Los retos del PAN, 30 años en el poder
Al cumplir ya 3 décadas de la asunción del Partido Acción Nacional al poder en el estado de Guanajuato, éste debería verse obligado a realizar un alto en su camino para adentrarse en una profunda reflexión existencial. Ahora que nos encontramos bajo el embate de las más severas convulsiones paradigmáticas en las que la crisis sanitaria nos ha sumergido, muy saludable resultaría que el partido en el poder revisara con un alto sentido ético la ya larga trayectoria desde aquel 26 de septiembre de 1991.
Ahora que los escenarios socioeconómicos han cambiado y que la hegemonía política del PAN se sostiene en el favor de la ciudadanía, justo es que someta a juicio el proyecto político que orienta su agenda, pues por el desgaste muy natural del ejercicio del poder hace falta decantar el accionar que ha tenido y reconocer los aciertos y los errores en el logro de sus objetivos finales.
Desde luego que la necesidad de análisis no corresponde a la existencia de un riesgo manifiesto de perder el poder que concentra el PAN en la estructura orgánica del estado, ya que ninguno de los partidos de oposición tiene, en este momento, posibilidades reales de arrebatárselo, sino a un ejercicio de sano acrisolamiento para evitar ser socavado por sus propios errores, laxitudes, actos de soberbia o confrontaciones internas.
Hoy tras la crisis que colateralmente ha impulsado la pandemia de la covid-19, es imperante que sea reinventada la forma de organizar la vida de nuestra comunidad, el ejercicio del poder y desde luego la dinámica de la administración pública. Ahora es buen momento para ver si los avances en combate a la pobreza, la consolidación de un modelo económico equilibrado y justo, la construcción de un sistema educativo trascendente, el ejercicio del poder de forma honesta, legal y transparente corresponden a lo planteado en el ideario panista de ascenso al poder.
Incluso hoy que avanzamos a una nueva era social, el recuento de daños obligará a reconocer los lastres y las brechas generadas por las condicionantes limitativas de la pandemia, pronto nos daremos cuenta del desastre social que enfrentaremos, con pérdidas de miles de empleos, descapitalización de empresas, crecimiento de la pobreza, dominio de la inseguridad, desolación educativa, convulsiones políticas por el reclamo social y la lucha desmedida por el poder ante un 2024 cada vez más cercano.
Asimismo es digno de tomar en cuenta la siembra de contradicciones y detonantes sociales de un gobierno federal basado en la mentira, el rencor y el odio de clases, así como la polarización de la sociedad entre buenos y malos, pues los coletazos de las visceralidades políticas nacionales pegarán en la vida del estado. Bajo el mismo contexto nacional, la renovación de la dirigencia del CEN del PAN abrirá frentes de posibles conflictos internos, destapando la lucha de grupos y facciones que podría impactar en la unidad misma, ya hubo un aviso de pugna y división cuando el pasado jueves un grupo de senadores recibió a Santiago Abascal de Vox España.
Pensar que el PAN estatal de Guanajuato y los grupos de interés que conviven al interior se mantendrán impasibles y los aires de reposicionamientos y búsqueda del control político no sufrirán daño sería ingenuo. Aunado a lo anterior, también en el estado habrá renovación de dirigencia y siendo que las contiendas por las candidaturas se configuran desde la negociación de esta figura de gobierno partidista, la medición de fuerzas entre los caudillos aparecerá y jugará importante papel.
Algo que debe aprovechar muy bien el PAN del estado, es la participación siempre asertiva, inteligente y estratégica de Alfredo Ling Altamirano, quien forjó con su liderazgo aquella ya histórica victoria que lo llevó al poder en 1991 y que hoy lo puede colocar nuevamente como el referente garante de éxito y progreso social.
La política se debe refrescar siempre con la ratificación del poder en beneficio del pueblo.