Las ventanas
El ambiente que genera Donald Trump
Donald Trump no es un hombre que pueda permanecer indiferente frente a la opinión pública. El hombre abre un arco muy amplio en el que caben antipatías y simpatías, fanatismos y críticas exacerbadas. Basta ver las reacciones sobre la salud del mandatario para darnos cuenta de los terrenos tan resbaladizos que se pisan. Así es el hombre que ha creado un personaje: es una persona que conoce el ambiente de los espectáculos y sabe dar a sus audiencias lo que le piden a pesar de los pesares, es decir, le pese a quien le pese.
Para muestra, basta un botón. La crisis que se generó al conocer el contagio del presidente de los Estados Unidos es el mejor ejempo. Fue el propio Donald Trump quien le informó al país a través de Twitter sobre su diagnóstico positivo de coronavirus a las 12:54 de la mañana del 2 de octubre. Pocas horas después, al amanecer, como era de esperarse, ya el terreno de la red estaba plagado de versiones especulativas y otras informaciones falsas. Eso pone a dudar a los mejores cerebros, ¿sería una estrategia? Qué difícil respuesta.
Y, como si la opinión pública fuera una bola de tenis que debe abarcar todos los terrenos yendo de un lado al otro, el frenesí se vuelve euforia para un lado de la cancha y para el otro. Era de esperarse, sin embargo, algo anda mal, algo huele feo. La frenética meditación debe parar: alimenta el traicionero ambiente “infodémico” que el propio presidente ayudó a crear. La verdad se oculta ante la apabullante necesidad del chisme. A esos niveles hemos llegado.
La revelación informativa de la semana pasada es terreno fértil para que todo tipo de oportunistas mediáticos planten mentiras. Sobre todo, si estamos tan cerca de las elecciones. Las convergencias asustan. Las sospechas afloran, qué caray. La verdad se vuelve esquiva. Los actores internos podrían dar relatos para beneficiar sus propios fines partidistas, incluso en detrimento de la verdad. Faltaba más, ya con el carro andando, ¿quién tiene la fuerza para pararlo?
Basta ver el panorama, ya han surgido rumores irracionales de ambos lados del terreno político: que si la Casa Blanca está fingiendo la enfermedad de Trump para distraer la atención de otros escándalos o para traer simpatías a su causa¬ -como la publicación de las preocupantes declaraciones de impuestos del Sr. Trump- o para evitar más debates perjudiciales; o para “demostrar”, tras una rápida recuperación, que el COVID-19 no es tan malo después de todo.
Pero, los científicos y la gente pensante mueven la cabeza con nerviosismo. Ahora, la discusión se centra en las repercusiones. Las consecuencias sobre la gravedad de su caso y en el momento en el que llega su divulgación. Pero, Trump está feliz de la vida, o eso nos dicen. Ya salió del hospital y parece que el virus es sólo una amenaza leve ante la cual nadie se debe de amedrentar. Si Trump pudo, todos podemos. ¿No es así? La imagen del súper hombre que todo lo puede y aniquila cualquier amenaza, se instala en el inconsciente colectivo de los votantes. Lo de menos es que su política ha dejado a tantos estadounidenses vencidos.
Además, hay otro mal que aqueja la salud de la verdad. La propagación de rumores es igualmente irresponsable sin importar la fuente de la que provenga. Es desalentador ver este comportamiento en aquellos que han pasado los últimos meses lamentándose por la oleada de dobleces sobre el COVID-19 provenientes del Despacho Oval. Los que saben, miran al cielo y elevan los hombros. ¿Qu{e más hay que esperar?
Un informe reciente de la Universidad Cornell reveló que Trump ha sido “probablemente el mayor impulsor de la ‘infodemia’ de desinformación del COVID-19” . Los investigadores señalan lo dañina que puede resultar esta desinformación, ya sea por incitar a las personas a automedicarse con sustancias nocivas, o por reducir la confianza en las autoridades sanitarias que intentan promover una actitud responsable por la enfermedad. Lo relevante es el tipo de liderazgo que todo lo puede. Y, nada más basta ver los resultados. Ese es el ambiente que genera Trump en estos días.