en una tercera tanda de vacunación contra el Covid-19 –y en convencer a su población de vacunarse-, en los países en vías de desarrollo un alto porcentaje de su población aún no ha recibido un esquema de vacunación completo.

Otra de las divisiones que existen en el mundo actual es el punto del tiempo en el que fijamos la mirada. Mientras en los países avanzados ya hay centros de estudio del futuro, en los países económicamente débiles se preocupan por la inmediatez. Los estudios del futuro buscan imaginar un mejor porvenir. Se trata de echar la imaginación al vuelo para proponer formas de vivir que nos den mejores posibilidades. Así, las personas que se dedican a este tipo de estudios reciben el apoyo del Estado y de las empresas para que se dediquen a fantasear en aquello en lo que la humanidad se convertirá en unos años.

Los estudios del futuro no son algo nuevo. Se trata de laboratorios de pensamiento en los que se da propulsión la creatividad y a la innovación. La mente del ser humano tiene la capacidad de encontrar soluciones, de hecho, siempre lo estamos haciendo, estamos en una búsqueda constante de medios para resolver problemas. La diferencia radica en que los cerebros de la gente buscan resolver las dificultades dando una escala de prioridad.

Abraham Maslow tenía razón, una persona con hambre no puede pensar en la trascendencia. Primero resolvemos nuestras pulsiones básicas y conforme lo hacemos, podemos ir avanzando y complejizando las necesidades que buscamos satisfacer. Así como nos sucede en lo individual, sucede en lo general. Los estados más desarrollados tienen mayores posibilidades de imaginar el porvenir porque su base de necesidades presente está resuelta y pueden dedicarse a diseñar el porvenir.

Por supuesto, en todos los rincones del globo terráqueo hay personas que tienen las capacidades para usar la imaginación, para desarrollar pensamiento creativo y para idear procesos de innovación. Estos cerebros saben encontrar soluciones en donde otros ven problemas; tienen la magnitud para ver algo maravilloso donde otros sólo perciben vacío. Unos les creen y otros los tildan de locos. Pero el flujo creativo no se detiene y los que tienen suerte migran hasta encontrar un lugar en el que puedan darles curso a sus ideas. Muchas se pierden en los entresijos de la inmediatez, de la falta de apoyos, de la incredulidad.

Mientras en otras partes del mundo, los científicos están desarrollando formas de contrarrestar enfermedades que agobian a la humanidad, hay regiones en el mundo en las que se niega el apoyo a lo científicos, se corta el presupuesto para la experimentación, se persigue a los académicos, se paga mal el trabajo de la gente que se dedica a pensar. Se privilegia el circo y se lanzan mendrugos para que se aplaque el hambre. Esta es una división que parece sutil, pero es lacerante. Las mentes creativas son fuentes de riqueza, detonan posibilidades que podrían aprovecharse en la región. No obstante, hay quienes desde la necedad ven con resentimiento a las mentes creativas, las tildan de flojas, de raras, de acomodadas y por eso las intentan frenar, ahogar, inhibir.

Sí otra de las grandes divisiones del mundo se traza entre la inteligencia y la bobería que se asocia con la arrogancia. Lo triste es que mientras las mentes brillantes huyen o se erosionan por la falta de visión de quienes los debieran apoyar, los otros se regodean en el lodo de la ignorancia.

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